Uno de los datos que más llaman la atención en el informe realizado por investigadores de ­Unipe, FFYL-UBA, CCC, Aula Abierta, Undav, Unqui y UNGS, que compara el Presupuesto Educativo Nacional entre 2016 y 2019, es la relación entre la reducción de este presupuesto y el incremento de los fondos destinados al pago de deuda. Mientras que en 2016 el Estado nacional destinaba 0,9 pesos por cada uno que destinaba a educación, en 2019 se triplicó esa relación: serán 3,3 los pesos que destinen a deuda por cada peso invertido en educación. 

La educación, entre 2018 y 2019, perdió participación en el presupuesto nacional: de 7,1 por ciento a 5,5 por ciento, lo que representa una reducción relativa del 23 por ciento. Si se considera como referencia el presupuesto del 2016 (participación del 7,8 por ciento), la reducción relativa es del 29 por ciento. 

Según indica el informe, el ciclo de los cuatro presupuestos 2016-2019 evidencia un crecimiento sistemático de la relación deuda-educación, en detrimento de la educación. “Se destina 3,3 pesos a la deuda por cada peso que va para educación. Esto es muy significativo porque un presupuesto habla más de prioridades políticas que de plata. Un presupuesto es una intención de gasto, ahí se ven las prioridades. Y cuando ves la relación entre deuda y educación las cosas quedan bastante claras”, lamentó Leandro Bottinelli, investigador del observatorio educativo de la Universidad Pedagógica Nacional (Unipe).

Durante los últimos 4 años, según advirtió el investigador, hay dos grandes tendencias: “De las grandes funciones que tiene el presupuesto hay una que crece y una que decrece. La que crece es la que destina fondos a pagar la deuda interna y externa. La gran función que pierde, en cambio, es la que subsidia a los servicios públicos”, explicó Bottinelli.

La partida para educación, que es otra de las grandes funciones que tiene el presupuesto, bajó en relación con los fondos destinados a la deuda. Sin embargo, su reducción no fue tan drástica como la que sufrieron los subsidios: “Porque la partida para universidades, que ocupa un lugar importante del presupuesto educativo, no fue tan serruchada. Eso tiene distintas explicaciones políticas. Por un lado, se debe a la presión de los gremios docentes. Y, por otro lado, creo que influye la alianza que hay dentro de la gestión Cambiemos con el radicalismo, dado que parte importante de las universidades son radicales”, concluyó Bottinelli.