El rostro de Ricky Gervais podría ilustrar varios conceptos en un diccionario: mordacidad, patetismo, humor negro, pesimismo, sátira, nihilismo y/o misantropía. Tal vez sea otro término, uno que obsesiona al comediante desde que saltara a la fama a principios de este siglo. Según el británico ni The Office era sobre la vida laboral, ni Extras sobre el showbusiness. “Ambas son sobre el comportamiento humano”, le había dicho el  a PáginaI12 tiempo atrás. Y podríamos seguir, Life’s too short no trataba sobre un actor enano, ni Derek acerca de un inadaptado que cuidaba a los ancianos en un refugio. After Life (dispuesta por Netflix desde el pasado viernes) vuelve entonces a trabajar sobre la Humanidad (de hecho, ése era el nombre del especial de stand up también provisto por la plataforma digital). Los seis episodios de media hora de su nueva ficción contienen los aditivos descritos más arriba junto con algunos cambios perceptibles.

A simple vista After Life no podría ser más gervaisiana. La serie presenta a Tony, quien tras perder a su esposa por un cáncer desprecia a los seres de su especie y cree que al cantarle las cuarenta a los demás posee una superpoder. “La humanidad es una plaga. Somos un parásito asqueroso y egoísta y el mundo estaría mejor sin nosotros”, se presenta ante una nueva compañera en el diario que trabaja. El viudo habita en un típico suburbio inglés, de esos poblados con parques verdísimos, drogadictos en las calles y donde una mujer afirma que su tacho de basura gime como Chewacca.  Tony había pensado seriamente en el suicidio pero lo detuvo la mirada de su perra (“tenía que darle de comer y luego me olvidé”). También puede forzar un poco más las cosas y cuando un chico lo llama pedófilo, el hombre le dice que si en realidad lo fuera “vos gordito estarías a salvo”. 

Exacto, los capítulos son el trampolín para que Gervais vuelva a forzar los límites del humor. Incluso la serie está llena de caras conocidas (Kerry Godliman de Derek interpreta a su esposa, Tom Basden de David Brent: Life On The Road a su cuñado y Ashley Jensen de Extras también tiene un papel importante). Aunque más allá de su troupe y estiletes, Gervais señaló que After Life no es ofensiva sino que su protagonista es sincero a un nivel impensado. “Creo que no se puede causar daño al discutir temas tabúes y mi único deber es hacerlo con honestidad”, planteó el actor, guionista y que además se encargó de la dirección en sus seis episodios. 

Gervais describió a Tony como un hombre sin nada que perder, una especie de vigilante verbal. “No por diversión, porque quería limpiar las calles o mejorar la sociedad, sino porque está dolido y solo quiere sentirse mejor por una fracción de segundo”. El primer boceto de After Life trataba sobre un ateo que moría e iba al cielo hasta evolucionar en un certero análisis de la empatía. Bajo esa coraza de chistes bestiales, están las acciones y consecuencias de un sujeto al que la vida le presentó una partida difícil. Tony entonces debe lidiar con los demás y éstos a aprender a tratar con el gruñón desbocado que es el protagonista.  La enfermera de su padre lo detalla como el hombre más triste de la tierra y su mujer le dejó una guía postmortem para que dejara de ser “un idiota perezoso y autocompasivo”. Como dijera alguna vez el comediante: “Soy la clase de tipo que se para en un tren lleno de gente, se desabotona y empieza a decir cosas racionales. Y la gente va a sentirse lastimada”. Lo diferente en After Life es que su este alterego es el primer golpeado del malón.