Desde Estambul
Arabia Saudita resiste las crecientes demandas de transparencia en el juicio de agentes del gobierno presuntamente detrás del brutal asesinato y desmembramiento del columnista del diario The Washington Post, Jamal Khashoggi. Turquía, donde se produjo el asesinato de Khashoggi, dijo que la Interpol había emitido “notificaciones rojas” para 20 sospechosos a solicitud del fiscal de Estambul que estaba a cargo del caso. La movida está destinado a presionar a Ryad.

Rechazando los crecientes pedidos de una investigación internacional, el presidente de la Comisión Saudita de Derechos Humanos, Bandar al-Aiban, afirmó que los acusados habían sido llevados a una tercera audiencia después de su acusación en enero. Pero Turquía y otros han exigido más transparencia en un juicio que ha estado en gran parte oculto a la vista del público. “Aclarar el incidente y llevar ante la justicia a todos los asesinos e instigadores es un requisito de nuestro orden internacional y una garantía de la reputación internacional del reino”, dijo Fahrettin Altun, portavoz del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, en un comunicado. “Instamos a Arabia Saudita a que le diga al mundo qué individuos están actualmente en juicio por qué cargo o cargos, a fin de no tener que plantear ninguna pregunta sobre la sinceridad de los procedimientos judiciales en el reino”.

Los avisos rojos de Interpol que Turquía solicitó no significan que los sospechosos serán arrestados sino que complicarían sus intentos de viajar. La UE ha criticado en el pasado a Turquía por abusar de la Interpol al solicitar notificaciones rojas para los disidentes políticos. Sin embargo, es probable que las últimas presentaciones estén en línea con los objetivos occidentales para obtener una medida de responsabilidad sobre el asesinato de Khashoggi.

Aiban no reveló el número exacto de sospechosos llevados al tribunal y la fecha exacta en que se celebró la tercera audiencia. Pero sí dijo que asistieron con sus abogados, con organizaciones no gubernamentales no especificadas que supuestamente observaron los procedimientos. Rechazó lo que llamó intentos de “internacionalizar” el asesinato, una referencia a los llamamientos de organizaciones de derechos humanos, la ONU y docenas de gobiernos para una investigación independiente sobre el caso.

Pero en muchos aspectos, el caso ha sido un asunto internacional desde el principio, cruzando múltiples jurisdicciones. Khashoggi, residente en los Estados Unidos, fue asesinado en octubre en el consulado de Estambul de su propia nación por un equipo de asesinos enviados desde la capital. Su cuerpo aún no se ha encontrado. El caso provocó indignación y acusaciones globales por parte de funcionarios estadounidenses y expertos sauditas de que el príncipe heredero Mohammed bin Salman, un aliado y amigo del presidente estadounidense Donald Trump y su familia, probablemente ordenó el asesinato, algo que la corte real ha negado repetidamente.

Los últimos desarrollos en el juicio de Khashoggi se producen en medio de una mayor presión sobre Arabia Saudita y su Príncipe Heredero. El Senado de los Estados Unidos votó la semana pasada poner fin al apoyo de Washington al esfuerzo de guerra del Príncipe Mohammed en Yemen, un conflicto que ha sido descrito como la peor crisis humanitaria en el mundo. La votación 54-46 incluyó a varios miembros del propio Partido Republicano de Trump.

Borzou Daragahi: De The Independent de Gran Bretaña. Especial para  PáginaI12.Traducción: Celita Doyhambéhère.