“Durante siglos, el hombre ha asociado a la mujer con los aspectos más oscuros de la naturaleza, incluidos los demoníacos. Pues, la artista Polly Nor está reclamando el estereotipo de mujer endiablada, mostrando cómo muchachas se deshacen de sus pieles humanas para revelarse como diosas con cuernitos. Diabólicas, son libres de jugar con sus propios rollitos, bajarse una birra de un tirón, soñar con lugares lejanos, expresar sus más profundos -y, en ocasiones, oscuros- deseos”, introduce el sitio Flavorwire al momento de presentar la obra de la mentada ilustradora británica, furor en redes por, sí, sí, sus orgullosas diablas que, lejos de rehuirle al cliché de antaño, se lo apropian con sardónica jarana, ofreciendo -en palabras de su creadora- “una visión alternativa sobre la sexualidad, las relaciones y las emociones desde una perspectiva femenina actual”. “Me interesa crear escenas oníricas que desafíen los estereotipos de género y traten problemáticas propias del siglo veintiuno de una manera satírica, con la que otras puedan vincularse”, dispara la muchacha de 27, expresa feminista con particular predilección por dibujar a sus personajes desfachatados, sexuales y antojadizos, bellos en su diversidad, “solos en sus casas, sin nadie a quien complacer”. 

“Suelo dibujar a mis mujeres grandes y fuertes, salvajes y desaliñadas. Me gusta ofrecer una alternativa a la imagen de la mujer inmaculadamente cuidada y peinada que nos presentan los principales medios de comunicación y la pornografía”, comparte la joven artista, que a menudo acompaña -o transforma- a sus gozosas mujeronas con belcebúes escarlata por doquier. Con una lógica, un sentido, sobra aclarar; en palabras de la londinense Polly -”estrella ascendente de la escena del arte”, según reputados medios anglo-: “Empleo la figura del demonio para representar diferentes ideas e historias cada vez. Generalmente los veo como un fragmento de la imaginación femenina, una manifestación de sus frustraciones, emociones y deseos. Aunque algunas veces cambio el rol del demonio, y deviene novix, amigx, un recuerdo”. 

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