“Hay que tener una honestidad muy grande cuando hacés humor político”, entiende el actor cordobés Max Delupi, uno de los creadores de la dupla Thelma y Nancy, popularizada en la pantalla chica por el programa Bajada de línea, que conducía Víctor Hugo Morales. Thelma y Nancy, estas dos señoras de clase acomodada que sienten alergia por todo lo que provenga del campo nacional y popular, volverán a las tablas hoy y el viernes 15 de febrero, a las 21, en la Sala Siranush (Armenia 1353). Surgidos al calor de los gobiernos kirchneristas, los personajes cobran otro sentido en tiempos macristas. Según Delupi, quien encarna el papel de Nancy, el contexto y el clima social es determinante al momento de hacer humor político. “Una cosa era hacer este show con Cristina (Kirchner) y otra cosa es hacerlo con (Mauricio) Macri. Porque una cosa es reírte del gorila que está en la oposición y de lo que quiere hacer; pero otra muy distinta es cuando lo está haciendo: no me puedo reír del ‘negro empoderado’ cagado a palos por Patricia Bullrich en la calle”, distingue el humorista.

  “Este espectáculo intenta tener un sentido histórico, no es un show de stand-up donde hay un pibe que está una hora haciéndote reír sobre situaciones cotidianas”, amplía el también hombre de radio. “No hacemos, por ejemplo, chistes sobre derechos humanos, porque lo que se está haciendo en este país en esa materia no es gracioso. Entonces, hay que ir buscando qué cosas aportan y construyen una sociedad mejor. Cuando uno se siente parte de un proyecto puede intentar hacer un guión que pegue, pero tiene que haber una responsabilidad, porque sino sos un loquito que lo único que querés es vender entradas”. Lo que se verá arriba del escenario será una combinación de dos espectáculos: la rutina de Thelma y Nancy (que se completa con el actor Beto Bernuez) y Fernet Concert, un show de variedades con sketchs, monólogos y canciones de Agustín López Nuñez, quien también hace las veces de presentador y se despacha con una delirante imitación de Lilita Carrió, entre otros personajes. Además, no faltará el ya clásico número de la Teoría del SIM (Sorete Imposibilitado de Mirarse), un monólogo hilarante que intentará descubrir “por qué a los argentinos nos va así y, sobre todo, porqué votamos como votamos”. 

  Bajo la producción de Gabriel Grosvald y Daniel Niborski, la puesta está íntegramente atravesada por el devenir de la agenda política y mediática. “El guión de este espectáculo se hace a la medida de las noticias de la semana, se va actualizando permanentemente”, cuenta Delupi, quién está “obligado” a mantenerse todo el tiempo informado. Los sketchs abordan con humor temas de actualidad como “la inseguridad, el dólar, la suba de los precios” y la realidad política de América del Sur. “Salvo Evo Morales, desde que nosotros arrancamos, en 2009, cambiaron todos los presidentes de la región”, grafica. “Es imposible hacer esto sin tener un ritmo político y una lectura de la realidad. Esto va cambiando muy rápido. Quizás te desaparece de la escena política un dirigente sobre el que vos tenías un gag. Durante un tiempo, (Diego) Bossio hacía reír mucho, pero hoy la gente habla más de (Sergio) Massa o (Juan Manuel) Urtubey. Hay muchos chistes que a la literalidad del kirchnerismo no le caen muy bien, porque hay mucha gente fanatizada. Siempre sale alguno ofendido de la sala”.

–La esencia del humor es incomodar...

  –Sí, la esencia del humor siempre es incomodar y nosotros lo hacemos. Nosotros gastábamos al kirchnerismo por su visión poco federal. Hay cosas que no caen bien. Me parece que también es la función del artista. Esto es un show        de humor político, no un show de humor partidario-militante. Obvio que nosotros tenemos una posición política, pero nos permitimos una mirada crítica.

–Thelma y Nancy proponían una caricatura de la derecha y el antiperonismo desde antes de la llegada de Macri al poder. ¿Cobraron más fuerza estos personajes con el nuevo gobierno?

  –Los personajes estos pegaron mucho. Es una caricatura de la gente que odia por odiar, que no tiene argumentación política. Todos tenemos una Thelma y una Nancy; son estereotipos que se pueden encontrar en cualquier familia. Thelma es una mujer de clase alta que vive en un country y tiene un marido millonario, que con Cristina le iba bárbaro pero ahora le va muy mal. Y Nancy es una persona de clase media que vive en Caballito y    su marido, Nacho, es peronista y kirchnerista. La rutina plantea el choque entre una clase media que quiere ascender de posición social y la de una clase que está en la cúspide del dinero. Más allá del guión, hay un gran margen para la improvisación con los temas más relevantes de la actualidad. Hoy probablemente hablen de Brasil y Bolsonaro, de Venezuela y Maduro, del caso Nisman y del feminismo. Es el reflejo exagerado e irónico de lo que la sociedad argentina va viviendo. En definitiva, es lo que genera (en la sociedad) ese periodismo formador de opinión que todos los días te taladra con argumentos vacíos para acomodar determinada información a sus intereses.

 –¿Y qué pasa con el público?

  –Es un show que al comienzo veía gente que no lo entendía, después empezaron a venir tipos del palo, kirchneristas o filokirchneristas; y hoy va mucha gente que se interesa por la política pero filtrada por la televisión. A nosotros nos viene a ver un montón de gente que votó a Macri y no se banca a Cristina. Una cosa rara. Una vez una mujer me dijo que votó a Cristina por mí: “Mis hijos me mostraban los sketchs de Thelma y Nancy, y me decían que era yo. Y como me vi tan ridícula, cambié mi voto”. A la salida del teatro, algunos confiesan que votaron a Macri y se arrepintieron. Quizás queda mal que lo diga, pero nosotros vendemos más entradas ahora que con Cristina. No nos reímos solo del gorila, nos interesa reírnos de todos y terminar con la obviedad.