“El Minecraft es mi juego preferido desde hace doce años y justo instalé el Read Dead Redemption 2 antes de venir para acá, así que estoy un poquito ansioso para volver a casa y jugarlo.” La frase no la dice un veinteañero sino Rich Moore, director de cine animado y ganador de un Oscar de la Academia de Hollywood por Zootopia y nominado a otro por Ralph, el demoledor. “Juego desde los 70, cuando empezaron a salir”, le cuenta a PáginaI12. Moore visitó Buenos Aires como parte de una gira de prensa para presentar Wifi Ralph (originalmente, Ralph Breaks the Internet), la secuela de aquel film repleto de nostalgia gamer y amor por los fichines. En Estados Unidos ya se estrenó, pero en las salas argentinas Ralph y su amiga Vanellope deberán esperar al 3 de enero para salir del arcade e incursionar en la selva digital de Internet.

–La primera película quedaba bastante cerrada, ¿por qué una segunda?

–Pensábamos que la primera había terminado perfectamente. La historia iba de Ralph que no tenía amigos y al final decía: “si a esta chica le caigo bien, ¿cuán malo puedo ser?” Con el otro director, Phil Johnston, pensamos: “¿Cómo mejoramos eso? ¿Por qué hacer una secuela si todo parece estar cerrado tan prolijo?” Pero a medida que hablábamos de ese final, esa idea nos parecía muy disfuncional. Ralph literalmente dice que se juzga a sí mismo de acuerdo a cómo lo ve otra persona. Incluso si es Vanellope. De quien nos gustaría creer que siempre lo va a querer y lo verá como un buen tipo, ¿pero qué pasa si no es así? Así que maduró, creció, tiene una amiga, ¿pero qué pasa si ella se va? Ese fue el germen de la idea para esta historia. Poner a prueba esa amistad.

–Su relación se desarrolla ahora y por momentos parece paternal.

–Pensamos en la primera película como si fueran niños pequeños. Una amistad que tendrían dos chicos. Ahora son más como adolescentes o jóvenes adultos, pero también pude verse como un padre despidiendo a una hija que va lejos a la universidad. Es una maduración de su amistad, en todo caso. Se va al extremo, parece rota e irreparable pero da un paso más allá y sube de nivel.

–Ralph y Vanellope son dos parias en la primera película y dos novatos en esta. En Zootopia la protagonista es una coneja despreciada por sus compañeros. ¿Por qué le interesan esos personajes?

–Me gustan los personajes con defectos. Mis favoritos de Disney, por ejemplo, son Dumbo, Pinocho, personajes con fallas que cometen un montón de errores en sus caminos. No me interesan los personajes perfectos. Y cuando un personaje tiene problemas, también tiene espacio para crecer. Siempre me entusiasmé con ellos cuando veía una película, o leía o veía la televisión. No sé bien por qué, pero me atraen.

–Un tema común en ambos films de Ralph es que lo que hacés te define.

–Creo que eso pasa más con Vanellope, quien aquí descubre que su pasión es una parte enorme de su identidad. Lo que me gusta de esto es que no se aplica a Ralph. El es feliz con quién es y lo que hace, y cree que si no tuviese que trabajar nunca más, sería una vida perfecta.

–Pero en la primera parte sí se definía por su trabajo.

–Cierto. Pero en esta película ella se define como corredora. Está muy dentro suyo y si no lo tiene en su vida, entra en crisis, no se reconoce a sí misma. Y creo que esto se relaciona con un tema mayor, que es que no necesitamos pensar exactamente igual que otra gente, incluso que los amigos, para acercarnos a ellos. Ralph y Vanellope son dos tipos de personas distintas y eso no debería impedirles ser amigos. Es algo muy contemporáneo para pensar  era importante para nosotros hablar de eso.

–La primera película era un toque nostálgica...

–¡Era muy nostálgica! (ríe)

–... ahora avanzan rápidamente al presente, ¿por qué ese cambio?

–En la primera película esa nostalgia venía de nuestro amor por los viejos salones de videojuegos a los que íbamos de pequeños. Funcionaba bien en Estados Unidos y en otros lugares donde la cultura del arcade había tenido su momento. Pero se perdía en el resto del mundo. Y la verdad es que para nosotros el mundo es nuestra audiencia potencial. Si no hacemos películas para todos, o el mayor público posible, estamos fallando. ¿Así que cuál es el mundo que todos conocen al que podemos mandar a dos pequeños personajes digitales? Internet. Casi no hay ser humano hoy que no haya usado internet, salvo que esté muy aislado. Hoy Internet te toca de algún modo. Así que era el lugar para ir, y no seguir explotando la nostalgia, que ya había funcionado.

–Aun así, muchos pasajes de esta película, especialmente los chistes, se sustentan en referencias culturales. ¿Cómo lo abordaron?

–No fue fácil, sobre todo porque trabajamos con algo tan cambiante como la red. Cuando empezamos en 2014 sabíamos que lo que nos parecía gracioso en ese momento, iba a ser historia para 2018. Así que primero nos concentramos en el aspecto emocional del relato, la historia de los dos amigos. La hicimos todo lo sólida que pudimos. Y hacia el final del proceso dijimos ok, que esto sea como una foto de Internet hoy. No tenemos ilusiones de que va a durar para siempre, pero sí creemos que puede servir para saber cómo se siente hoy. Y que en los años por venir la gente diga “uy, así era Internet en 2018”.

–Un poco de nostalgia, pero para el futuro.

–¡Claro! En unos años. Bueno, capaz ya el mes que viene.

“Casi no hay ser humano hoy que no haya usado Internet”, dice Rich Moore sobre Wifi Ralph.