Señores gobernadores, embajadores, miembros del Congreso, invitados especiales, queridos argentinos.

Hablarles hoy para inaugurar el último año de este mandato es para mí igual de emocionante que aquella primera vez que les hablé en diciembre de 2015.

Ese día les dije que a la Argentina la íbamos a sacar adelante entre todos. Y esa fue la decisión más valiente que tomamos juntos: nos propusimos cambiar nuestro país en serio.

Decidimos dejar de patear los problemas para adelante para empezar a mirar la realidad de frente. Entendimos que el país depende de nosotros y de nadie más.

¿Cuántas veces en nuestra historia elegimos el camino del atajo? ¿Cuántas? Y, ¿siempre terminamos pagando las consecuencias?

Y, no hablo sólo de la herencia recibida. Hablo de algo más profundo: de la imposibilidad que tuvimos los argentinos durante décadas de hacernos cargo de nosotros mismos.

Todos entendimos las consecuencias de no cambiar, de seguir tapando agujeros sin enfrentar los problemas estructurales de fondo. Por eso, tomamos la decisión de hacer juntos lo que durante muchos años ninguna generación se animó a hacer.

No es tarea sencilla, todos lo sabemos muy bien. Cambiar en serio implica atravesar dificultades.

Y, hablando de dificultades, el año pasado nos puso a prueba en muchos sentidos: cuando estábamos empezando a crecer y ver resultados concretos, asomando la cabeza, cambiaron las condiciones y surgieron nuevos desafíos que tuvimos que enfrentar. Todavía estábamos frágiles.

Y parte de las transformaciones que estamos haciendo tienen que ver con eso: con no ser tan vulnerables, con estar preparados y fuertes para enfrentar nuevas tormentas.

En ese camino estamos. Juntos estamos construyendo los cimientos más profundos. Con obras que empiezan y terminan, que valen lo que cuestan; con rutas y autopistas más seguras; con trenes, puertos y aeropuertos que conectan al país; con conectividad en hogares, escuelas y municipios donde antes no llegaba Internet; con debates que nunca habíamos dado como sociedad y que muestran que los argentinos maduramos.

Los cambios profundos requieren paciencia. Muchos van a pensar “pero yo estoy peor que hace unos años”, o “todo me cuesta más”. Y, algunos me van a recordar que el año pasado, aquí, dije que lo peor ya pasó. Y tienen razón.

Pero, también les quiero decir que lo que estamos logrando los argentinos es enorme, enorme, porque estamos haciendo crujir estructuras viejas y oxidadas. Estructuras muy arraigadas que seguían beneficiando a los de siempre. Y, todos los días batallamos para cambiarlas con honestidad y determinación.

Lo que estamos haciendo no tiene vuelta atrás porque el paso que dimos implica pensar y vivir de una nueva manera. Ya no nos da todo lo mismo.

Ya no aceptamos que nos mientan, que nos oculten datos relevantes o que pongan en jaque la institucionalidad de nuestra democracia.

Ya no creemos en las soluciones mágicas porque sabemos que las transformaciones profundas llevan tiempo.

Y, no es casual que hoy yo esté acá. Si estoy liderando este camino de largo plazo es porque los argentinos elegimos avanzar. Si hoy estamos donde estamos, si pudimos dejar atrás momentos malos como los que pasamos, es gracias a todos ustedes.

Hace poco recibí un mensaje de una mujer que decía: “Quería contarles que este año, con mi esposo, no nos fuimos de vacaciones, pero conectamos las cloacas e instalamos el agua corriente. ¡No se imaginan lo que se siente!” Claro que no se imaginan lo que se siente con algo tan simple, agua limpia. Cloacas y agua limpia. Algo tan básico.

Pero, era necesario empezar por lo más básico. Por los cambios profundos. Los cambios de fondo.

Y hoy podemos decir que la Argentina está mejor parada que en el 2015. Mejor no significa que ya estamos donde queremos estar, sino que hemos salido del pantano donde estábamos.

Que sea difícil y que lleve más tiempo no quiere decir que sea imposible. Quiere decir que lo que estamos haciendo es importante, es de verdad y es para siempre.

Son las bases que nos permiten pararnos con firmeza y construir el futuro.

La base del país que queremos disfrutar todos nosotros, con nuestros hijos y nuestros nietos.

Cuando les hablo de los resultados que ya se pueden ver, hablo de un cambio profundo en el ejercicio del poder, que es la base para vivir en un país serio.

Hoy, hay un equipo que gobierna pensando en el largo plazo, que dice la verdad, que pone los problemas sobre la mesa, que transparenta el valor de las cosas, y que asume la inflación, la pobreza y la inseguridad.

Que le devolvió al INDEC su prestigio y credibilidad, y que rinde cuentas.

Un Estado que combate las mafias y previene la corrupción. La Ley del Arrepentido se volvió una pieza clave para el avance de las causas judiciales; la Ley de Defensa de la Competencia combate los casos de cartelización; el proyecto de Ética Pública y los decretos que regulan los casos de conflictos de interés son todos claros ejemplos de un cambio muy profundo que es la base para todo lo demás.

Ahora, hay un Estado más sano que lucha contra los comportamientos mafiosos. El Decreto de Necesidad y Urgencia de Extinción de Dominio es un reflejo de la postura clara que los argentinos tomamos: queremos recuperar los bienes de las mafias, el narcotráfico y la corrupción.

Y, que cada quien que se oponga diga dónde está parado y a quién quiere proteger porque se acabó, se acabó el tiempo en que los delincuentes se salgan con la suya mientras la enorme mayoría trabajamos para sacar este país adelante.

Hablo de un gobierno que respeta la independencia de la Justicia. Y si la Justicia pide que se rindan cuentas todos tenemos que rendir cuentas: políticos, empresarios, sindicalistas, los mismos jueces, periodistas, inclusive la familia del Presidente y el Presidente.

Se está acabando la impunidad y en este sentido estamos mejor que en el 2015.

Para seguir avanzando necesitamos que se aprueben reformas importantes como el Código Penal, un código que tiene cien años, lleno de parches y que no nos sirve para los tiempos en que vivimos. Trabajó una comisión de gente calificada y espero que lo aprobemos en el corto plazo.

Lo mismo se puede decir del proyecto de Régimen Penal Juvenil que es mucho más que la baja de un año en la edad de imputabilidad para algunos delitos graves.

El proyecto le da una respuesta del Estado a muchos chicos que van camino de convertirse en delincuentes. Y, hay que contenerlos, darles una oportunidad de hacerse responsables de sus actos y ayudarlos a tener un rol positivo en la sociedad.

También, hay un gobierno que promueve la pluralidad de voces, que no usa los medios públicos para imponer un mensaje único, con un Presidente que no pretende imponer abusivamente su voz por sobre los demás.

Hay gobernantes que damos conferencias de prensa y reportajes, respondemos preguntas como lo hicieron nuestros funcionarios 577 visitas en el Congreso, y respondemos pedidos de informes de los legisladores como lo hicimos 815 veces. Y, como también lo hizo el Jefe de Gabinete respondiendo preguntas como nunca antes. Y nunca más dejará de pasar.

Hay un gobierno que trabaja en base al diálogo, que promueve la cultura del acuerdo, que resuelve los problemas sentándose a la mesa con todos los actores, que debate con disidencias pero con buena fe.

Esta casa es un claro ejemplo de lo que pudimos lograr. Somos el primer gobierno en 100 años que pasa todo su mandato en minoría, y aun así generamos consensos. Insisto, somos el primer gobierno que en 100 años pasamos todo nuestro mandato en minoría, y aun así logramos consensos.

Y, si miramos los desafíos que les propuse en la apertura de sesiones del año pasado, verán que a pesar de las dificultades logramos avances concretos.

Avanzamos en la lucha contra el narcotráfico, en modernizar el Estado, en darle impulso al turismo, en la conexión a Internet; hicimos obras para mejorar la seguridad vial y logramos la creación de parques nacionales.

Lanzamos programas para trabajar por la calidad educativa; logramos debatir de forma madura sobre temas como el aborto e impulsamos una mayor conciencia y un plan de acción para la prevención del embarazo adolescente.

Los argentinos estamos haciendo cambios profundos para no volver atrás nunca más.

Uno de los mandatos más claros que nos dieron los argentinos fue que gobernáramos con responsabilidad.

Desde 2012 nuestro país no crecía. Hoy estamos resolviendo problemas que no son coyunturales, son estructurales. Si no hubiésemos tomado las decisiones que tomamos la economía hubiese colapsado.

Para normalizarla propusimos un camino gradual que fue exitoso durante dos años y medio: creció la economía, bajó la inflación, aumentaron la inversión y las exportaciones, bajó la pobreza y creamos 700 mil puestos de trabajo.

Cuando empezábamos a crecer y a asomar la cabeza como país, tuvimos tres shocks imprevistos: la salida de capitales de mercados emergentes, la sequía que afectó como nunca en 50 años al campo argentino, y la causa de los cuadernos. Todo nos agarró a mitad de camino, porque recién estábamos saliendo, porque estábamos llegado en ese momento a terminar de cambiar los cimientos podridos y descuidados por décadas.

Señores, los gritos, los insultos, no hablan de mí, hablan de ustedes, señores. Yo estoy acá por el voto de la gente. Yo estoy acá por el voto de la gente, señores.

Y, por primera vez, como país enfrentamos las dificultades sin apelar a soluciones demagógicas ni que comprometiesen el largo plazo, sin default, sin cepos artificiales. Hubo, sí, la necesidad de terminar cuanto antes con el déficit fiscal que la Argentina padece desde hace 70 años.

Estoy convencido, realmente convencido, de que lograr un equilibrio fiscal sin parches en los presupuestos del 2020 y 2021 será el hecho, el acto de justicia social más importante que hayamos hecho en 70 años, porque el déficit fiscal es el causal principal de la inflación, y la inflación es el causante de la pobreza y el estancamiento de este país.

Desde el primer momento, les dije que mi objetivo era reducir la pobreza. Y, les pedí que mi mandato fuese evaluado según cómo avanzamos en el cumplimiento de este objetivo.

‘Pobreza cero’ es un horizonte, es lo que nos guía, el rumbo hacia dónde vamos. Y, lo primero que hicimos fue poner la verdad sobre la mesa. La pobreza no desaparece porque se deje de medir.

Recuperamos el INDEC y volvimos a ver la realidad: teníamos una pobreza del 32,2 por ciento.

Pero, ni siquiera ese dato era real. Reflejaba una realidad que había sido maquillada, manipulada, con una inflación contenida por cepos y prohibiciones, con tarifas irreales, con un Estado que despilfarraba recursos para hacernos creer que podíamos vivir en una realidad que no era, como si los problemas desaparecieran al no prestarles atención.

Desde el momento en que empezamos a medir la pobreza, comenzamos a ver una tendencia a la baja durante dos años seguidos en los cuales casi 2 millones de argentinos pudieron superarla.

Pero, lamentablemente, producto de lo que describí recién, la pobreza ha vuelto a los niveles de antes. Pero, insisto, si hoy tenemos estos datos es porque medimos y decimos la verdad.

Lamentablemente, los chicos son los más golpeados por la pobreza. Como respuesta a esto y usando la cláusula del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que nos permite reforzar el apoyo del Estado cuando es necesario, hemos decidido aumentar a partir de este mes un 46 por ciento la Asignación Universal por Hijo que hoy tiene 4 millones de beneficiarios.

Este año esperamos una baja sustancial de la inflación, que será un alivio para todos.

Pero, no se es pobre solamente por lo que se gana a fin de mes. Esa es sólo una de las dimensiones de la pobreza, la del bolsillo, por supuesto muy importante.

La pobreza, y ese núcleo duro de pobreza estructural tiene que ver también con la libertad y la dignidad perdida.

En estos tres años fuimos a las raíces del problema para que la pobreza estructural que nuestro país multiplica hace décadas empiece a bajar.

Y, empieza a bajar cuando hay un Estado que se propone cambiar en serio.

Se cambia en serio cuando se termina el clientelismo y el uso político de los pobres, la denigrante costumbre de pedirles que vayan a marchar o a votar a cambio de un favor.

Se cambia en serio cuando se vive en un barrio popular y se tiene una oficina del Estado a la que se puede acudir a hacer cumplir sus derechos y no se es sometido al puntero o al narcotraficante.

Se cambia en serio cuando la ambulancia puede entrar al barrio porque se pavimentaron más de 4 mil cuadras.

Se cambia en serio cuando un millón y medio de personas consiguen acceso a cloacas y cuando 817.000 personas pueden ahora abrir la canilla y ver salir agua limpia.

Se cambia en serio cuando gracias a la reparación histórica que aprobó este Congreso más de 1 millón de jubilados reciben más de 6000 pesos adicionales por mes.

Y, se cambia en serio cuando más de 114 mil chicos son cuidados en 1.614 espacios de primera infancia construidos en todo el país, mientras sus familias, especialmente sus madres, salen a trabajar o estudiar.

Y, digo “especialmente sus madres” porque todavía son ellas las que más se ocupan del cuidado de sus hijos. La verdadera igualdad de oportunidades entre varones y mujeres requiere profundizar ese cambio cultural hacia una verdadera crianza compartida.

Se cambia en serio cuando en las zonas más vulnerables el Estado se acerca con información, educación y herramientas para que los adolescentes puedan tomar decisiones libres e informadas sobre su proyecto de vida.

Se cambia en serio cuando empezamos a restituir los derechos de las miles de niñas víctimas de abuso sexual. De las muchas formas de violencia contra las mujeres la violación es la más ultrajante de todas. Es un acto despreciable y la violación a una niña es doblemente despreciable. Las víctimas no deben ser objeto de ninguna disputa y el Estado que no pudo protegerlas antes debe estar ahí para garantizarles sus derechos.

Se cambia en serio cuando ordenamos, transparentamos y reformulamos los programas sociales porque el 63 por ciento de los que lo recibían no habían terminado el secundario. Hoy, el 86 por ciento de las personas que reciben un plan estudian o se capacitan en un oficio para tener herramientas y acceder a un trabajo.

Se cambia en serio cuando el Estado reconoce que la inseguridad no es una sensación y trabaja de forma federal para bajar la violencia en los barrios, asociada en gran parte al narcotráfico y al crimen organizado. También estamos frenando la entrada de las bandas por nuestras fronteras como la frontera norte que ahora, con el apoyo del Ejército, fortalecemos la lucha contra el narcotráfico.

Se cambia en serio cuando, antes, un barrio que era tierra de nadie, hoy, con la presencia del Estado, de la Gendarmería como en el caso de la villa 1.11.14, en tres años se redujeron los homicidios de 28 a 2.

Se cambia en serio cuando la droga no llega a los barrios porque la incautamos y quemamos como nunca antes, cuando desarticulamos bandas y detenemos narcotraficantes y cuando enfrentamos otras mafias como la de trata de personas.

Entonces, es cierto que la pobreza está volviendo a los niveles de antes, pero poco a poco estamos generando las condiciones para que cada argentino, no importa el lugar donde haya nacido, pueda proyectar su camino de vida sin sentirse maltratado, ni sometido, ni negado.

El único camino genuino para salir verdaderamente de la pobreza es el trabajo. El trabajo se basa en la calidad de la educación.

El año pasado les pedí, e insistiré este año enviando un proyecto de Ley, que modifiquemos un artículo de la Ley Nacional de Educación, aquel que no nos permite informar globalmente, totalmente, sobre las evaluaciones de calidad de las pruebas que hacen nuestros hijos. Los padres merecen saber la verdad de la calidad de educación que reciben los chicos para poder actuar e involucrarse, y asegurarse de que sus hijos, el día de mañana, accedan a un buen trabajo.

Para crear trabajo de calidad tenemos que crecer como país; tenemos que generar movimiento y hacer que la rueda gire y gire cada vez más y más rápido.

Necesitamos más fábricas que produzcan, más pymes que contraten más empleados y se transformen en grandes empresas.

Necesitamos seguir potenciando la economía del conocimiento, esa que genera valor y trabajo a partir del saber y las ideas. Hoy, ya se exportan 6.300 millones de dólares, y tiene aún un enorme potencial de crecimiento.

Necesitamos productores que exporten por primera vez, emprendedores que lleguen con sus productos a mercados que jamás habrían imaginado. Todo eso genera más trabajo.

Insisto que sus insultos, sus gritos, no hablan de mí, hablan de ustedes, señores. Hablan de ustedes. Vivir en democracia es educación, es respetar al otro, es escuchar y dialogar, y estoy acá porque me votaron los argentinos, señores. Estoy acá porque me votaron los argentinos.

Desde el Estado estamos creando las condiciones para lograr ese crecimiento que necesitamos. En ese camino, hay obras fundamentales que había que hacer y que nadie hacía porque demoraban tiempo y tenían por lo tanto poco rédito político.

Estoy hablando de las obras clave para el desarrollo energético, de caminos y puentes, de puertos y aeropuertos que modernizamos e inauguramos, de los 2.800 kilómetros de autopistas construidas y en construcción, y 20 mil kilómetros de rutas pavimentadas, cifra equivalente a lo que se había hecho en los 65 años anteriores.

Cada obra que se termina genera una nueva oportunidad. Esa ruta o autopista que se inaugura permite que lo que se produce sea transportado bajando costos y reduciendo tiempos, además de generar seguridad y evitar accidentes.

Ese puente que antes no existía y hoy conecta ciudades antes desconectadas, y gracias a ellos cientos de miles de argentinos pueden vincularse en menos tiempo y con más seguridad. Ese puerto y ese aeropuerto que inauguramos permiten que miles de productores puedan exportar más barato, y que el turismo tome impulso como nunca antes.

Ese impulso genera además nuevas oportunidades en restaurantes, en hoteles, en parques nacionales, en comercios de pueblos y ciudades.

En estos tres años logramos avances inéditos. Para poner algunos ejemplos, hicimos una renovación integral de la línea Belgrano Cargas, algo que no se hacía hace 70 años, y gracias a esto cerramos 2018 con un 147 por ciento más de toneladas transportadas que en 2015. Además, estamos renovando 67 puentes. Entre el 2008 y el 2015 se renovaron sólo 2 puentes. Y, después de tanta desatención, nuestros trenes vuelven a tener un rol central en nuestro desarrollo.

Y, para facilitar el comercio y reducir los costos logísticos en los puertos, redujimos en promedio un 50 por ciento la tarifa de contenedores de exportación y estamos haciendo nuevas inversiones para mejorar los accesos ferroviarios y viales a los principales puertos del país.

Por primera vez, exportar desde el puerto de Buenos Aires es más económico que hacerlo desde el puerto de Santos de Brasil.

Y, gracias a que el tren de cargas está en un viaje ascendente, hay empresas que volvieron a cargar en tren como Siderar e YPF, y esto es también más trabajo para los argentinos.

Estas obras las estamos haciendo con licitaciones públicas transparentes, y a un costo promedio 40 por ciento más barato que en 2015, y este ahorro nos permite hacer más obras para la gente.

También, estamos creando las condiciones para crecer en energía porque no hay futuro posible sin energía.

Estábamos en un callejón sin salida. Nos hicieron creer que la energía no valía nada, entonces nadie la cuidaba. Y si seguíamos así, el que no tenía gas ni conexión a electricidad, jamás la iba a tener.

Y, después de mucho trabajo y de un proceso de cambio cultural estamos entendiendo que la energía vale, y que sin energía un país no crece y que es importante cuidarla.

La energía renovable es un sector con un potencial enorme y más teniendo en cuenta lo privilegiada que es nuestra tierra. El noroeste argentino tiene una radiación solar única en el mundo, y la Patagonia tienen una potencia récord, los ríos pueden generar energía hidráulica y las actividades agrícolas son fuentes de biogás y de biomasa.

Desde 2016, hay 27 proyectos nuevos de energías renovables en marcha, y al día de hoy hay 98 en construcción. En total son 126 proyectos en 19 provincias. Esto es un programa federal, un verdadero programa de desarrollo federal.

También, es muy importante que firmamos con los gobernadores un acuerdo para que los subsidios a la energía y también el transporte ahora sean responsabilidad de las provincias ya que son las que conocen mejor a sus habitantes.

Además, el mundo habla del litio y tenemos Catamarca, Salta y Jujuy enormes reservas de litio; el mundo habla del gas no convencional y nosotros tenemos Vaca Muerta, un tesoro energético que se está despertando.

Y, esto recién comienza y va a multiplicar las oportunidades en cada provincia. Al igual que el turismo que no para de crecer. En 2017, fuimos el primer destino de Sudamérica, en el 2018 llegaron 7 millones de turistas extranjeros, un 3,4 por ciento más que el año anterior, y en los últimos tres años llevamos registradas inversiones turísticas privadas por más de 71.000 millones de pesos.

Esto es gracias a que hicimos obras de infraestructura y a mejoras en el transporte, y al impulso que les dimos a los parques nacionales.

El año pasado alcanzamos un récord histórico con la creación de seis áreas naturales protegidas, incluyendo los primeros dos Parques Nacionales Marinos. En total, sumamos 10 millones de hectáreas protegidas, y vamos a seguir hasta posicionar a nuestro país como destino de la naturaleza a nivel internacional.

Queremos que todo el mundo conozca las maravillas de nuestro país. Y, ahora, con la revolución de los aviones esto es cada vez más posible.

La cantidad de pasajeros en vuelos de cabotaje lleva 28 meses consecutivos de récords interanuales. Enero de 2019 fue el mes con mayor cantidad de pasajeros desde que se tiene registro.

Mejoramos la competencia en el sector y se crearon nuevas empresas. Habilitamos a las líneas aéreas a ofrecer promociones sin una tarifa mínima, mejoramos la infraestructura de 19 aeropuertos que al final de la gestión van a ser 31, y estamos en la lucha para que Aerolíneas Argentinas sea sustentable, con más aviones, más puntualidad y con rutas que antes no existían.

Los resultados están a la vista, hoy sacar un pasaje de avión es cada vez más barato y más argentinos pueden hacerlo.

Cada día vemos más vuelos que conectan provincias sin pasar por Buenos Aires, y esto es un paso enorme hacia una Argentina más federal.

En comparación con 2015, un 57 por ciento más de rutas nacionales ya no pasan por Buenos Aires y de las internacionales, un 300% más.

Y, lo que más me entusiasma es que el año pasado cerca de medio millón de personas volaron por primera vez. Hace poco me escribió una mujer que trabaja en Palomar y me dijo que ellos se dan cuenta, los empleados, cuando alguien viaja por primera vez, por la emoción, los nervios, y por la felicidad que expresa.

Algo que para muchos es común, para muchos otros es un hito en su vida, y hoy son muchas más las personas que pueden vivirlo.

Todo esto es parte de cambiar nuestro país en serio. Y, también es libertad. Es darnos cuenta de lo que podemos lograr cuando nos ponemos a trabajar. Aun lo impensado. Es salir del encierro en el que estábamos y ver que tenemos otras posibilidades.

Esa libertad también se logra modernizándonos, dejando atrás el caos y la burocracia de los papeles y llevando conectividad a todo el país, para que la información y el mundo digital estén al alcance de todos.

Lo digital crea puentes, nos une entre nosotros y con el mundo, y genera oportunidades concretas.

Así pasó en cada una de las 1.400 escuelas rurales que conectamos a través de ARSAT. Como dijo una maestra chaqueña orgullosa: “Ahora los chicos tienen la información del mundo en sus manos”. Esa misma maestra tenía que hacer 80 kilómetros para abrir un mail. Ahora, desde el aula, los chicos pueden aprender más allá de los libros con herramientas de este siglo.

Lo mismo pasa en los 400 Puntos Digitales en todo el país, espacios de aprendizaje para acercarse a las nuevas tecnologías. En Esquel, el año pasado, se capacitaron más de 5 mil personas. Hubo que extender el horario de 7 de la mañana a 8 de la noche. E iba de abuelos que no sabían prender la computadora y querían conectarse con sus nietos, a emprendedores que querían capacitarse para desarrollar sus empresas.

Avanzamos en el despliegue de infraestructura de comunicaciones, llevando a ARSAT a más de 700 localidades, que a fin de año serán 1.300, todos lugares donde el mercado no llegaba.

Con la conexión 4G, en el 2015 teníamos un 16 por ciento de cobertura nacional, hoy tenemos el 70 por ciernto y, a fin de año, tendremos más del 90% con 4G.

También, mejoramos la velocidad promedio de Internet: en 2015 era apenas 4,5 megabits por segundo, hoy la triplicamos.

No hay revolución más grande y más seria que esa. La innovación digital es un motor cada vez más importante del desarrollo humano y económico.

También lo es el enorme trabajo que hacen nuestros científicos y tecnólogos para generar soluciones innovadoras de alcance global, como el satélite SAOCOM 1A que pusimos en órbita el año pasado, y como será nuestro Plan Nacional de Inteligencia Artificial que nos va a poner en un rol de liderazgo en la región.

Nos propusimos que desde el Estado nuestro rol sea facilitar, abrir caminos, tender puentes. Basta de trabas y límites innecesarios.

Reemplazamos los expedientes en papel por electrónicos. Todos sabemos lo que era ir a una oficina del Estado en la que los expedientes, hasta hace muy poco, se movían en carretilla. Y, sin exagerar.

Detrás de algo que parece tan simple, como lo es tener la licencia de conducir en el celular, hay una profunda transformación del Estado.

Cuando llegamos, 1 de cada 10 municipios tenía herramientas digitales. Hoy, el 90 por ciento las tiene y el gobierno nacional ya ofrece 1.300 trámites a distancia que pueden hacerse en forma digital, segura y ahorrando más de la mitad del tiempo.

Esperamos que todos los municipios y provincias impulsen el programa de gobierno abierto para que todo lo que se hace con la plata de los argentinos se pueda ver y seguir en la web.

Cada minuto que pierde un emprendedor o una PyME haciendo un trámite es menos tiempo y dinero invertido en crear empleo y en ser más productivo e innovador.

Antes, si alguien quería poner su propia empresa, tenía que tener un socio sí o sí, pasar por hasta 10 dependencias públicas y esperar meses para ser aprobada. Hoy, con la Sociedad por Acción Simplificada, en 20 minutos, en línea y a distancia. Y, así se crearon más de 11 mil empresas.

Esto ya lo hicimos en Capital Federal, provincia de Buenos Aires, Córdoba y Corrientes. Espero que las demás provincias se adhieran pronto.

También, decidimos hacerles las cosas más fáciles para los que quieren exportar. Parecía que estaba todo armado para impedirlo. Creamos Exporta Simple, y 660 PyMes ya hicieron más de 3.700 operaciones de exportación a casi 100 países.

Casi el 40 por ciento de esas PyMEs exportaron, por primera vez, gracias a esta iniciativa. Son cientos de empresas argentinas que crean valor y lo envían al exterior porque entendimos que el mundo es nuestro aliado y creamos las herramientas para hacerlo simple.

Trámites que llevaban meses ahora llevan semanas; y los que llevaban semanas llevan un par de días.

Por ejemplo, la Ventanilla Única de Comercio Exterior le permite al exportador reducir los tiempos de trámites en un 75 por ciento.

Ya no hay más papelerío, todo es digital.

Logramos estos avances porque trabajamos con mesas sectoriales. Hoy tenemos 55 mesas, donde participan 228 cámaras empresariales y 142 sindicatos, todos sentados alrededor de una mesa, viendo qué potencialidad podemos desarrollar.

Y, esto es parte del cambio cultural, entender que el mundo es una oportunidad para exportar nuestro trabajo. Las exportaciones crecieron 15 por ciento el último año sin contar los productos afectados por la sequía.

Y, juntos, nos comprometimos con Argentina Exporta a exportar 200.000 millones de dólares en 2030.

Todo esto es posible porque nos estamos integrando al mundo de forma pragmática e inteligente.

En 2015, los ejes de la política exterior de nuestro país eran la alianza con Venezuela y el pacto con Irán. ¿Cómo puede ser que hayamos condecorado a Maduro cuando hace rato que no respetaba la democracia ni los derechos humanos, ni las libertades? ¿Cómo puede ser?

Hoy, recuperamos el rol positivo de la Argentina en la región y en la escena global. Ese rol incluye el trabajo con el Grupo de Lima para condenar las violaciones a los derechos humanos en Venezuela y el reconocimiento del presidente encargado, Juan Guaidó.

Venezuela está en una profunda crisis política, económica, humanitaria y sanitaria, que sólo se resolverá con más democracia y con el apoyo de los países comprometidos con el pueblo venezolano.

En 2015 también se negociaba la impunidad con el régimen iraní sobre las heridas abiertas de los atentados terroristas más graves de nuestra historia.

Se construían enemigos ficticios, apelando a un nacionalismo cobarde que evitaba hacerse cargo de los problemas domésticos. Se profundizaba nuestro aislamiento y el mundo nos daba la espalda.

Pero, los argentinos elegimos cambiar. Sí, los argentinos elegimos cambiar. Entendimos que tenemos un rol importante para desempeñar en la comunidad internacional y que necesitamos de los otros para crecer. La integración internacional nos obliga a ser mejores, y nos abre un universo de posibilidades.

En estos tres años tuve 130 reuniones con Jefes y Jefas de Estado de 48 países. Construimos confianza y recibimos un nivel de respaldo internacional inédito. Sí, un nivel de respaldo internacional inédito en nuestra historia.

Y, una muestra del liderazgo global que hemos alcanzado los argentinos es que nuestro país haya sido elegido como sede de la II Cumbre Mundial de Discapacidad, y es también un reconocimiento a los avances que logramos con nuestra política pública sobre el tema.

Y, este apoyo del mundo quedó especialmente claro en la Cumbre de Líderes del G20. Y, estoy seguro de que muchos de ustedes se sorprendieron y emocionaron tanto como yo viendo lo que los argentinos podemos lograr.

La responsabilidad fue enorme porque fue la primera vez que se organizaba una cumbre del G20 en Sudamérica.

Demostramos estar a la altura, trabajando con profesionalismo y demostramos de qué estamos hechos los argentinos.

Durante esos días tuve 17 reuniones bilaterales con los principales Líderes del mundo en las que les hablé de nuestro potencial y de nuestros talentos. Les conté que hoy estamos en un proceso de cambio de verdad.

El apoyo del mundo al cambio que estamos impulsando ha sido unánime. Hoy, todos los países nos dicen "queremos acompañarlos, queremos hacer cosas juntos”, y ya nos han abierto más de 170 mercados para que exportemos nuestros bienes y servicios.

Así, ya llegamos con nuestras cerezas y arándanos a China, con nuestra carne a Japón y China, con nuestros limones a Estados Unidos, con aceite de soja a India; con nuestras pickups a Colombia, con nuestro ajo a Taiwán; vendemos langostinos y biodiesel a Europa, cajas de cambio a China, aluminio a Japón, piletas a Chile, medicamentos a Pakistán y a Corea del Sur, carne a Israel, yerba mate a Siria y también ahora a la India, y software a Estados Unidos, la Unión Europea y América latina.

Esto significa que llegamos con trabajo argentino a las góndolas del mundo, y eso no es otra cosa que más oportunidades para nuestras economías regionales, nuestras PyMEs y para los argentinos.

Todo esto me llena de entusiasmo porque habla del enorme futuro que tenemos por delante.

Y, en ese futuro, en esta nueva Argentina, todos somos parte. Hace un año y meses los convoqué a toda la sociedad a construir consensos básicos para trazar un camino de futuro y lograr entre todos una Argentina más justa e integrada. Hoy, lo vuelvo a hacer.

Hoy, quiero convocarlos otra vez a lograr acuerdos que necesitamos para proyectar nuestra Argentina a 30 años, acuerdos en serio, sin oportunismos ni ventajas, donde todos cedamos algo pensando en el conjunto, especialmente los que tienen privilegios. Sólo así vamos a lograr un país con más libertad, con más igualdad y con más justicia para todos.

Veo el potencial que tenemos. Veo una Argentina creciendo, despertándose, con ganas de hacer, una Argentina que se sabe capaz y que toma iniciativas, que vuelve a ser parte del mundo y que es recibida como un ser querido que vuelve después de un largo viaje.

Veo argentinos con esperanza, con fuerza, bien plantados y que, a pesar de las dificultades, dan batalla porque saben que vale la pena, porque hay un camino trazado, saben que no estamos a la deriva ni poniendo parches, sino que nos hacemos cargo de lo que nos toca con una clara visión de futuro.

Veo chicos que merecen que sigamos adelante con esta transformación, veo una juventud que forma parte de un mundo nuevo y distinto, que nos desafía a evolucionar, y a cuestionarnos muchas de nuestras prácticas y formas de pensar que ya están quedando en el pasado.

Todas las semanas visito personas, familias, pymes que se sienten vivas y capaces de torcer esta tendencia que tuvimos durante décadas, la de evitar los problemas que tenemos que enfrentar.

Si hubiésemos elegido el camino del atajo como tantas veces se hizo en nuestra historia, estaríamos parados en relatos. Y no. Estamos parados sobre bases sólidas, sólidas.

Y, como dije al principio, los argentinos estamos mejor parados que hace tres años. Empezamos por lo básico, creamos los cimientos, generamos las condiciones y estamos listos para avanzar.

Y, tan importante como todo lo anterior es que los argentinos maduramos. Hoy, tenemos una mejor calidad democrática, instituciones más sólidas transparentes, una mejor infraestructura y una mejor relación con el mundo que en el 2015.

Y, que sea difícil, que lleve más tiempo, no significa que no lo estemos haciendo. Quiere decir que esta vez es de verdad, es a conciencia y es para siempre.

Y, hoy les digo a los argentinos, a no aflojar, a no tirar la toalla. El futuro está en cada uno de nosotros.

Está en todos los que se levantan todos los días y van a trabajar y, con su esfuerzo, logran que un producto llegue a cada rincón del mundo.

Está en los parques solares del norte, en los molinos del sur, en cómo crece la energía y el gas que ya alimenta a nuestras casas, nuestras fábricas y a los países vecinos.

Está en las mujeres que denuncian un abuso, y que con su valentía inspiran a otras para visibilizar algo que tiene que terminar.

Está en el universitario que es el orgullo de sentir que es el primero en su familia.

Está en todas las mujeres que combaten contra la droga en su barrio, pero ahora saben que el Estado está ahí para combatir con ellas.

Está en los policías que entran a los barrios peligrosos arriesgando su vida, porque hoy se sienten apoyados, respaldados y respetados.

Y, está en todos los argentinos que siempre le tienden la mano al que tienen al lado, con esta solidaridad característica de los argentinos.

Y, está en todos aquellos que se tienen fe, que conducen su pyme contra viento y marea, que toman gente, que abren una nueva empresa porque decidieron creer. Está en todos los que decidieron creer.

Por eso, les digo, argentinos, el tiempo es hoy. Nuestro tiempo es hoy. No dejemos que los predicadores de la resignación y el miedo le ganen a la esperanza. Porque nuestra esperanza es fuerte. Está basada en lo que sabemos que podemos hacer. Y, yo soy el primero en saber lo que han sido estos meses, cuánto dolor, cuánta angustia, y me he hecho cargo de ella.

Pero, estoy seguro de que esta es la generación que, con valentía, decidió encarar lo que nunca se había hecho. Decidió hacer una reforma profunda, de verdad, de nuestro país. Hacer cambios de verdad en nuestro país, esos cambios que necesitábamos y esperábamos.

Y, juntos, nos hemos comprometido a hacer una sociedad en serio, y juntos lo estamos haciendo. Por eso les digo, ¡vamos, argentinos! ¡Vamos con fuerza, vamos en serio, vamos con coraje, vamos con pasión! Este es nuestro país y, juntos, lo vamos a sacar adelante. ¡Vamos, Argentina! ¡Vamos, Argentina!  

Dejo oficialmente inauguradas las sesiones del Congreso de la Nación. Muchas gracias.

Ingresá al link y mirá el discurso completo en YouTube.