La ópera fuera de la ópera, o por lo menos fuera del protocolo que desde hace siglos la sostiene como espectáculo ligado a la sala y la ceremonia como organismo y espíritu. De eso se trata, entre otras cosas, el Festival Opera Tigre, la experiencia que traslada materias de la lírica a escenarios naturales del Delta y que este año, en su cuarta edición, se enfocará en los temas del agua   –inevitablemente– y en Ulises a través de Claudio Monteverdi, de quien este año se cumplen cuatro siglos y medio de su nacimiento.

El evento, fundado y dirigido por Michal Znaniecki y Jon Paul Laka, tendrá una vez más su sede principal en la isla Kaiola Blue, sobre el Arroyo Gelvez, y dará inicio hoy a las 21, con un recital de la mezzosoprano Adriana Mastrángelo. La “estrella bajo las estrellas” ofrecerá un programa inspirado en el agua, con arias y canciones de Henry Purcell, Georg Friedrich Händel, Gabriel Fauré y Richard Strauss, además del celebérrimo Lamento di Arianna, única página que sobrevivió al tiempo de la ópera Arianna de Monteverdi. Del recital será parte además el barítono Leonardo Estévez, que interpretará canciones polacas de Moniuszko, Chopin y Paderewski, inspiradas también en el universo acuático.

Tras el concierto de apertura, el domingo a las 16 se presentará en el mismo escenario natural Due Penelope Ulisse, de Pino Carbone y Anna Carla Broegg, con las actuaciones de Giandomenico Cupaiolo y la misma Broegg y dirección de Carbone. La obra se detiene en el tema del reencuentro, en el momento en el cual el mito toma una dimensión privada, íntima.

El festival culminará, siempre en la isla Kaiola Blue, sobre el Arroyo Gelvez, los días 1, 2 y 3 de febrero a las 20.30 y el 4 a las 21, con El viaje de Ulises, un espectáculo con escenarios itinerantes, en el que los espectadores siguen en el curso natural del agua las aventuras y el regreso final del Odiseo, de Michal Znaniecki (en www.festivalopera tigre.com http://www.festivaloperatigre.com hay información sobre traslados y localidades).

Con Il Ritorno di Ulisse in Patria de Monteverdi como columna vertebral, la puesta de Znaniecki integra actores, cantantes, músicos, bailarines y proyecciones de video sobre pantallas de agua. Penélope será la mezzosoprano Mariana Rewerski, el barítono Leonardo Estévez será Ulises, la soprano Cecilia Arroyo interpretará a Minerva y el tenor Gabriel Centeno a Telémaco. La dirección musical es de Juan Casasbellas. “Ulises no deja de ser un tema central en la dinámica del mundo actual. Es un tema que duele en un mundo marcado por los movimientos migratorios y el dilema de volver o no volver”, asegura Znaniecki en conversación con PáginaI12.

“Un tema recurrente en el festival es el agua y en este caso la isla, Itaca, el lugar del regreso –continúa el puestista–. Con la obra de Monteverdi culmina el viaje, pero antes tenemos un recorrido: encontramos a Cíclope, a Circe, a Calipso. Pasamos por las sirenas y el público acompaña a Ulises, por lo que también puede pasar cerca de las sirenas y quedarse encantado”, describe.

A la manera de un pasticcio, Znanieki combina elementos que podrían estar en un posible viaje de Ulises y para cada circunstancia referencia músicas de Gluck, Purcell y Handel. Incluye también Viaje a Itaca, el bellísimo poema de Constantin Kavafis. “Es cuando Ulises se encuentra con los lotófagos, que ofrecen a él y su gente hojas de loto para comer, que hacen que se olviden de todo –explica Znaniecki–. Recurrimos al gran poeta griego porque será el intento de  recuperar su poema lo que permitirá reconstruir la memoria de la Itaca olvidada. Buscando recordar qué quiere decir cada sonido, cada palabra, cada frase, se recompone el poema. El mito de Ulises es poderoso y actual y a través de la ópera nos conecta con nuestros sueños, nuestras nostalgias. Todo esto, en la percepción de las cosas que da un marco de agua y selva como el que propone esta puesta, la vuelve más abierta, más sensible”.

La disposición del público también es diferente: acompaña a Ulises en grupos de diez personas, transformándose de algún modo parte de su tripulación, o por lo menos en testigos. “Uno camina y de pronto aparece Telémaco subido a un árbol, porque tiene miedo; o Minerva, impresionante en su inmensidad de Diosa. Mientras el pobre Ulises en el medio de esto avanza con su barquito    –detalla el director escénico–. Los cantantes están también en situaciones incómodas, y es interesante ver el modo en que el público abandona la comodidad de la butaca para entrar en un mundo y vivirlo directamente”.

–Hay una ilusión barroca en todo esto...

–Claro, es la ópera que remonta sus orígenes. Monteverdi, como padre de la ópera, es muy importante para mí. Ir a Monteverdi es recuperar la idea original de la ópera como diálogo. Pensar en espacios, no en salas de teatro con un escenario único. Me resulta estimulante salir de la protección de la ceremonia del teatro y encontrar la naturaleza de manera directa. En la ópera del período barroco eso funciona muy bien, porque es parte de su naturaleza. Por el festival pasaron cantantes muy importantes, que vinieron a cantar prácticamente sin cobrar, porque salvo el Municipio de Tigre y la Embajada de la República de Polonia en Buenos Aires, no tenemos apoyos significativos. Todos coinciden en que es mágico cantar en la isla, donde sin amplificaciones el sonido retumba en el agua, en los árboles.

Para los artistas de la ópera es estimulante salir de la sala, pero salir con el público. El hilo conductor de este festival es la participación, que comienza con el viaje en lancha para llegar al Tigre. Es el público el que va en busca del espectáculo, camina la isla y lo encuentra a medida que avanza. Y el espectáculo es la naturaleza.

–¿En este rasgo se podría fundamentar la identidad del Festival Opera Tigre?

– Es posible. Tenemos una identidad. En muchos puntos del mundo saben de nuestra existencia, aunque no se sepa bien de qué se trata. Es curioso, tenemos una marca reconocida como experiencia cautivante, pero no tanto como un festival de ópera. Pero como hasta ahora no tenemos demasiado apoyo de otras instituciones públicas o privadas, no podemos pensar en una marca Opera  Tigre. Igual seguimos nuestro viaje, acaso inspirados en Ulises, que nos dice que nunca hay que parar, dejar de experimentar. O como dice el poema de Kavafis: “el viaje ha sido tan importante, que te ha regalado tu Itaca”.