Era momento de renovar su visa de tres años, y a Juan Zaballa le daba paja venir sólo por eso, así que se armó una gira. Desde que se instaló en Nueva York en 2012, las canciones de su alter ego Tall Juan lo llevaron a trabar amistad y proyectos con el uruguayo Juan Wauters, grabar y vivir con Mac DeMarco, y tocar por ciudades europeas y gran parte de yanquilandia. Hasta entonces, este chico de San Antonio de Padua, ex bajista en Fantasmagoria, no había recorrido mucho su país, por lo que sintió que se debía una vuelta de reconocimiento. “A diferencia de otras ciudades, salir con un auto por acá puede ser más costoso”, dice. “Aproveché que tenía dinero guardado y decidí tomarlo como un viaje con amigos. No importa si recupero o no, pero me alquilo un auto y me voy con ellos a tocar por todos lados.”

Su banda, durante las nueve fechas por Chile, Argentina y Uruguay, tendrá a otro ex Fantasmagoria –y actual Bandera de Niebla–, Nacho Brizuela en batería, y a un “amigo de Ituzaingo”, Javier Risso, ex Cucsifae, en bajo. Con esa formación tocará el sábado 11 en Mendoza (con Perras on the Beach), el martes 14 en Bariloche (con Ice Cream), el jueves 16 en Rosario y el viernes 17 en Club Belle Epoque de Córdoba (ambas con Walter TV) y el sábado 18 en Niceto Club, en el Yolanda Festival (también con Walter TV y OK Pirámides).

Con un álbum titulado Joya Nedo –deformación de la expresión “joya, negro”– pronto a salir vía BUFU Records, el estilo bubblegum de su guitarra acústica, su voz Joey-esca y el estar instalado en Far Rockaway hacen inevitable mencionar a Ramones. “Es una de las bandas que más me gustan y creo que lo que estoy haciendo está bastante influenciado por ellos pero también por Beatles. Trato de hacer canciones que se puedan tocar sólo con la guitarra. Juan Wauters y su banda The Beets me influenciaron mucho también.”

Inevitablemente habla de Trump, el cierre a los inmigrantes y la incertidumbre por la renovación de su visa de artista, aunque pone en perspectiva: “Hay cosas mil veces peor que que un artista no pueda ir para allá”. Todo su entorno, sus conocidos, continúan shockeados. “Puede resultar bueno que la gente despierte un poco de esa comodidad en el que estaba. Los gringos son más pasivos, no se levantan a protestar. No es como en Francia, que pibes y pibas de 17 ya tienen una ideología política. Está todo muy denso, el racismo está a pleno y el machismo también”, dice.

Y le interesa dejar en claro que si bien viene a presentar un show de rock, no acuerda con los abusos de género que atravesaron la escena recientemente: “Esa cosa de ponerse en un pedestal por hacer música es cualquiera. Hay que dejar de ser fanáticos y dejar de soportar cualquier cosa de alguien porque es famoso”.