La nueva sala Caras y Caretas 2037, relanzada ahora como espacio teatral, tuvo el viernes el mejor inicio con una obra a esta altura emblemática de la escena teatral independiente: Terrenal, de Mauricio Kartun, que va por su quinta temporada y sigue llenando funciones, convocando a nuevos espectadores y también a esos que distinguen a esta obra: los “repetidores”, que van a verla una y otra vez, encontrándole nuevos sentidos, sorprendiéndose y riéndose con nuevos detalles y desmenuzando cada línea de diálogo. Desde este fin de semana, y en principio por dos meses, la obra podrá verse en el nuevo Teatro CC2037 de Sarmiento 2037 con funciones los viernes, sábados y domingos.

El lanzamiento del espacio como sala teatral, y de la temporada de Terrenal (la primera fija fuera de su sala original, el Teatro del Pueblo, que cerró para mudarse a un espacio nuevo) mereció un brindis previo al que asistieron numerosos actores, actrices, directores, escritores, músicos, y personalidades de organizaciones sociales y políticas. Entre otros, Nora Cortiñas, Rodolfo García, María Onetto, María Ibarreta, Renata Schussheim, Oscar Araiz, Selva Almada, Daniel Fanego, Ernesto Larrese, Alejandro Vannelli, Artemio López, Ana María Careaga, María Seoane, Gabo Correa, Rep, Luis Ziembrowski y Marcelo Melingo, quien será además programador de la sala teatral. También, claro, el mismo Kartun, quien como en cada función, además de autor y director, ofició de “productor ad honorem”, chequeando que todo marche bien en la sala y en el camarín, y que además dedicó unas palabras a la nueva sala al finalizar la función.

Terrenal lleva más de 700 funciones, giras por todo el país y diez internacionales (en España fue reconocida como uno de los dos mejores estrenos extranjeros), que este año se retomarán. Más allá de los números -–que por cierto sorprenden para la escena local independiente, sobre todo en tiempos de macrisis— lo que nunca deja de impresionar en esta obra es el modo en que logra, con una escena muy simple y hasta clownesca, hablar profundamente del presente y del pasado, de las cuestiones fundantes (del mito bíblico a las bases del sistema capitalista), y así las cosas, de lo que se entiende y se siente por propiedad, por felicidad o realización personal, del margen para la fraternidad (im)posible, entre otras yerbas. Y todo sin dejar de despertar risas, y hasta alguna carcajada.

En un loteo perdido en el tiempo y el espacio (aunque ubicado “en el camino que va a Tigris”), sin vecino alguno a la vista, Caín --productor morronero- y Abel --vagabundo, vendedor de carnada viva en una banquina del asfalto que va al Tigris--, comparten sus días a sopapos. Ese terreno es, en palabras del autor, "su edén ordinario, partido al medio, al que nunca podrán volver morada común: la dialéctica imperecedera entre el sedentario y el nómade”. Aquí ubica Kartun la historia bíblica del fratricidio fundante, el modo en que todo empezó.

El “pequeño misterio ácrata” vuelve a escena con Tony Lestingi reemplazando a Claudio Da Passano en el rol de Abel --aunque no será un papel nuevo para él, que ya había interpretado al personaje en 2017--, Claudio Martínez Bel, que sigue en la piel de Caín, y Rafael Bruza como “Tatita” (antes interpretado por Claudio Rissi), ese dios criollo, bastante chanta e inasible que vuelve al terreno y se reencuentra con sus hijos después de veinte años. “Cuando hay un trabajo actoral de esta magnitud, el teatro es una sorpresa en cada función. Porque los actores son sorprendentes. Independientemente de su enorme calidad, tienen algo que produce sorpresa, que generan un humor muy singular por la energía, la capacidad y la improvisación que ponen en juego en cada función. Y por eso no solo se sorprende quien los ve por primera vez: el que vuelve, vuelve a sentir la emoción de la primera vez, y en estos textos complejos se va accediendo a nuevos significados”, los alaba Kartun.

“A veces las obras son como los hijos: uno los apaña durante un tiempo, pero luego ya empiezan a andar solos, toman su camino. Y la verdad es que esta obra se ha movido de un tiempo a esta parte por su misma energía”, comenta Kartun a PáginaI12 un rato antes del inicio de la primera función de la nueva temporada. “Ahora somos nosotros los que la acompañamos, ya no la empujamos. Somos, en todo caso, consejeros, contenedores. También como con los hijos”, completa la idea el dramaturgo, que actualmente también tiene en escena La suerte de la fea (en el teatro Picadero), y está preparando un nuevo espectáculo que estrenará en el San martín en septiembre.

Al final de la obra, con el público agradeciendo con un aplauso cerrado y largo a los actores y al director, este último se tomó unos minutos para agradecer: “Nos da mucha alegría ser el espectáculo que inaugura esta sala en el corazón del circuito teatral porteño. Nos alegra porque cuenta con un equipo de producción, artístico y técnico dedicado y comprometido. Y porque una sala de teatro que crece en el contexto de una universidad, es un hecho absolutamente atípico. Y que esa universidad crezca en el marco de una organización gremial, mucho más. Forma parte de algo superador y bello, que es un proyecto. Agradecemos mucho ser parte de ese proyecto”. 

* Terrenal hará funciones todos los viernes y sábados a las 21 en Teatro CC2037, Sarmiento 2037. Las entradas se podrán adquirir en la sala, en Venezuela 330, en Junín 365 (librería Caras y Caretas) o por alternativa teatral. Informes: 5354--6613.