Desde Córdoba

El momento más emotivo del VIII Congreso Internacional de la Lengua en el Teatro del Libertador San Martín la tuvo como protagonista a Claudia Piñeiro, que participó en el panel “El valor del español como lengua de culturas. Literatura, oralidad y folclore” junto a Alejandro Dolina, Norma Morandini, Patricia Córdoba (México), Olga Fernández Latour de Botas y Gastón Melo (México). La escritora habló de “la voz potente de la impotencia” en el caso de tres narradoras: Mariana Carrizo, Charo Bogarín y Miss Bolivia (María Paz Ferreyra). Bogarín –que rescata la memoria del canto de las mujeres qom y ha hecho recopilaciones de canciones quom, mbya y guaraní– tradujo al qom la canción de León Gieco “Cinco siglos igual”. Piñeiro –con el pañuelo verde por la legalización del aborto que lleva siempre a todas partes– cantó un fragmento en qom. Y también recitó las “Coplas verdes” de Carrizo: “Una copla verde canto/ Pañuelo de libertad/ Toda la fuerza en la lucha/ Para el aborto legal/ Pañuelo verde/ Pájaro libertario/ De las mujeres/ La mujer que tenga plata/ Si aborta se salvará/ La pobre que nada tenga/ Ningún dios la asistirá/ Aquí les canto una copla/ En la tumba del silencio/ Si una sola mujer muere/ Saldremos todas a un tiempo/ Salga el sol, si ha de salir/ También que salga la luna/ El aborto será ley/ Pa’ que no muera ninguna/ Soy salteña, libre y dueña./ Soy salteña, libre y dueña”.

Piñeiro recordó que Carrizo después de cantar esa copla fue amenazada de muerte y su casa fue apedreada. “En el siglo XXI, en Salta, Argentina, la casa de una mujer es apedreada por cantar una copla”. La autora de Las viudas de los jueves –que también recitó la canción “Paren de matarnos”, que Miss Bolivia escribió con Guillermo Beresnak– destacó que el trabajo de estas tres mujeres –Carrizo, Bogarín y Miss Bolivia– “son lenguaje vivo, cosmovisión, lucha, resistencia, la herida del acto fundacional, la voz potente que nace de la impotencia”. “Narradoras que recibieron el mensaje del viajero que viene de lejos, pero que no soltaron la tradición y la historia de quienes se quedaron en la tierra de origen. Mujeres que no aceptan, en el siglo XXI, un conquistador”. La escritora propuso que en futuras ediciones este congreso debería llamarse “Congreso de la Lengua Hispanoamericana”. “Poner sobre la mesa esta cuestión cuando hablamos de la lengua que compartimos creo que nos hará bien a todos –reflexionó Piñeiro–. Soy escritora, y como dijo Reynaldo Arenas, los escritores estamos encaprichados en ponerle palabras al silencio, a los silencios actuales y a los anteriores, incluso a los que vienen desde quinientos años atrás”.

En cuanto al lenguaje inclusivo –que al no estar incorporado como tema fue justamente puesto sobre la mesa por varias escritoras y escritores–, Piñeiro hizo un paralelismo entre una lengua que quiere imponerse sobre otras habladas en un territorio dominado y la férrea oposición a que la lengua se modifique adoptando los usos que introdujo la perspectiva de género. “De nada sirve ni oponerse ni tratar de imponer un lenguaje atravesado por la realidad: la lengua está viva y siempre será con el tiempo lo que el uso determine. No sabemos hoy si el lenguaje inclusivo terminará siendo adoptado por la lengua española, lo sabremos en el futuro. Pero muchos de los que están en contra del uso del lenguaje con perspectiva de género argumentan desde el lugar de una supuesta superioridad, con subestimación y algo de prepotencia. Casi como el conquistador que está imponiendo sus reglas en otro territorio. Y en este caso y en este siglo el territorio no es geográfico sino humano: la mujer y los géneros no binarios”.

Como si estuviera en su programa radial La venganza será terrible en la AM 750, Dolina contó dos historias breves. “Un niño ve en la oscuridad una espantosa sábana en la soga de colgar la ropa, desde luego se aterroriza. El padre lo acompaña hasta el fondo y ahí el niño se calma al ver que se trataba de un simple fantasma. La otra historia la contó Borges; varios gauchos analfabetos conversan en la pulpería sobre temas de escritura y fonética. Uno de ellos afirma que la palabra ‘trara’ no puede escribirse. Otro le responde que todo lo que se habla puede ser escrito. El primero lo desafía y le dice que si escribe ‘trara’ él pagará la copa para todos. El paisano acepta el reto y con el cuchillo traza un garabato en el piso. Se acerca entonces un viejo sabio, también analfabeto, que mira el suelo y sentencia: ‘clarito, trara’”. El escritor y músico comentó que asistió al Congreso de la Lengua para “saber si todo puede decirse, para saber si el lenguaje puede ser más real que las cosas y también para preguntar si, finalmente, estamos solos, sin poder comunicarnos con nadie”.

Dolina explicó que en los “foros más ingenuos” se opina que las cosas son sin necesidad de señalamiento. “El mundo real está allí, estaba antes de la presencia humana, y seguirá estando cuando una catástrofe cualquiera venga a destruirnos. El lenguaje es apenas una sombra del mundo, un simple instrumento que la humanidad ha elaborado para expresar lo que pasa en su interior. Para este realismo ingenuo la insuficiencia de la lengua es prueba de su naturaleza subalterna y especular”. También mencionó a quienes han llegado a sospechar que sin lenguaje los hechos no suceden. “(Karl) Popper afirmó que los hechos son algo así como un producto común del lenguaje y la realidad; son la realidad fijada mediante enunciados descriptivos, hasta que alguien no los selecciona los hechos no existen. Muchos ilustres refutadores de leyendas están lejos de creer que el hombre prexiste al lenguaje. Por cierto es difícil imaginar algo tan absurdo como un grupo de personas inventando las palabras”, dijo Dolina y se refirió al “más inspirado de todos nuestros conspiradores”, Friedrich Nietzsche. “Para él la realidad se percibe desde distintas perspectivas que multiplican la verdad y crean un nuevo infinito hecho de infinitas interpretaciones. Dice Nietzsche: ‘sólo pensamos en la forma del lenguaje’. Si queremos salir del lenguaje, dejamos de pensar. Pirandello captó las consecuencias del perspectivismo en las relaciones humanas; él creía que nadie conocía a nadie, que todos éramos perfectos extraños aun para nuestros seres más próximos”.

En un pequeño itinerario por la filosofía, Dolina recordó que para Platón “el mundo que vemos no es otra cosa que la sombra del mundo real” y que “las palabras son como sombras de las cosas”. “Cuando una ilusión produce los mismos efectos que un objeto real entonces es real –dictaminó el autor de Crónicas del Ángel Gris–. Tal vez no somos otra cosa que niños que temen más a las sábanas que a los fantasmas o paisanos analfabetos buscando en vano una instancia superior. Y también algo peor, que es quizá el único asunto de este congreso: estamos solos, somos islas, y la lengua que era la única esperanza de abandonar siquiera por un momento nuestra condición insular parece abandonarnos. Nuestra situación en el mundo es desesperada, vivimos angustiados por nuestra finitud, queremos comunicar nuestra angustia y las palabras que decimos no son oídas por nadie o son entendidas al revés”. El escritor intentó ir más allá de esa desesperación. “En la niebla oscura hay un relámpago que nos revela en el ínfimo escalón de la fugacidad quiénes somos de verdad. Debemos estar atentos a esos relámpagos, que acaso son el amor o el arte. Sabemos que su luz es posible que sea interpretativa, perspectivista y ficcional –advirtió–. Sabemos todo eso, pero día tras día, minuto a minuto, vivimos esperando un relámpago”.