Todo estaba fríamente calculado. La Secretaría de Deportes serviría de trampolín a Carlos Mac Allister para llegar a ser candidato y después gobernador de La Pampa. Futuro promisorio garantizado, con la chapa de Cambiemos, la camiseta amarilla de PRO y los virtuales logros de gestión.

Con diferenciaciones locales y personales, José Cano (radical y político de carrera él) contaría con el Plan Belgrano para viajar en tren bala a la gobernación tucumana. 

Dos provincias peronistas para conquistar, un diseño sagaz… ¿qué podía fallar? Dos cuestiones, por lo menos. 

La estrella de PRO brilla con menos fulgor, en buena dosis merced a los tenaces esfuerzos de sus economistas y del Fondo Monetario Internacional (FMI). 

La segunda: ostentar un cargo nacional no basta para seducir votos de comprovincianos. Es forzoso laburar, mejorar el área, favorecer a “la gente”. El Colorado Mac Allister fracasó como secretario, su repartición fue disuelta. Cano, apenas, consumó la inexistencia del Plan Belgrano. 

Mac Allister: game over. Cano, de momento, sostiene sus ambiciones pero en los comicios de 2017 le fue fatal y todo indica que Cambiemos optará por alguna otra figura menos cascoteada.

Hay una lista con otros “gobernadores que no fueron” del laboratorio de políticas públicas de PRO: incluye un ministro y un referí. Ya los mentaremos, por ahora quedémonos en La Pampa.

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La Pampa, como Castrilli: En 1996, cuando Maradona jugaba en Boca, este equipo perdió un partido célebre contra Vélez en el Fortín. El árbitro Javier Castrilli hizo gala de su severidad respecto los xeneizes: penales en contra, jugadas discutidas, tres expulsados, incluyendo a Diego. El partido terminó 5-1 a favor de Vélez. El Colorado Mc Allister sufrió casi todo el baile: le mostraron tarjeta roja sobre la hora. Posiblemente desde entonces y hasta el domingo pasado no se comió una goleada de ese porte….

En internas no obligatorias, el candidato radical Daniel Kronenberger le propinó una paliza onda 65 a 35 quedándose con la candidatura a gobernador. El triunfador exaltó en público añejas virtudes políticas: la militancia, los comités, los partidos políticos organizados. 

Desde la restauración democrática en solo 7 de las 24 provincias gobernó un solo partido. El Movimiento Popular Neuquino ostenta la exclusividad de una fuerza provincial  invicta. El peronismo es torazo en los otros seis rodeos monocolores. La Pampa, entre ellos.

Territorio chico, si se mide por población. Peruca al mango, con gobernadores que tallaron fuerte en el escenario nacional: el ex Rubén Marín, el actual Carlos Verna. Potentes líderes locales, que empiezan su retiro.

La organización de la interna combinó mesas para afiliados y otras para independientes. La asistencia resultó baja. Lógico si no media obligatoriedad, se dirimen internas, el calor aprieta y existen otros atractivos para un domingo de verano.

Los peronistas celebraron tanto como los radicales. Para gobernador se pactó lista de unidad: va el delfín de Verna, Sergio Ziliotto. Un dirigente de La Cámpora, Luciano di Napoli, ganó en una interna muy reñida la postulación para intendente de Santa Rosa, la capital. En  la segunda ciudad de la provincia, General Pico, es candidata peronista Fernanda Alonso, ministra de la actual administración. 

El periodista pampeano Pablo Ferrero resalta que son dos “sub 45”, de una nueva camada que inicia un trasvase generacional. En los festejos partidarios, la militancia peronista coreó consignas por la unidad, imprescindible para conservar la provincia y recuperar sus municipios más importantes.

Cada provincia argentina es única en su comportamiento electoral. Existen patrones comunes o semejanzas pero mirando en detalle se notan cuan variopintas son las historias, tradiciones, la alternancia o las primacías.

Los veredictos de un terruño no contagian a los otros 23. Los ciudadanos de diferentes pagos no copian a los demás ni los imitan. Sin embargo, inciden en el clima político. Los ejemplos cunden, aleccionan, los estados de ánimo colectivo suben o bajan al vaivén de las experiencias.

Allende las fronteras pampeanas, los radicales salen estimulados a ir por más. 

Los peronistas testean formatos de unidad. 

PRO no atraviesa un buen momento, diría un conocido relator deportivo. Lo que perjudica a un ex jugador tanto como a un ex referí, el cordobés Héctor Baldassi.

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La rebelión boina blanca: Después de la votación de 2017 los estrategas de PRO, agrandados, soñaban con que el ex árbitro fuera el paladín de Cambiemos en la provincia mediterránea. Las constelaciones daban la impresión de haberse alineado a favor de la Casa Rosada. Desafiaba a un hueso duro de roer, mayor en los papeles a La Pampa. La Unión Cívica Radical (UCR) cordobesa tiene historia, gravitación y experiencia de haber gobernado. 

Pasaron cosas. La UCR vetó de modo inapelable a “la coneja” Baldassi, hace meses.

Dos de sus cuadros –el diputado Mario Negri y el intendente de la ciudad de Córdoba, Ramón Mestre– pulsean con furor por representar a Cambiemos. Mestre, chimentan con tonada, suma el apoyo del aparato partidario radical. Mucho más poderoso y mejor implantado que los sellos de goma que encabezan los aliados de Negri: Luis “quién te ha visto y quién te ve” Juez y Baldassi. 

Cada facción ostenta encuestas poco creíbles que le garantizan el éxito. 

La Casa Rosada rebanca a Negri: le pidió a Mestre que se retirara, fomentando una nueva desobediencia boina blanca. Los correligionarios se sacan chispazos aunque ellos mismos concuerdan: el gobernador Juan Schiaretti es favorito en las apuestas deportivas. Como siempre, se subraya que nadie triunfa antes de que se escrute el último voto y se difunden los pálpitos compartidos.

El kirchnerismo cordobés desempeña un pobre papel electoral desde hace demasiados años. Su porvenir tiende a bifurcarse: o sumarse al dispositivo de Schiaretti o conformar una lista sin aspiraciones para prevalecer en la contienda. Ni, verosímilmente, para acopiar un porcentaje de dos dígitos del padrón.

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Entre Ríos y linajes: El ministro del Interior, Rogelio Frigerio (nieto), soñaba cambiar una tradición de su familia. Muchos Frigerio revistaron como funcionarios importantes, ninguno aupado por el voto popular. El más joven de la dinastía armaba candidatura en Entre Ríos, le sobraba fe. 

La ambición y las incursiones de Frigerio activaron la maledicencia del intendente radical de Paraná, Sergio Varisco, quien ambicionaba el mismo trampolín. El alcalde imputa a operaciones de la Casa Rosada los cargos penales gravísimos (por narcotráfico) en su contra. Apesta a engañifa, no a argumento sólido: son rotundas las evidencias acumuladas judicialmente que cercan al alcalde. 

El sketch comprueba, sí, la porfía interna. Aunque no se cerraron listas ni mediaron renuncias todo indica que Frigerio se ahorrará el desafío de someterse a la voluntad popular. 

El peronismo selló unidad para acompañar al gobernador Gustavo Bordet en pos de la reelección. Su antecesor, el kirchnerista Sergio Urribarri, encabezará la lista para diputados provinciales afanoso de seguir presidiendo la Cámara.

La ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner empujó con enérgica delicadeza al acuerdo y lo bendijo luego.

En Santa Fe se pinta un cuadro parecido, con retoques de color local.

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Tripartidismo a full: El panperonismo santafesino concurrirá unido en un Frente a las elecciones provinciales, valiéndose de las PASO para dirimir supremacías.

La ex vicegobernadora María Eugenia Bielsa y el senador Omar Perotti medirán fuerzas para aspirar a la gobernación. Cristina dialogó con ambos, los instó al acuerdo. 

El diputado Agustín Rossi (Unidad Ciudadana), que conduce un sector del peronismo provincial, participó en las tratativas, depuso ambiciones sectoriales, poroteó cargos.

El armado de Perotti congrega más aliados que el de Bielsa. Entre ellos, el kirchnerismo de Rossi que coloca al primero de la lista de diputados. El segundo le corresponde a una joven militante de La Cámpora. 

Afín al “peronismo federal”, Perotti lleva como compañera de fórmula a la diputada Alejandra Rodenas y abarca casi todo el peronismo real existente, en el que sobrevive el cuño reutemista.

La unidad es valorada como clave lo que explica cuánto se festeja la adhesión del Frente Renovador que encabeza Sergio Massa. El aporte es más simbólico-cualitativo (“están todos adentro”) que cuantitativo. Resume un sentido común federal en expansión.

Partidos son partidos, ninguno está resuelto antes de la pitada final. Esto asumido, sería un batacazo que Bielsa batiera a Perotti.

El radicalismo se encabritó contra las directivas de PRO y la Casa Rosada. José Corral, intendente de Santa Fe, será el candidato de Cambiemos, en detrimento de un globo de ensayo macrista, Federico Angelini.

Los socialistas mantienen la provincia desde 2007, su único baluarte. Arrojan toda su carne en el asador del terruño. El ex gobernador Antonio Bonfatti procurará regresar. El actual mandatario Miguel Lifschitz va como primero en la boleta de diputados provinciales. La legislación provincial, como ocurre en ciertos sistemas parlamentarios europeos, adjudica 28 de las 50 bancas en disputa a la primera minoría. El sistema proporcional solo aplica a los 22 restantes. Con el gobernador-insignia los socialistas quedan como favoritos. Podría ser un reducto si perdieran el Ejecutivo. 

Tripartidismo en Santa Fe, como en Neuquén y Río Negro, por ejemplo. La conformación bipartidista de las provincias se complejiza, según pasan los años. Eventualmente la hacen zozobrar “astillas del mismo palo”: los ex gobernadores sanluiseño Adolfo Rodríguez Saá y tucumano José Alperovich amenazan “ir por afuera” encarando al peronismo que gobierna y del que fueron líderes.

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Sabidurías transversales: La UCR tensiona a Cambiemos, mejora la correlación de fuerzas, minga de intenciones de ruptura. La Coalición oficialista sostendrá la unidad, negocio para todos.

El radical personalista Martín Lousteau alardeó rebeldía desde la comitiva presidencial. Exigió PASO nacionales y en la Ciudad Autónoma, su bastión. Le place jugar al enfant terrible aunque los años pasan para todos. Tal vez fue indelicado… tanto como hábil.

La bronca de Macri y su séquito describen mejor al presidente que al vituperado “Martín”. Macri está a un tris de decir “¿cómo me hacés eso si te di una embajada y te llevé de paseo?” Cotiza bajo el valor de los correligionarios de ruta, los estima cooptables o comprables por migajas. Massa lo había “defraudado” del mismo modo, cuando lo invitó a conocer el “mundo”, alias Davos.

El archipiélago peronista elaboró los resultados de 2015 y 2017, dándose un demorado baño de humildad. Internaliza que va como challenger o de punto. No subestima a Cambiemos, un oficialismo hábil en campaña. Cuenta con los recursos del Estado que constituyen un recurso envidiable, aun atravesando la malaria solo comparable con la de 2001-2002.

La herramienta de la unidad gana adeptos y practicantes como prerrequisito para entrar a la cancha. Sin ella, siamo fuori, con ella habrá que ver. 

La política, como el fútbol, es resultadista (Mac Allister da fe). El score santifica o sepulta tácticas y directores técnicos.

La maratón de elecciones comienza el domingo 10 en Neuquén. Competencia tripartidista, sistema político con partido hegemónico, hagan sus apuestas.

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