Una restricción precautoria al movimiento de capitales especulativos impuesto por el gobierno de Turquía, y la posibilidad de que Moody´s le baje la nota a la calificación de deuda sudafricana, fueron suficientes para provocar que los fondos especulativos corrigieran la composición de sus carteras de inversiones, bajando su exposición en países emergentes. Ello provocó una suba del dólar, frente a la moneda local, en diversos países. Además de Argentina, en la región el impacto se sintió en Brasil, México y Chile, al menos. Pero en Argentina tiene componentes locales que hacen que, lo que en los próximos días sea “la vuelta a la normalidad” pasado el momento del impacto en los demás países, aquí sea nada menos que un paso más hacia el abismo. 

“En Turquía, el gobierno de Recep Tayyip Erdogan limitará el acceso de los inversionistas al mercado cambiario para evitar una fuga masiva de liras antes de las elecciones municipales del domingo próximo. La lira pierde alrededor de 1,71 por ciento”, informaban ayer los medios internacionales. La bolsa de Estambul, en tanto, reflejó en mayor medida el impacto con una baja promedio del 5,7 por ciento. “El rand sudafricano cae 1 por ciento pues el mercado prevé que esta semana la agencia calificadora de riesgo Moody´s podría recortar la nota de Sudáfrica”, referían con respecto al otro acontecimiento que golpeó en la plaza financiera internacional. Las repercusiones en las monedas de Brasil, Chile y México, alcanzados por el aumento de la “aversión al riesgo” de los fondos financieros y su retiro parcial de los mercados emergentes, no estuvo muy lejos de esos mismos valores: pérdidas en torno al uno por ciento.

Lo que sucedió en Argentina tuvo otra dimensión. Este miércoles fue la octava jornada consecutiva de caída del valor de la moneda frente al dólar que, además, en un solo día, tuvo una variación de aproximadamente el 2,5 por ciento con respecto al dólar. Las condiciones de vulnerabilidad de la moneda argentina vienen arrastrándose por condiciones generadas por la actual política económica y monetaria, y la desconfianza en las autoridades sobre su capacidad de contener el derrumbe en este año electoral.