En Sex Education, una de las nuevas ofertas de la plataforma Netflix, Asa Butterfield hace tres furiosos intentos por masturbarse. El actor –que de niño, en 2011, protagonizó el film fantástico La invención de Hugo Cabret, de Martin Scorsese– también guía a una pareja lesbiana a través de su acto sexual, acompaña a una amiga a un aborto y contiene al típico matón de escuela que está  sufriendo una sobredosis de Viagra particularmente dolorosa. Es el tipo de personaje que parece gritar “Crecí, y quiero que todos ustedes lo sepan”. Pero el actor de 21 años no está en Sex Education para shockear a nadie. Al menos, no por el mero hecho de hacerlo.

Butterfield, que supo ser muy convincente como el autista amante del álgebra en X+Y (2014), interpreta a Otis, un raro y sexualmente reprimido muchacho de 16 años. Su madre Jean –una Gillian Anderson aceradamente glamorosa– y su mejor amigo Eric (Ncuti Gatwa), gregario y gay pasan el tiempo obsesionados por su posición en la cadena alimenticia escolar. Otis, de todos modos, bien podría ser “ese pibe en el rincón que no conoce nadie.” Hasta que es persuadido por Maeve (Emma Mackey), una enigmática solitaria que corrige la gramática de los mensajes que en el baño la señalan como puta, para convertirse en el terapista sexual del colegio. “Sos como una especie de extraño sabio sexual”, le dice. “Es raro pero impresionante”. Es una premisa poco plausible, casi bizarra, pero el programa la utiliza para explorar hábilmente temas como el consentimiento, la presión de los pares y la sexualidad en general. 

Vestido con un traje verde y con el pelo teñido de rubio, Butterfield es notoriamente más cool que Otis, quizá de manera autoconsciente. Aunque dejó la escuela tres años atrás, entra a la habitación con el aire de alguien que llega a clase a regañadientes. “Para ser totalmente honesto, todavía me estoy despertando”, dice mientras se deja caer en una silla. Aun así, a medida que habla y a pesar de algunos mal reprimidos bostezos, luce cortés y conectado. “De algún modo pensé que la serie podía ser divisiva por su temática, su tono y su contenido”, dice Butterfield, con las piernas apoyadas en la mesita frente a él. “Pero la gente realmente se está enganchando. Sé que tiene que ver con el título, pero leí algunas cosas de gente que genuinamente aprendió más viendo este show que lo que aprendió de cualquier educación sexual que haya tenido en la escuela. Mi personaje toca varias cuestiones, como el vaginismo, que yo ni siquiera sabía que existía. Así que hay cierta clase de educación, la educación de lo “normal” en el sexo, y cuán extraño es cuando sos un adolescente, y hasta qué punto nadie es ‘normal’”.

Disfrutó, también, de la dinámica entre su personaje y el de Eric. “No creo que hayamos visto antes una relación como la de ellos dos. Incluso cuando leí el guión por primera vez, no percibí el significado de eso. Verlo en un programa de televisión, cuando tenés un pibe blanco hetero y un pibe negro gay que son mejores amigos, y ni siquiera se subraye ese hecho... es lo que es, y nadie llama la atención sobre eso. Creo que es importante. Espero que sea esperanzador para otros chicos, sean gay o tengan un amigo gay. Que sean más tolerantes y que tengan más confianza”.

Una serie exitosa de Netflix puede cambiar la vida de un actor.

Claramente, Butterfield no tiene la torpeza casi dolorosa de Otis, pero se relaciona con él de otras maneras. Por ejemplo, “el es un poco un outsider pero es muy observador, muy paciente; es bueno para escuchar a la gente, y creo que esas son virtudes que yo también tengo”. Por otro lado, su madre también es psicóloga. “Obviamente, mi madre no está ni cerca de ser tan despótica e invasiva como Jean”, sonríe. “Pero mientras crecía sabía que si decía algo tenía que... no ser cuidadoso, pero a menudo podía preguntarme por qué pensaba algo, y a veces no tenía realmente una respuesta. Había un elemento de saber que ella estaba analizando, simplemente porque había estudiado psicología humana. Es algo que no se puede evitar”.

¿Y cómo se relaciona la experiencia escolar de Butterfield con la de Otis, es comparable? “Hay similitudes, como los encuentros escolares y los discursos del rector”, dice. OK, pero ¿y la experiencia personal? ¿Quería él ser ese tipo en el rincón que nadie percibe? “Estaba un poco en el medio”, se encoge de hombros. “Nunca fui el más ruidoso en clase, ni tampoco el más tranquilo. Era un tipo común”. Eso parece ser todo lo que revelará. Butterfield es cuidadoso con sus palabras, incluso al punto de parecer demasiado reservado; no está dispuesto a decir nada vagamente polémico. Si vira hacia eso, se dice a sí mismo “no, empezá de nuevo”, como si estuviera en el set de filmación y hubiera equivocado las líneas de diálogo. Es similarmente reticente cuando se le pregunta si ha discutido con sus compañeras de elenco algunas de las experiencias femeninas que aborda la serie, como el aborto, el porno de venganza y las acusaciones de “puta”. “Eeehh... no hemos tenido conversaciones profundas sobre eso”, dice. “Obviamente surgieron algunas cosas. En algunas tomas estamos realmente cerca, como puede imaginarse de un programa como éste; rápidamente aparecen secretos y llegás a conocer al otro muy bien”.

No es nada sorprendente que sea así: Butterfield ha estado bajo los focos desde que era muy joven. A los 11 años fue el hijo de un oficial nazi en el drama sobre el Holocausto El niño con el piyama a rayas (Mark Herman, 2008), y desde entonces no paró de trabajar. Incluso se las arregló perfectamente para navegar la transición del niño actor al adolescente, interpretando a un joven genio militar junto a Harrison Ford en El juego de Ender (Gavin Hood, 2013), y un joven adoptado y drogadicto en Ten Thousand Saints (Shari Springer Berman y Robert Pulcini, 2015). Durante todo eso, permaneció en la misma escuela estatal del noreste de Londres.

Para muchos niños actores, volver a la escuela después de obtener un protagónico es traumático. Maisie Williams, una de las estrellas de Game of Thrones, recientemente admitió que luego der elegida para interpretar a Arya Stark la escuela se convirtió en “una experiencia horrible”. “Podía ver cómo podía joderte, especialmente para los más jóvenes; pero tuve suficiente suerte como para que no cambiara la manera en que la gente me trataba”, dice Butterfield. “De hecho, más que otros, fueron los maestros quienes me trataron diferente. Ellos eran quienes hablar conmigo después de clase y darme un tratamiento diferente. Yo pensaba ‘¡vamos, castíguenme por algo, dénme tarea para el hogar!’. Disfruté poder tener esa mundanidad. Todo se vuelve un poco loco cuando estás filmando”.

Dado que busca lo mundano y se describe como “común”, es de preguntarse cómo se maneja con la atención que está obteniendo desde que Sex Education llegó a Netflix. Hasta ahora operaba en cierto nivel de fama, esa que hace que lo veas en la calle y lo reconozcas, pero que ya se habrá ido cuando te des cuenta de dónde: eso parece encajar con su personalidad. Pero una serie de Netflix que llama al maratón encadenado puede cambiar la vida de un actor de la noche a la mañana. Basta preguntarle a las estrellas de 13 Reasons Why o de Stranger Things. Pero se muestra despreocupado con respecto a todo el asunto. “No me lo tomo demasiado en serio. Con respecto a eso, la semana pasada fue un poco enloquecida, en términos de la atención que se puso en mí. Pero no dejo que el asunto me sobrepase”. Es de esperar que sea cierto, porque es probable que en breve ya no pueda insistir demasiado en eso de ser “un tipo común”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.