En las barriadas más postergadas de Rosario, el hambre no da tregua y el aumento en la demanda por un plato de comida se hace notorio en comedores y centros comunitarios. "Estamos en 580 raciones almuerzo por día, y a la tarde damos la copa de leche; pero sigue viniendo gente nueva. Hoy se presentaron dos mujeres porque en sus familias ya no hay trabajo. La desocupación nos preocupa mucho", dijo Mirtha, del centro comunitario San Cayetano, en barrio Ludueña, donde las mujeres se turnan para cocinar. Rosario/12 también visitó la casilla de Ucha, en el corazón de Villa Banana, donde un cartel anuncia: "Hoy, comida. Traer cubiertos. De 19 a 20". Desde afuera ya se siente el aroma de la tortilla de papas. Rodrigo "Bichito" Gauna, de la Asamblea por los Derechos de la Niñez y la Juventud, hizo una reflexión dolorosa: "Es increíble que tengan que sortear los días para comer". En barrio Toba las raciones no alcanzan, así que ni siquiera hay lista de espera. En el comedor de Montaldo la situación es diferente, pero unos 200 niños comen cada día, durante las vacaciones.

En la cocina del centro comunitario San Cayetano, el calor aprieta en este enero húmedo. Sobre el mediodía, cientos de personas llegan con su taper, olla o bandeja a buscar las raciones para la familia. "Hay mucha gente nueva que se sumó y vienen abuelos, gente sola, pero les decimos que primero vayan a otros comedores de la zona, a ver si les pueden ayudar ahí, sino que vuelvan. Y al otro día los tenemos acá de nuevo con su plato vacío. Todos vuelven", relataron Mirtha, Angélica, Alejandra y Gloria, las mujeres que cocinaban el martes en el espacio de Bielsa y Garzón, donde hace cuatro años mataron a Mercedes Delgado, una de las emblemáticas voluntarias.

"Hoy tenemos tallarines con salsa y carne", dijo una de las colaboradoras, mientras servía con un cucharón. Del otro lado, Mirtha cortaba la carne recién cocinada para agregar al estofado. "La provincia nos está dando 69.915,50 pesos por mes", señaló, como si tuviera la cifra anotada en alguna pared de la cocina. Nación, en tanto, ayuda desde Cáritas con algunos alimentos no perecederos; mientras que el Banco de Alimentos de Rosario brinda otra ayuda. "Este año no tuvimos deudas gracias al banquito", dijeron.

En agosto pasado, cuando este diario visitó el comedor, acababan de sumarse 150 bocas, y ya eran 550 las raciones diarias. "Ahora estamos en 580, pero va en aumento. Acá no hay vacaciones. Hoy se sumaron nuevas familias y en verano no merma el trabajo", dijo Mirtha. "Hay mucho desempleo, mucha desunión, por eso el país está así. Con la riqueza que tenemos, no tendríamos que tener ni comedores", lamentó la mujer, mientras corría de un lado otro.

 

Andres Macera
Las cocineras hacen un gran trabajo para elaborar los platos.

 

En el comedor de Ucha, en Villa Banana, el cartel ya está puesto: "Hoy, comida", anuncia. Es martes, y recién el viernes volverá a haber un plato lleno. Lunes y miércoles, solo la leche. Sábado y domingo, les pasa comida por la ventan a los vecinos que necesiten. "Estoy dándole solo a los chicos, unos 150 están viniendo. Pero todos los días no puedo, porque todavía no cobré la plata del comedor, por las vacaciones. Ahora estoy cocinando con mi plata. Si mi marido junta 400 pesos con el cartoneo, mando a alguien a comprar carne", relató la mujer a la que en diciembre le mataron una nieta de 15 años, mientras iba en moto con su novio, que tenía problemas con bandas de la zona. Por el crimen, no hay detenidos.

Ucha está acostumbrada a las injusticias. "Si es por los chicos vienen todos los días, porque necesitan; pero no puedo cocinar todos los días. El otro día les hice ñoquis, con el calor que hacía; y para hoy tengo tortilla de papa y carne picada", contó. En diciembre no pude cocinar, compré pollo y les armé unos bolsones a las familias, para las fiestas. Hay mucha necesidad, yo lo noto porque no alcanza. En el resto del año tengo 400 raciones", reveló.

 

"Acá no hay vacaciones, en verano no merma el trabajo. Hay mucho desempleo, y la desesperación de la gente es grande".

 

En barrio Toba, se sumaron 120 personas a las 450 que había en agosto; y hay unos 200 niños que comen de lo que cocina Rosa, con el aporte que le hace la provincia. "Hacen falta muchas cosas, así que a los que puedan colaborar con el comedor les estaremos agradecidos porque ya ni lista de espera tengo de tanta gente que viene, sobre todo niños", dijo la mujer que el viernes preparaba fideos con tuco y quiso que su teléfono sea publicado "para quienes nos quieran ayudar" (155‑093278). Solo reparte raciones los viernes y sábado; mientras que los miércoles se encarga de la copa de leche.

 

El comedor de Montaldo

La situación en el comedor del padre Montaldo, como todos lo conocen, es diferente. Se trata de un comedor escolar, que funciona con aportes del Ministerio de Educación, incluso en verano. En la actualidad, unos 200 niños y adolescentes comen allí durante las vacaciones, en dos turnos. Mora es ecónoma del comedor y dijo a este diario que "siempre baja el número en esta época". En ese sentido, dijo que "no siempre vienen los mismos chicos, son poco inconstantes. Nosotros cocinamos para todos los que tuvieron intención de venir y hacemos un promedio diario. A veces corremos riesgos, pero improvisamos y nadie se queda sin comer. La demanda está siempre, sobre todo de los que no son alumnos, de gente grande o algún nuevo vecino que nos pide retirar comida, pero es imposible; igual siempre algo les damos de las donaciones que nos llegan. Edgardo pensó este espacio en vinculación con otras instituciones, como una red, y la intersectorial de Ludueña", relató la ecónoma. La mujer indicó que los pibes comen en el comedor con 8.20 pesos, por día, cada uno. "Hay un aumento muy reciente, pero es difícil, porque hay un menú que respetar, que lo impone el Estado, pero ellos mismos te dan menos de lo necesario para cumplimentarlo", señaló. Al mismo tiempo, dijo que hay un refuerzo de poco dinero con Nación (1.60 pesos, por ración diaria). También destacó el beneficio de ser asistidos por el Banco de Alimentos. "Si fuera por los chicos, con el calor que hace estarían comiendo polenta con salsa. Buscamos platos sustanciosos, porque muchas veces es el único del día".

Quienes trabajaron con el padre Edgardo Montaldo, fallecido el 25 de diciembre pasado, cuentan que "si no le hubiera dado el ACV tiempo atrás, él se hubiera muerto acá", en el comedor. "Es imposible dejar de ser referencia una vez que te instalaste como tal. Y acá la gente llegaba igual y Montaldo seguía estando", dijo Mora. Bichito, que también trabajó con Montaldo, recordó que no pudo estar en las fiestas cerca del padre.

 

Las organizaciones hablan

Miembros de la organización Causa y de la Asamblea por los Derechos de la Niñez acompañaron a este diario en la recorrida. Facundo Peralta, que pertenece a ambas, dijo que "la desigualdad es cada vez más profunda". También lamentó que "hay gente que junta cartones para darle de comer a los pibes, en los barrios; y por otro lado están los que hacen lo posible para evadir impuestos y no cumplir con sus responsabilidades, como hacen muchos empresarios. La brecha es enorme. Para los de arriba, los pobres son una amenaza. Pero el hambre es un crimen". Además, lamentó "el equipamiento en seguridad que puso el gobierno con las camionetas último modelo para la policía, circulando por los barrios. Es un contraste claro al ver a mujeres como Ucha juntando 400 pesos para darle de comer a los pibes. Ahí vemos en qué invierte el gobierno, y en qué no".