La escena de la Asamblea Legislativa con el Presidente hablando contra toda evidencia de las bondades de su gestión entre aplausos de los propios y reproches opositores, no puede separarse del contexto de un Congreso sitiado por fuerzas de seguridad mientras en otros puntos cercanos de la ciudad quienes pretendían plantear sus reclamos y demandas estaban impedidos de acercarse. Todo forma parte de la misma realidad. Por un lado el cinismo de Mauricio Macri para afirmar que "los argentinos estamos mejor que hace tres años y estamos listos para avanzar" porque "lo que estamos logrando es enorme" dado que "los cambios profundos requieren paciencia". Por otro la impotencia de quienes en la vida cotidiana enfrentan dificultades impensadas, ven cómo se deteriora su calidad de vida a pesar de todos sus arrojos y pierden de manera hasta trágica logros que habían obtenido con esfuerzo y sacrificio.

Ante los legisladores Macri eligió hacer un discurso de campaña, pensando más en las elecciones de octubre que en rendir cuentas. En un momento en que todas las encuestas lo sitúan en el peor momento respecto de imagen y aceptación, el Presidente decidió mostrarse no solo eufórico sino hasta triunfante porque "estamos haciendo cambios profundos para no volver atrás nunca más". Y esto, en cierto sentido, es también un mensaje hacia los favorecidos de este modelo: hay que seguir generando cambios estructurales hasta lograr que sea, si no imposible, muy difícil de revertir.

Desde algunos sectores -especialmente aquellos que desde algún lugar de la oposición formal acompañaron a Cambiemos durante los tres años- se le pidió a Macri autocrítica. Nada de eso hubo. Apenas una nueva alusión a las "tormentas" para las que "estamos preparados y fuertes" y el reconocimiento de que estar mejor "no significa que ya estamos donde queremos estar, sino que hemos salido del pantano donde estábamos". Y que, por supuesto, todo llevará "más tiempo"... para lo cual necesitamos reelección, aunque no lo haya dicho en esos términos.

La síntesis del relato presidencial transcurre bajo el argumento de que "decidimos no patear los problemas hacia adelante", dejar de lado las "soluciones demagógicas", que "cambiar en serio significa atravesar dificultades" y que, en definitiva, el elegido es el único camino posible.

No mencionó al "mejor equipo de los últimos cincuenta años" pero sí, en consonancia con su argumentación, ahora dijo que "hay un equipo que piensa en el largo plazo" mientras "estamos resolviendo problemas estructurales". Por eso, por ejemplo, la "pobreza cero" tan prometida en la campaña presidencial del 2015 sigue siendo "un horizonte"... que no tiene un plazo para concretarse.

Esgrimiendo datos falsos a simple vista y otros manipulados y engañosos por el sesgo, Macri afirmó estar "entusiasmado" por "el enorme futuro que tenemos por delante".

Un discurso de campaña, que desconoce la realidad que enfrenta la mayoría de quienes viven en Argentina de un salario o, lo que es peor, aquellos que cada día en mayor número se quedan directamente sin trabajo. Un desconocimiento que no puede atribuirse a la falta de información, sino directamente al negacionismo discursivo típico de todo el equipo de gobierno.

Hubo también algunos guiños para los propios en relación a temas de seguridad, combate a la corrupción y narcotráfico. Y hasta un blooper cuando el Presidente erró y terminó diciendo que el mismo narcotráfico colabora en la seguridad de la frontera norte. 

Quizás uno de las afirmaciones más sorprendentes para un observador que intente ser imparcial es la reivindicación de la mejora de la institucionalidad y la calidad democrática. Llegó a decir que "todos deben rendir cuentas ante la justicia, inclusive la familia del Presidente y el Presidente". ¡Hola Macri¡ ¿Estás ahí? Puede ser risueño si no fuera tan grave y patética la realidad a ese nivel.

Todo puede resumirse en tormentas, mentiras y futuro. Nada para reprocharse. Ninguna autocrítica. Ninguna explicación válida para dar cuenta de lo hecho en tres años. Salvo una promesa dirigida a los propios: se están garantizando cambios estructurales para que, aún en la eventualidad de una derrota electoral, sea difícil cambiar el rumbo y los beneficiados de hoy sean los mismos de mañana.  

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