Nada como los anabolizantes para agigantar la imagen internacional de un gobierno que se encoje. Jair Bolsonaro le otorgó una condecoración al otrora fisicoculturista y actor Arnold Schwazenegger, perteneciente al conservador Partido Rebublicano, de visita en Brasil para promocionar una feria de productos destinados al mercado del "fitness". La placa entregada al exgobernador de California dice que la "República Federativa de Brasil (lo distingue por ) su dedicación e integridad durante su vida artística, social y política". Posiblemente, a través de ese reconocimiento las autoridades brasileñas procuraron generar una noticia de impacto capaz de opacar otra llegada el lunes desde Nueva York, cuyo Museo de Historia Natural anunció que dejó sin efecto un homenaje a Bolsonaro.

Las autoridades de esa entidad consideraron inapropiado que sus instalaciones reciban el 14 de mayo para la entrega de un premio al ex capitán cuyo mandato acaba de cumplir cien días. Para los responsables del museo "los objetivos de la actual administración brasileña" son motivo de una "profunda preocupación". En otras palabras: le cerraron la puerta para que no puede recibir el premio a la personalidad del año concedido por la Cámara de Comercio Brasil-Estados Unidos. Se trata de un galardón tradicional con 49 años de existencia. En 2018 lo obtuvieron el exalcalde neoyorquino Michael Bloomberg y el exjuez de la causa Lava Jato Sergio Moro - actual ministro de Justicia - que al ingresar tuvo que enfrentar una manifestación de activistas con banderas y cánticos pidiendo la libertad del "preso político" Luiz Inácio Lula da Silva.

Al actual alcalde neoyorquino Bill de Blasio le pareció una "ironía" que a Bolsonaro se le abran las puertas del mueso para un banquete en su honor. El jefe del gobierno comunal de Nueva York, del partido Demócrata, sostuvo que el presidente suadmericano es "un tipo muy peligroso" por sus posiciones homofóbicas, racistas y de desprecio por la Amazonia.

Para Bolsonaro, este portazo doble, del alcalde progresista y el museo, son nuevos reveses a pesar de su empeño en conquistar un nombre con proyección en la política global. Si bien faltan encuestas sobre la depreciación de su imagen internacional se puede arriesgar que ésta ha tenido una baja equivalente a la sufrida en el plano interno donde la agencia Datafolha indicó que a comienzos de abril su aprobación bajó al 32 por ciento. Siendo que a fines de diciembre había alcanzado una "expectativa positiva" del 65 por ciento.

Artículos recientes de los diarios El País, Le Monde y The Guardian hicieron balances decepcionantes del primer tramo de la gestión de Bolsonaro, un indicio sobre su pobre figuración en el ranking de los líderes mundiales.

El caso es que pocos mandatarios brasileños han realizado cuatro giras internacionales en tres meses de gobierno. Destacándose su encuentro con Donald Trump en Washington a fines de marzo y con el premier israelí Benjamín Netanyahu en Jerusalén, a comienzos de abril, donde a poco de recorrer el Mueso del Holocausto declaró que el nazismo fue un movimiento de izquierda.

Días más tarde reincidió en su tesis, agravándola: sostuvo que los crímenes del III Reich pueden ser "perdonados", por lo cual recibió una queja formal del Museo del Holocausto.

Algo parecido, pero de menor gravedad, sucedió con la publicitada visita de Schwazenegger a Brasil y la condecoración enviada por el presidente. Ocurre que la Confederación Brasileña de Musculación sospecha que el Arnold´s Sport Festival, lanzado en San Pablo este fin de semana, además de promover la venta de aparatos para redondear los bíceps también promociona, por lo bajo, el doping y los anabólicos.