¿Cómo es estar en un escenario a su edad?

–Es complicado. Ahora me arreglo con el sillón, luego me arreglaré con otra cosa. Hay ejemplos: Alfredo Alcón estaba muy mal y eligió otra vez Fin de partida, donde pudo hacer a un tipo en silla de ruedas. No se podía levantar, realmente. Cuando terminaba la función había que hacer un apagón, la gente ovacionaba, y Furriel y el otro actor lo hacían subir de la silla. Cuando daban una señal se prendía la luz y él estaba agarrado de sus dos compañeros y saludaba. Y no daba lástima, sino una emoción enorme, porque su trabajo era espléndido y su voz estaba impecable. (Pepe) Soriano tiene casi 90 años y sigue trabajando. Mirtha Legrand, guste o no, sigue trabajando, y tiene la cabeza absolutamente en orden. Se acuerda de todo, te mete el dedo en el ojete, puede hablar con un político al mismo tiempo que con Silvia Süller y no se marea. Hay tantos ejemplos de gente de distintas capas, biologías y disciplinas que sigue laburando que me reconforta muchísimo.

–¿Asumía como un riesgo el hecho de salir solo al escenario?

–Hay mucha gente que cree que es un problema de presupuesto. No fue por ahorrar plata, sino porque yo tenía la necesidad de estar solo. También para uno es más negocio. Toda la gente que viene, pelito pa’ la vieja… aunque nunca pienso en eso, menos a esta altura de la vida. Tenía ganas de hacerlo. Es un desafío importante. Lo hice con todas las precauciones del caso. Silloncito, porque hay días en que no puedo estar parado todo el tiempo. Si fuera bailarín ya tendría que estar retirado hace un montón de tiempo. Pero al tener bien la voz y la cabeza, ya está. Salvo que tenga un impedimento físico muy importante voy a seguir trabajando.