Buscar “damisela en apuros” en Imágenes de Google. Allí aparecerán escenas de mujeres atadas de pies y manos a un árbol o a las vías de un tren. ¿La salvación a último momento? Un noble caballero, por supuesto. La Reina del Flow, la serie que estrenará Telemundo Internacional hoy a las 21 para Argentina, revienta ese arquetipo. Porque Yeimy Montoya tendrá que desatarse sola, reinventarse y –vaya placer– vengarse a su modo. La ficción colombiana presenta la historia de una chica que quería triunfar en el mundo de la música hasta que un “paisa” la enamoró, traicionó y se quedó con sus canciones. Ella acabó tras las rejas y su chico viviendo al estilo Maluma, J Balvin o Reykon. A María José Vargas, encargada de componer a la Yeimy adolescente, le interesó mostrar el amor por la música de su personaje como señal de identidad en un contexto duro. “Terminé el colegio hace dos años, así que me identifico en muchas cosas con ella, siento que nuestras juventudes no son tan diferentes. Vengo de un barrio de Medellín, un poco más arriba de donde grabamos la serie, y crecí en una comuna, entre balaceras y pobreza”, repasa la actriz ante el NO.

En los 82 episodios de la serie, que tiene protagonistas sub-35 y también está alojada en Netflix, hay tiempo de sobra para ir del pasado al presente, de una Yeimy inocente al contoneo con el negocio de la droga, el largo tiempo tras las rejas y su conversión a otra clase de mujer. Es que para llevar a cabo su plan se hará pasar por Tammy Andrade, una buscadora de talentos y productora. “Creo que el mayor desafío que tenemos con La Reina del Flow es hacer personajes de carne y hueso que no sean 100 por ciento blancos ni 100 por ciento negros, que siempre están en la línea delgada entre el bien y el mal”, cuenta Carolina Ramírez, encargada de componer a la protagonista de adulta.

En esta historia, reggaetón rima con superación, pero también con narcotráfico y con la jungla de cemento que se respira en las ciudades de Colombia. Uno de los personajes trascendentales en este relato es el de Charly Flow, a cargo de Carlos Torres, el cantante seductor, el hombre que serpentea con éxito el negocio discográfico y el de los estupefacientes. El actor cree que uno de los atractivos del relato pasa por mostrar el lado B de la fama y sus fábulas. “Siempre hay muchos mitos sobre los artistas, y sobre todo los del género urbano, por el origen de esos músicos. Desde que recibí los libretos, me encantó la idea de tocar esos mitos del género urbano, que siento que en Colombia no se habían tocado aún, incluso de algo tan masivo como el reggaetón”, apunta.

Otro personaje con un trasfondo jugoso es el de Gema, la pareja de Charly, que cuando se apagan las luces sufre violencia de género a manos de su esposo. La actriz que la compone, Mabel Moreno, reconoce que el propio estilo musical la pone en una situación de distracción incómoda: “A mí el reggaetón me encanta, pero me pone a pelear conmigo porque las letras son terribles. Pero pese a que sean tan misóginas, termino bailándolas igual. Es todo un tema: cuando salió La Reina del Flow, por mi personaje me escribieron muchas mujeres que estaban en la misma situación que Gema. Porque en este momento de la historia, aunque estemos con otro chip y empoderadas, la realidad sigue siendo ésa del maltrato. Y el maltrato no son sólo los golpes: también cuando te silencian”, afirma.

La Reina del Flow aparece en días en que la figura pop de Pablo Escobar se mantiene al tope con retratos ficcionales (El Patrón del Mal, Narcos, Paradise Lost y Loving Pablo), La reina del Sur le pone picante y feminidad a las narconovelas y hasta Nicky Jam: El Ganador le imprime su ritmo al fenómeno. Lo cual vuelve lícito preguntarse si La Reina del Flow aprovecha de la narcoexploitation y la representación de Colombia como el paraíso blanco. “Era importante situar a los personajes en un lugar y un ambiente hostil, porque eso de alguna manera hacía a la historia de estos jóvenes. Y aunque es cierto que Colombia muchas veces es representada en las películas y las series con el narcotráfico, La Reina del Flow muestra que siempre hay más de un camino. Y el de estos chicos fue la música, que es lo que realmente está pasando ahora en las comunas de Medellín, donde muchos jóvenes se están metiendo en el reggaetón y el hip hop, cuando antes sólo parecían condenados al sicariato y al narcotráfico”, cuenta Ramírez. Y Vargas concluye: “Ahora muchos músicos colombianos te dicen eso mismo: ‘La música me salvó, porque era eso o salir a robar’”.