En 2012, cuando el país era otro, Teresa Parodi y Ana Prada se juntaron con dos aspiraciones: cantar en vivo y grabar un disco. Las presentaciones del dúo, en efecto, llevaron por nombre Cosido a mano y a medida. Y el disco, publicado un año después de aquellas, Y qué más. Fueron dos zarpazos. Dos estocadas de amor y lucha que no podían quedar allí, en ese pasado. Que, dada la energía de la sinergia, tenía que repetir. Volver. Pasaron seis, siete años, y la deuda se cumplió. El dúo llenará con el ensamble de sus voces el cálido clima de Hasta Trilce (Maza 177) durante dos fechas: el jueves 14 y viernes 15 de marzo. Por ahora, eso. “Vamos a cantar juntas y separadas muchas canciones de Y qué más, y otras que tengamos ganas de cantar para la gente que nos acompañe y para nosotras mismas. Es muy hermoso, siempre, pensar un repertorio especialmente dedicado a los que están a nuestro lado en el camino”, arranca Parodi, en los días previos al retorno. “Para mí, estar con Teresa en el camino es maravilloso”, se pliega Prada. “Me divierto, aprendo, me dan ganas de hacer canciones. Ojalá continúe”, se entusiasma la cantautora y psicóloga nacida hace cuarenta y seis años en el Uruguay litoraleño.

Más allá de los deseos, lo que hay aquí y ahora es un puñado de bonitas canciones que ambas repondrán en un contexto cultural, económico y social diametralmente distinto al del que las vio nacer. Un fresco de doce piezas en su amplia mayoría compuestas por ambas (priman “La otra orilla” y “Zamba de la duda”, además de la que nombra al disco, claro) y alguna que otra perteneciente a la correntina, como “Chamarrita cantora”. Un trabajo, además, surcado por un encuentro generacional y de género que puede moverse tanto en el mejor como en el peor de los mundos. “Juntarnos para compartir la música es siempre una necesidad entre nosotras, porque se trata también de compartir sueños, ideales, preguntas, esperanzas, desesperanzas, amores, dolores... En fin, asuntos de la vida y el tiempo que nos toca vivir. ¡Ay de nosotras y nosotros si no pudiéramos juntarnos para eso!”, se enciende la cantautora correntina. “Si fuera así, estaríamos en verdad aisladas y ajenas a lo que pasa y nos pasa, a lo que creemos que tenemos que hacer y decir y esperar y proponer para seguir.” “Sí, claro. Y además, para mí el hecho de juntarnos también implica reafirmar la hermandad de los pueblos”, vuelve Prada, hacedora de la tríada de discos Soy sola, Soy pecadora y Soy otra. “Como uruguaya en un pequeño país que resiste, me siento en la obligación de acompañarlos como siempre y más que nunca”.

–A momentos turbios, necesidades imperiosas, sería la fórmula.

Teresa Parodi: –Totalmente. En esta hora, en este tiempo de crisis regional y mundial, los encuentros de esta clase son casi urgentes para retomar fuerza, para mirarse en los otros y con los otros, algo que finalmente también es con nosotras mismas. Encender la mecha fabulosa del amor, quiero decir, y las convicciones que no hemos traicionado y nos empujan más que nunca hacia la construcción de un porvenir más justo. 

–Las diferencias son muy notorias y claras respecto de la primera vez que se juntaron. ¿Cómo viven este contrapunto epocal desde sus sendas subjetividades?

T.P.: –Hay una gran diferencia entre este encuentro y aquel que tuvimos hace algunos años, sí. Este de ahora es en medio de un contexto convulsionado, donde nuestros países y los países hermanos de Latinoamérica están atravesados por la crisis mundial, y el claro avance de proyectos neoliberales en el mundo entero. El regreso del descreimiento de los pueblos en la política, en notable mayoría, es alarmante, y debe obligarnos a profundas reflexiones y acciones que modifiquen esa realidad. Es aquí, en este punto, donde además se siente en el aire la necesidad imperiosa de reunirse con los que piensan igual buscando casi desesperadamente que la memoria que nos funda no desaparezca. La cultura, en sus infinitas formas, es el lugar donde nos reconocemos y recuperamos el sentido de las cosas para no bajar los brazos.

Ana Prada: –Sin dudas, ha pasado y nos ha pasado de todo desde aquel momento hasta ahora. Pero también me gustaría recalcar las cosas que se han mantenido. Mi profunda admiración por Teresa, por ejemplo, o la enorme felicidad de sabernos cerca y las ganas intactas de hacer músicas juntas.

–¿Cómo y cuánto incide este marco cultural y social en el armado estético del concierto?

T.P.: –El marco en el que también estamos nosotras incide en lo que haremos, por supuesto. Nuestras canciones han acompañado momentos de nuestras vidas que hemos compartido con nuestros pueblos y eso es y será el punto de partida y de llegada de cualquier concierto que convengamos hacer. Ese es nuestro pacto permanente con los que nos escuchan, y en este caso vayan a compartir en vivo nuestra propuesta.

La propuesta en ciernes incluye, además de las voces de ambas juntas o por separado, la guitarra del versátil Ernesto Snajer sobre quien la exministra de cultura (cuando había ministerio) no ahorra elogios. “Ernesto desborda talento e inspiración, y esto será largamente suficiente para crear los climas que necesitamos en cada canción”, asegura ella, acerca del también productor de su último disco a la fecha: Todo lo que tengo. Entre otros, las cuerdas de Snajer irán a favor del citado “hit” del primer encuentro: “Y qué más”. “Fue la canción que más hemos cantado juntas y por separado, porque en ella está muy claro qué lugar tiene en nuestro canto el amor, que es la más bella de las trincheras para enfrentar el día a día”, configura Teresa. “Es una canción muy potente, sí. Podría decir que es la canción que querría que nos representara. Tengo recuerdos muy emocionantes en diversísimos lugares cantándola. En cada uno de ellos, aunque no la cantara con Teresa, incluso, estábamos ambas presentes”.

–¿Qué balance hacen del disco que grabaron, más allá de alguna canción puntual?

T.P.: –Nuestro disco fue un grato e inolvidable encuentro compositivo. Fue un punto de partida que nos dejó un puñado de canciones que amamos y hemos echado a andar con ilusión y alegría. Y que puede tener su correlato en el futuro, porque siempre hay un mañana que nos espera. Siempre está abierta la puerta a nuevas juntadas. Siempre diremos que sí a compartir la música.

–¿Qué canción de cada una usarían para explicar esta época y por qué?

T.P.: –Las canciones que hemos escrito cada una seguirán haciendo su camino. Nosotras podremos elegir algunas, pero la que en verdad vale es la que elige la gente.

–¿“La otra orilla”, tal vez?

T.P.: –Bueno, este tema es especial porque fue el primero que escribimos. Tiene eso de especial. Es el que originó todo lo que siguió y es un mano a mano inolvidable.

A.P.: –La otra orilla del mismo río y en ella acaso lo que quisimos, tal vez mañana o ayer, qué importa, si el hoy ya canta sin preguntar.

–A propósito, ¿qué sintieron cuando se enteraron que ciertos músicos latinoamericanos, en las antípodas de la idea de Patria Grande en la que ustedes creen, decidieron participar de ese festival a favor de la “ayuda humanitaria” a Venezuela llamado Aid Live? Tuvo que intervenir un músico británico como Roger Waters para poner el grito en el cielo...

T.P.: –Hemos coincidido en pensar con mucha convicción que creemos en la autodeterminación de los pueblos y por ende que desaprobamos la intromisión de países extranjeros en los asuntos internos de cualquier nación sobre la Tierra. El resto es una decisión personal, personalísima. No opinamos sobre lo que decidan otros colegas.

A.P.: –Igual, yo pienso que nuestros aliados serán siempre quienes busquen la paz. Hay mucho en riesgo, urge apostar al diálogo y no aumentar tensiones.

–¿Y cómo se posicionan ustedes sobre esta cuestión tan ríspida para el futuro del continente?

T.P.: –Vemos con angustia el futuro del continente. La democracia, la libertad y la soberanía de las naciones deben ser respetadas a rajatabla. El avance de la derecha al frente de muchos países en el mundo es preocupante. Se avecinan tiempos de pérdida de derechos básicos, de discriminaciones inaceptables, de sufrimiento y pobreza para las mayorías  más desprotegidas y eso es, a esta altura de la historia de la humanidad, inaceptable. Confiamos en la memoria de nuestros pueblos y esta desolación no va a ser eterna.

A.P.: –Confiemos, seamos optimistas, reaccionemos a tiempo y ejerzamos el poder soberano que este puede ser un gran año. Personalmente, me encuentro en un momento paradójico, porque es un momento muy nuevo pero lleno de reencuentros con un lugar de la composición, de la canción, de lo que espero cuando subo a un escenario. Ahora estoy haciendo ocho canciones para el ocho (de marzo, Día Internacional de la Mujer). Se trata de una selección de canciones feministas -para mí- sin más criterio que el propio. Canciones que al atravesarme me hicieron mirar al mundo diferente y con ganas de que sea más justo.

–Tiene mucho sentido que se expresen al respecto. ¿Cómo se posicionan ante las luchas feministas que están teniendo lugar aquí y ahora?

T.P.: –Es indudable que el movimiento de más fuerza revolucionaria de los últimos tiempos está en manos de las mujeres del mundo entero. Las nuevas generaciones tienen muy claro que la igualdad de género no se negocia. Es una realidad alcanzada a lo largo de una extraordinaria lucha que no estamos dispuestas a abandonar. El mundo es testigo ya para siempre de este escenario cambiado: nuestra lucha tiene demasiada muerte y al mismo tiempo demasiada vida entregada a la conquista de los derechos que legítimamente hemos sabido conseguir. No daremos entonces ni un solo paso atrás.

A.P.: –Sumaría que las calles que ya han sido conquistadas deben reflejarse en votos porque, como dijo Rosa Luxemburgo, “quien es feminista y no es de izquierda carece de estrategia, y quien es de izquierda y no es feminista carece de profundidad”. Las luchas por la justicia social se superponen, quiero decir: las mujeres pobres son las más pobres de los pobres.

T.P.: –Y la poesía y la música para expresarlo, ¿no? Para cuidar la aurora que se avecina. Como decía Neruda, “cada poema valiendo una granada”.