Hace dos mil quinientos años, Aristófanes escribía una comedia en la que un grupo de mujeres decidía ponerse barbas postizas y vestirse con las ropas de sus maridos para infiltrarse en las asambleas de los hombres y hacer oír sus ideas. Praxágora –que había sido elegida como la mejor oradora– habla delante de los ciudadanos de Atenas y les explica por qué las mujeres serían perfectamente capaces de gobernar y tomar decisiones. Propone, entre otras cosas, acciones para terminar con la guerra y la propiedad privada, que tanto hombres como mujeres puedan tener sexo con quienes quieran y que el cuidado de los hijos no dependa solamente de las madres. No sabemos cuántas mujeres de esa época habrán visto la obra, porque el teatro también era cosa de hombres, pero ya quedaba claro que lo personal es político y que el género y sus atributos son una construcción (una barba, unos pantalones, una buena retórica, quedarse en la casa o salir, poder estudiar, disfrutar del sexo, etc). Aunque hay textos que dicen que era una comedia que usaba a las mujeres para criticar al gobierno de turno (algo así como “hasta las mujeres pueden hacerlo mejor que ustedes”), ahí está la conciencia de mujeres disconformes con el rol que el patriarcado les había otorgado.Y es esa conciencia y el carácter público y colectivo de la asamblea, lo que toma el Teatro Nacional Cervantes para la acción que dará inicio a su nueva temporada. 

Este evento es hace tres años una fiesta exuberante que sucede no solamente en las salas principales, sino en los pasillos, los baños, las salas de ensayo y cuanto lugar quede libre para ser intervenido por los cuerpos y la palabra. Si en el primer año presentaron en un día las 33 obras de Tato Pavlovsky como manera de celebrar al autor argentino que había muerto hacía poco, y en el segundo año hicieron Marx Nace, presentando la obra del padre del comunismo a doscientos años de de su nacimiento, este año abren con algo que está más vivo que nunca (y no es hombre). Marcela Basch, Amalia Sanz y Carla Imbrogno, junto con el equipo artístico del teatro, programaron una bacanal de once horas para pensar el movimiento feminista en su diversidad, y sobre todo –gracias a la referencia que usaron para el título– como algo histórico: una gran deuda universal que quizás, esté más cerca de empezar a saldarse.

El poder silencia, acalla y tapa. También oculta disidencias, diferencias y autonomías. Disgrega, separa y enfrenta. Con el feminismo ha ocurrido eso desde siempre. Cuando Virginia Woolf se pregunta qué hubiera pasado si la hermana de Shakespare hubiera nacido con el mismo talento que su hermano, y responde ella misma que nunca la hubieran dejado ir al teatro ni mostrar sus obras; ó cuando dice esa frase perfecta que el Teatro Cervantes recoge: ‘“Durante la mayor parte de la historia, ‘Anónimo’ fue una mujer”, lo que dice es que la mujer siempre estuvo, sólo que no se la publicó, no se la instruyó, no se la dejó contar, y se la encerró en la casa. La historia no está solamente escrita por los vencedores, sino que está escrita por los hombres (blancos y occidentales, dice Griselda Pollock) y como a ellos les gusta que sea. ¿Por qué la historia del arte no tiene mujeres? ¿Por qué el canon siempre fue masculino? ¿Por qué a Safo se la conoció más por cachonda que por su obra? ¿Por qué las mujeres tenían que firmar sus libros con seudónimos masculinos? ¿Por qué las mujeres no eran dueñas de su cuerpo y pasaban del cuidado del padre, al de su esposo? ¿Por qué no podían ir a los bares, fumar en público y mirar sin ser vistas? ¿Por qué no les podía gustar el sexo? ¿Por qué la historia reivindica a mujeres precalaras como si una mujer pensante y valiente fuera algo excepcional? 

El Cervantes invitó a muchas personas que de distintas maneras participan de la conversación feminista poniendo de manifiesto esa pluralidad: María Moreno, Andrea Giunta, Susy Shock, Rita Segato, Nora Cortiñas, Julieta Venegas, Ofelia Fernandez, Naty Menstrual, Luciana Peker, por nombrar algunas de las más de sesenta participantes de distintas edades, trayectorias, disciplinas, perspectivas y activismos que estarán ese día. “Partimos del plural: no existe la mujer, existen, existimos, las mujeres, y otras identidades que también son minorías ante la mirada canónica. Pensamos en que hubiera quienes pudieran abordar los temas desde cierta reflexión teórica, y también quienes lo hicieran desde la experiencia. Éste no es un coto para cuatro especialistas; a todas, todes, todos, todxs nos atraviesan cuestiones de género”, dice Marcela Basch, una de las curadoras. La acción de apertura del Cervantes celebra esa necesidad de encuentro y debate. Amalia Sanz cree que lo que guía a toda la jornada es la circulación de pensamiento; poner a conversar textos centrales del feminismo pero abordados desde el presente, visualizar datos, lecturas, conversaciones, videos, películas: “De alguna forma, es un ‘caleidoscopio’, un programa para armar, que puede recorrerse de maneras diversas, y donde ningún camino lleva a una visión completa ni simple’. 

El género como cuestión política, el cuerpo como territorio en disputa. El feminismo contemporáneo tiene ramas de pensamiento en la biología, la economía, la medicina, el arte y las ciencias sociales. Todo se está revisando a la luz de este movimiento. El feminismo se hermana con los cyborgs, con los vampiros, con seres de otros reinos que funcionen con otras leyes y otras lógicas. El feminismo busca, se pregunta y en ese preguntarse se sabe sobreviviente de algo. Sabe que hay algo que le impusieron con lo que no está cómodx. ¿Cómo puede este movimiento seguir preguntándose sin clausurar, en permanente movimiento y expansión?¿Qué pasa con el mundo si se lo piensa a través del feminismo? ¿Y los cuerpos? ¿Las cuerpas? ¿Los terroritorios y todo lo que ahí vive y crece? ¿Qué pasa si un país incluye en el preámbulo de su Constitución la afirmación “Nos mueve el deseo”? Alejandro Tantanian, el director del Cervantes cree que el teatro es un lugar especial para alojar esta discusión: “Un teatro habitado por ideas, pensamientos y cuerpos alrededor de esta revolución que está ocurriendo en tiempo presente. Quisimos trazar un arco desde aquella Asamblea de la Antigüedad hasta esta asamblea contemporánea atravesada por la efervescencia y la vitalidad política. Cuerpos y voces plurales que trazan genealogías de las luchas históricas y que también nos informan sobre los distintos puntos de la agenda actual, hacia dónde vamos”. Circula una frase que dice: “Somos testigos de la caída del patriarcado”. ¿Será que sí? ¿Cuánto ruido hará al caer? Será música para nuestros cuerpos.

La asamblea de las mujeres se llevará a cabo el sábado 23 en el Teatro Cervantes, Libertad 815. De 11 a 22. Gratis. Talleres con inscripción previa. Programación completa: teatrocervantes.gob.ar