Ema Lucero ingresa en la sala de las micro-resistencias, donde se exhiben varios videos. Se sienta y se abanica mientras mira con atención. En esas pantallas aparecen Olga Moyano, Estela Vagni, Lelia Ferrarese, Marta Díaz y ella misma, recordando las tramas de solidaridad que tejieron con otras mujeres en la cárcel de Devoto. Lucero fue secuestra en 1975 en Morón. Llevaba su bebé en brazos, con quien consiguió permanecer en prisión durante unos meses. Sus otras dos hijas, que por entonces tenían cinco y siete años, quedaron solas, en la calle. Lxs tres estuvieron junto a ella en Revolucionistas. “Me sentí muy emocionada al ver esta muestra, al saber que hay gente que se preocupa por las que luchan por su liberación en todas las épocas”, cuenta ahora, a los 84 años. Evoca esos durísimos tiempos “donde los penitenciarios eran los patrones de la cárcel”, mientras ellas lograban esconder versos en papeles de cigarrillo, convertir huesos de pollo en agujas de bordar, contener el aire “cuando se llevaban compañeras a campos de concentración”. “Hace mucho tiempo participé en la Unión de Mujeres Argentinas y me parece que nuestra fuerza va saliendo adelante aunque todavía hay mucho por hacer, como lo demuestran los femicidios cotidianos”, agrega. La esperanza, para ella, es ver a su nieta de 23 años llegar a la muestra. “No sabía si iba a venir y ella me dijo ‘pero abuela, yo no podía faltar’”.

Mercedes Simoncini es trabajadora social. “Me gusta mucho que el trabajo de Unidas, la organización que integré, se haya podido documentar. A comienzos de los ochenta no había tecnología sofisticada como ahora. Hacíamos acciones con esfuerzo y convicción sin sospechar que íbamos a ser parte de una historia”, dice. Relata que durante un tiempo lograron publicar La Hoja Feminista y acompañarla con acciones callejeras. “Un 8 de marzo, en pleno centro, hicimos una jaula gigante con una familia encerrada. Otra vez marchamos por la calle con una corona denunciando a las mujeres muertas por violencia. Hay fotos de todo eso en Revolucionistas”, se entusiasma. También está el audio que propagaban con un pasacassete cuando se estrenó la película Camila: una iba vestida como la protagonista, el hijo de otra, vestido de Ladislao y unos cabezones simulaban el clero y el patriarcado estatal. “El feminismo es el único movimiento que se ha podido sostener a lo largo del tiempo -asegura-. Tengo amigas más grandes que yo que me pasaron libros, películas y que quizás sin saber lo que era la palabra ‘feminismo’, hicieron su aporte, su transmisión, tanto como nosotras mismas”.

Irene Ocampo fue una de las fundadoras de la Red Informativa de Mujeres (RIMA) en el 2000, junto a Gabby De Cicco. Esta lista de activismo feminista, que continúa, comenzó siendo una instancia de intercambio vía mail que sumó miles de participantes de todo el país y el exterior. En 2003, Irene también fue una de las fundadoras del espacio de visibilidad lésbica Las Safinas, surgido al calor de los Encuentros Nacionales de Mujeres. “Las herramientas que en ese momento llamábamos virtuales ahora se transformaron en redes sociales de uso cotidiano. Lo importante sigue siendo qué uso le das a eso. Porque también es importante sostener, de manera paralela, una militancia en la que se ponga el cuerpo”, señala. 

Observa que un antecedente posible de Revolucionistas es Mujeres Públicas: fragmentos de un hacer feminista, que se realizó en Buenos Aires en 2016. “La idea era replicar una muestra de características similares en distintas provincias pero solo ahora fue posible trazar un recorrido de lo hecho en Rosario. Entiendo que Revolucionistas no es una muestra finalizada sino la posibilidad de poner en un mismo sitio diversas experiencias. Es lo mismo que cuando vas a una marcha, donde estamos todas juntas, en el mismo momento”.

Claudia Lucero fue compañera de Sandra Cabrera, la dirigenta sindical referente de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar), asesinada en enero de 2004. Días antes había denunciado a la Policía por complicidad en el crimen organizado y explotación sexual de jóvenes. Fue amenazada en varias oportunidades, al igual que su hija Macarena, entonces de 8 años.El asesinato continúa impune. 

“Para mí es un orgullo ver que a través de los años la lucha de Sandra siga vigente y sea incluida en Revolucionistas. Es un orgullo porque cuando se armó Ammar y Sandra empezó a militar, sufríamos mucha discriminación y represión. Nunca pensamos que íbamos a llegar hasta acá”, dice. Las imágenes que aparecen en la muestra le tocaron el corazón porque le trajeron recuerdos de situaciones simples pero elocuentes en su significado de cuidado entre pares: “En uno de los folletos hay una foto que nos sacó Elena Reynaga (fundadora de Ammar) en el patio de ATE. Yo no recordaba esa foto como tampoco la del cumpleaños de Ammar. La torta que se ve en la foto la hice yo”. 

 

La muestra está acompañada por un seminario que incluye la participación de Sasa Testa e Ingrid Beck, entre otrxs. El cronograma se puede consultar a través de rosario.gob.ar/web/ciudad/cultura. Revolucionistas estará abierta hasta el 31 de marzo todos los días de la semana, de 10 a 20 con entrada gratuita.