Desde Brasilia. El flamante mandatario pidió ante los parlamentarios y las autoridades la aprobación de una legislación que garantice la impunidad de los policías acusados de matar a sospechosos y aseguró que inaugurará una nueva era diplomática sin "sesgo ideológico".

El nuevo signo de esa política externa puede constatarse en algunos de los convidados a la ceremonia como el secretario de Estado norteamericano Mke Pompeo, el premier israelí Benjamin Netanyahu y su colega húngaro, el neofascista Viktor Orbán. Faltó Andrés Manuel López Obrador, el presidente de la segunda potencia regional, pero estuvo el mandatario boliviano Evo Morales.

Desde Curitiba, donde está preso, Luiz Inácio Lula da Silva prometió que "2019 será un año de mucha resistencia para impedir que nuestro pueblo sea más castigado de lo que ya fue".

Cientos de militantes se reunieron a metros de la Superintendencia de la Policía Federal curitibana para desearle feliz año nuevo al exmandatario y cantar el himno de los partisanos Bella Ciao.

En Brasilia este domingo se registraron momentos de histeria bolsonarista y hostilidad contra la prensa. En la plaza ubicada frente al Palacio del Planalto, bajo una lluvia persistente,  los seguidores de Bolsonaro gritaron, y algunos lloraron, al decir "mito, mito".

Uno de los cánticos repetidos entre los bolsonaristas fue "La bandera brasileña nunca será roja". Otro de los personajes venerados fue el fallecido coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, el torturador más emblemático de la dictadura.

Hubo amenazas contra los periodistas que también fueron objeto de presiones por parte de las nuevas autoridades bajo el pretexto de aplicar medidas de seguridad nunca vistas. Bastante extravagantes.

La presidenta de la Federación Nacional de Periodistas, Maria José Braga le dijo a este diario que "Bolsonaro ya comenzó a acosar a la prensa, él tiene un especial recelo contra los periodistas".