La casa de Angel Cappa está a diez minutos a pie del estadio Santiago Bernabeu. Es un barrio de viviendas bajas, coquetas, con muchos árboles frutales como ciruelos y cerezos. La vivienda es del tipo chorizo, angosta y larga, con mucha luz que proviene de techos con claraboyas por todos lados. Cappa y su mujer, Carmela (madrileña hincha de los merengues) invitan a comer. Ni callos a la madrileña, ni fabada, ni nada de eso: milanesas con ensalada de lechuga y tomate, pero eso sí, con un poco de jamón ibérico como entrada. Hace más de treinta y cinco años que Cappa vive Madrid, pero es como si recién hubiera aterrizado desde su Bahía Blanca natal. Cappa abre su casa y se enorgullece de todo, pero muy especialmente de la habitación de la planta alta, su rincón vital, con las paredes cubiertas con cuadros, fotos, pinturas y dibujos que enmarcan su vida, su historia, su ideología. 

Lo primero que destaca como guía es un equipo de Villa Mitre, el club de sus amores más profundos. Once tipos con camiseta rayada y el director técnico. Recita sus nombres como quien dice Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau. La foto es de 1946. Señala al 8: “Armado Galluchhi, se llamaba. No sabés lo que jugaba este tipo. Laburaba en el ferrocarril y todas las tardes cuando volvía del trabajo, nosotros que estábamos jugando en la calle le tirábamos la pelota. El tipo dejaba la ropa, agarraba la pelota hacia un poco de jueguito y le pegaba para arriba de chanfle con la zurda y decía ‘uy, se me escapó’ y la bajaba con el empeine y pim, otra vez para arriba pero con la derecha, un fenómeno. Chanfle, bien arriba, ‘uy se me escapó’ y la mataba. Nosotros lo mirábamos embobados. ¿Sabés como se entrenaba? Agarraba una pelota de trapo, bien  rellenita y le apuntaba a una canilla, le pegaba una dos, tres cinco veces hasta que la canilla se abría”.

No está en la foto el Titi Prieto, el tipo que le dio una lección de por vida el día que Cappa debutó en Villa Mitre. Había jugado bien y andaba por el club con el pecho inflado y el hombre le dijo: “Angelito, no te agrandés, que de cuatro juega cualquiera”. Jugó de cuatro y de cinco unos seis años en Villa Mitre y cuatro en Olimpo hasta que la rodilla chamuscada lo hizo dejar. Junto a la foto de Villa Mitre hay dos de una delantera inmortal: Micheli, Cecconato, Lacasia, Grillo y Cruz; en una con la camiseta de Independiente y, en la otra, con la de la selección. Hicieron 356 goles en cinco temporadas del 52 al 56. Le ganaron 6 a 0 al real Madrid. “Y pensar —dice Cappa— que en la Argentina nunca salieron campeones y sin embargo quedaron en la historia. Una vez me dijo Grillo que había tenido que irse a Italia para salir campeón. Con melancolía me lo dijo. Lo que yo nunca me atrevi a decirle era que lo admiraba de pibe, que tenía un póster en la puerta del ropero del lado de adentro”. Por supuesto, entre todas las fotos hay una con Menotti y él, con Diego Latorre en el medio. “La llegada del Flaco a la Selección es una noticia extraordinaria. Ojalá pueda desarrollar todas las ideas que tiene que no son pocas. ¿Yo? No, ya estoy retirado, pero puedo colaborar con el DT de turno si hay que ir a ver equipos o jugadores de Europa. Lo ideal sería que en Argentina no se venda los pibes que surjan y se pueda entrenar con ellos, pero ya se sabe que esto atenta contra la libertad de trabajo”.

La foto del Mamelody Sundawn, el equipo sudafricano que dirigió hace unos años, abre las puertas de un jugoso anecdotario. Cappa cuenta que el presidente era un milonario exótico que premiaba con 15 mil, 20 mil y 5 mil dólares a los mejores jugadores del mes. Que él se opuso a eso y como el tipo insistía lo resolvió de la mejor manera: “hablé con los jugadores y acordamos que la guita se repartía entre todos y que yo iba a ir eligiendo alternativamente a cualquiera”. 

Entre todos los símbolos que lo rodean (dibujo de Marx, sombrero siciliano del abuelo, estatuilla de Santa Fermina por la abuela, muñequito de Lenin, foto de un pibe en el foso de la cancha de Boca espiado por un cana, foto de Riquelme, foto de Maradona joven con la pelota, foto de serpentinas en la cancha de Racing, banda de amigos en Di María) hay una calcomanía. La toma, la aprieta contra el pecho. Se le regaló un hincha de Huracán. Y dice: “yo vi el tiki tiki”.