Apenas se anunció en abril el regreso de Nick Cave a Buenos Aires, a 22 años de su primera y única visita al país, comenzó a rondar la posibilidad de que fuera el gran evento de 2018. O como mínimo uno de los mejores, para no ahogar las expectativas. Pero el australiano, quien vino respaldado por su sempiterno grupo, The Bad Seeds, no sólo no defraudó sino que también subió la vara y ofreció en el Estadio Cubierto Malvinas Argentinas su performance más movilizadora en esta capital. El músico de 61 años volvió a esta orilla del Río de la Plata de la mano de su más reciente álbum, Skeleton Tree (2016), el decimoséptimo con su agrupación insignia, marcado por la muerte de uno de sus mellizos, Arthur, de 15 años. Si bien en la previa de su show reconoció su fascinación por el hip hop, y el espacio que la doble hache le ganó al rock, el icono del post punk se mantuvo fiel a su impronta e hizo de su dolor y de sus fantasmas, de la misma forma que suelen hacer los raperos con su ego, un exorcismo colectivo.

Con Warren Ellis en calidad de socio, cómplice y sub capitán de The Bad Seeds, Nick Cave repasó ante una audiencia eufórica, que colmó el predio, un repertorio de tres décadas fermentado en soul, punk, blues y folk; y siempre con actitud visceral. Un clásico del tamaño de From Her to Eternity sostuvo un matiz más “piazzolesco” que de costumbre, mientras que Red Right Hand estuvo ataviada por el particular sello crooner del cantautor y Tupelo desbordó su radiante taciturnidad. No obstante, el asimismo líder de Grinderman en ningún momento descuidó su presente, al punto de que inició su show revisitando sus dos últimos trabajos. Y tampoco perdió su don para cautivar a las masas: lo hizo nada menos que acercándose hasta una de las plateas o reclutando a parte del público al escenario al momento de hacer The Weeping Song. Aunque seguidamente les prendió fuego, justo allá arriba, cuando desenfundó Stagger Lee. Aún faltaba el encore, pero qué va: el hechizo ya no tenía antídoto.

Pero en esta Encuesta del NO, Cave no se subió solo a la cima de la categoría de “mejor recital internacional del año” sino que la compartió con otro músico oriundo de Oceanía, además de uno de los más esperados en esta parte de Occidente: Connan Mockasin. Esta suerte de deidad freak del indie debutó en la capital argentina en noviembre, como acto internacional del Personal Fest 2018, donde corrió con la suerte de evadir el efusivo recibimiento meteorológico que obligó a la cancelación de la primera fecha. De hecho, en contra de los pronósticos, que auguraban otro día de tormentas para la segunda jornada, el neozelandés se presentó el domingo en una tarde soleada. Y a pesar de que debió recortar su set a causa de la reorganización de la grilla, le alcanzó para hacer una síntesis de su obra, incluyendo desde temas de su nuevo álbum, Jassbusters (2018), hasta sus hits I’m The Man That Will Find You y Forever Dolphin Love.

Aparte de su intervención en el festival, que tuvo una reincidencia en la actuación de MGMT, grupo con el que colaboró en su más reciente disco, Little Dark Age (2018), Mockasin protagonizó al día siguiente uno de los sideshows del Personal Fest. Ante un Niceto Club abarrotado, este músico que es pareja de la primera Playmate japonesa, Hiromi Oshima, comenzó su set con lo que mejor sabe hacer: pop remojado en onirismo. Y no sólo eso, sino que también fue generoso al no concentrarse en su tercer álbum solista, por más que significó su consagración. Es más: la primera canción de ese repertorio recién apareció poco antes de la mitad del recital, con Charlotte’s Thong. Antes entró en clima, apoyado por una banda tan delirante como efectiva, alternando temas de sus álbumes Forever Dolphin Love (2011) y Caramel (2013). A los que luego sumó los de Jassbusters, al igual que sus amigos músicos de Warpaint y MGMT, con los que se armó una fiesta que tuvo a manera de corolario una que se sabían todos: Lying Has To Stop, de su proyecto Soft Hair.

* La distinción de los de Nick Cave y Connan Mockasin como “mejor show internacional” está en el marco de la Encuesta del NO, donde lxs músicxs que fueron entrevistadxs durante el año eligieron lo que más disfrutaron de 2018.