Desde Israel

Si hay un logro a adjudicarle a Benjamin Netanyahu en esta campaña proselitista en la que el 9 de abril se juega su quinto mandato, es el de haber impuesto la palabra “izquierdista” como un insulto agraviante, como un signo de traición, de vendepatria, de asociado a los enemigos externos, como Irán, Siria, palestinos y hasta árabes ciudadanos de Israel, que constituyen no menos del 21% de la población.

En este contexto, cada día más difícil –desde cercenamiento de las posibilidades de acción de ONGs por la paz, la democracia y los DD.HH. y hasta castigo financiero a artistas que se atrevieron a discutir las nuevas leyes de censura– y cuando la palabra “Paz” desapareció de todas las plataformas de los partidos de derecha y centro, lo que hace Tamar Zandberg es físicamente peligroso: proclamarse de izquierda, una izquierda combativa. Hablamos con Zandberg, presidenta de Meretz, a una semana de las elecciones, y a días de haberse entrevistado en Ramalá con el mandatario palestino Mahmud Abbas.

–¿Es difícil proclamarse hoy judío de izquierda?

–Indudablemente la aplanadora propagandística de fake news de Bibi Netanyahu logró asustar y caracolear a un gran público de izquierda. Un público que apoya la democracia, la justicia social y un acuerdo de paz con los palestinos sobre la base de “Dos Estados para Dos Pueblos”. Ahí está nuestro potencial de crecimiento: que quienes piensan y creen en Meretz, voten de acuerdo a sus convicciones.

–Hay quienes piensan como Meretz pero harán una “votación estratégica” por el Partido de centro Azul y Blanco, liderado por Beni Gantz...

–En un sistema proporcional como el israelí, quien formará gobierno no es el partido más votado sino quien sea apoyado por el mayor número de diputados ante el presidente de la nación. Votar por Meretz es votar por una ideología que coloca al ser humano en el centro de nuestro pensamiento, y de la que deviene nuestra batalla por la paz, la democracia y los DD.HH. 

Cuanto más grande sea Meretz, más podremos influir para un cambio real. Quienes votan por Gantz se exponen a estar respaldando a un gobierno de Gantz con Bibi.

–Ustedes acusan a Gantz y el laborismo de escapar de la palabra “Paz” como del fuego...

–Netanyahu pasó de la consigna “Paz con seguridad” a la práctica de “Con seguridad que no habrá paz” y hace todo lo posible e imposible para que así sea, sirviendo a los intereses de un 4% de la población, que son los colonos judíos en la Cisjordania. Pero lamentablemente también Gantz y Avi Gabai (Laborista) temen hablar de la paz y de la retirada israelí de territorios palestinos.

–¿Cómo explica expresiones de derecha por parte de Gantz, quien se presenta como alternativa a Bibi?

–Su estrategia se basa en ganar votos de la derecha, mostrándose como derecha, aunque lógica y no iracunda: le escapan a definiciones sobre la paz, sobre los derechos humanos en general y se comprometen a que no incluirán a partidos árabes en su gobierno y no incluyeron ni siquiera un representante del 21% de la población árabe israelí entre sus candidatos. Esto es sumamente peligroso: el racismo y el fascismo llegan a las sociedades no por la acción de la derecha sino por las mayorías de centro que callan, cuando es imprescindible alzar la voz.

–Gantz y Gabai hablan de la necesidad de modificar artículos en la ley de nacionalidad que impusiera el Likud meses atrás.

–No hay que modificar sino anular esta ley mal nacida, que diferencia entre ciudadanos de un mismo país, otorgando privilegios a los judíos a costa de la discriminación de la población no judía. La “Ley de Nacionalidad” es otra demostración del tipo de democracia a la que augura Bibi y su coalición: una sociedad que elimina el principio de igualdad para todos los ciudadanos instituido en el Acta de Independencia de Israel de 1948. Meretz no solo se opone a la ley y llama a su anulación, sino que incluso elegimos a dos candidatos no judíos entre los primeros cinco a entrar en el Parlamento.

–Trump acaba de otorgar a Bibi un regalo de elecciones reconociendo la soberanía israelí sobre el Golán sirio. Bolsonaro visita a su amigo y lo apoya en plena campaña…

–En estas circunstancias se dice: dime quiénes son tus amigos y te diré quién eres. Los amigos de Netanyahu son Bolsonaro, el homófobo, racista y quien añora la dictadura militar; Trump; Víctor Urban de Hungría –el antisemita pero amigo de Israel–, el admirador de Hitler Rodrigo Duterte de Filipinas, y otros. Sus amistades son de la calaña de dictadores africanos, gobernantes europeos ultranacionalistas que no ahorran esfuerzos en combatir a la inmigración. 

–¿Es posible una política exterior israelí de otro tipo?

–Desde el punto de vista ideológico, es imprescindible que la política exterior esté basada en principios morales, aquellos que sostuvieron quienes lucharon por la creación de Israel y quienes defendieron el derecho del pueblo judío a un Estado en los foros internacionales a contados años del Holocausto. Pero también, desde el punto de vista práctico, podemos ver que –por ejemplo– en algunos países en Latinoamérica recuerdan hasta el día de hoy las ventas de armas israelíes a dictaduras sanguinarias en el pasado.