En la madrugada del sábado, en París, donde había nacido en febrero de 1982, murió Michel Legrand. Tenía 86 años y todavía varios proyectos por cumplir, entre ellos dos conciertos en abril en la “ciudad luz”. Compositor, pianista, director y arreglador, Legrand resumió en la música para cine su formación clásica, su gusto por el jazz, su sensibilidad para la orquestación y su instinto infalible para la canción. Ganador de tres Premios Oscar –fue candidato en trece oportunidades–, compuso más de 200 columnas sonoras para directores de la talla de Jean-Luc Godard, Orson Welles, Clint Eastwood, Joseph Losey Richard Lester, Sydney Pollack, Robert Altman, por nombrar algunos.

Hijo de Marcelle der Mikaelian, dama de la alta sociedad armenia, y Raymond Legrand, un compositor y director de orquesta que abandonó la familia cuando recién cumplía 3 años, a los 10 Legrand al conservatorio de París. Más tarde completó su formación en el estudio de Nadia Boulanger. En la década de 1950, Legrand comenzó su trabajo como orquestador, arreglando música para Maurice Chevalier, Jacques Brel, Édith Piaf y también para Dizzy Gillespie, que lo acercó definitivamente al mundo del jazz. Eso es evidente en Legrand Jazz, grabado en 1958: Miles Davis, John Coltrane y Bill Evans, entre otros, colaboraron en versiones de clásicos como “Wild Man Blues”, “Jitterbug Waltz”, “Nuages” y “Nigth in Tunisia”. 

Su trabajo en cine comenzó en los ‘60, en épocas de la Nouvelle Vague. Fue colaborador privilegiado de Claude Chabrol, Jean-Luc Godard y Agnès Varda, pero el encuentro más prolífico lo produjo con Jacques Demy, con quien creó una nueva forma de película musical en la que los diálogos se cantan por completo. En 1966, Legrand era celebrado en Europa por una personal vena melódica que reflejaba melancólico optimismo y por sus ideas en torno a la orquesta y el arreglo instrumental, en las que se cruzaban las tradiciones académicas con las del jazz. Esas características conformaron un estilo de referencia, que todavía perdura. Fue entonces que su amigo Henry Mancini lo invitó a trabajar a Hollywood. Con la canción “Los molinos de tu mente”, de la película El caso de Thomas Crown, obtuvo su primer Oscar en 1969, al que le siguieron otras dos estatuillas por Verano del 42 (1972) y Yentl (1984).

Consolidado como una marca inconfundible para la música para cine y con muchas de sus canciones convertidas en estandars de jazz, Legrand supo actualizar el estilo popular y entrador de sus temas. En la de Dingo (1992), de Rolf de Heer, volvió al jazz y contó con la extraordinaria contribución de Miles Davis. También volvió al cine de autor francés con Los miserables (1995) de Claude Lelouch. El año pasado publicó su autobiografía, J’ai le regret de vous dire oui (Lamento decir que sí), pero su fervor autobiográfico había comenzado a expresarse en 1989 cuando se hizo cargo de la dirección de Cinco días en junio. En 2016 fue invitado de honor del Bafici y también dirigió su música en el Teatro Colón, al frente de la Orquesta Estable.