“Estas fotografías son un proyecto en curso que crece con nuestra verdadera relación pero que de ningún modo se propone como una documentación del vínculo”, abre el paraguas la artista multidisciplinaria Pixy Liao al referirse a Experimental Relationship: serie que comenzó poco más de una década atrás, cuando viajó de su Shangai natal a Memphis para estudiar arte, conoció a Moro –un músico de jazz japonés, varios años más chico que ella– y lo invitó a posar. El flechazo profesional devino noviazgo con correlato visual: una colección de imágenes que oscilan entre el humor sardónico y la crítica filosa, donde el chico musa, chico objeto es retratado en las más disímiles situaciones: luciendo vestidos de su novia, colgado de una percha, reducido a bocado de sushi, convertido en una suerte de mesa (ella come papaya de sus partes pudendas), parcialmente desnudo con Pixy pellizcándole los pezones (guiño a cierto cuadro francés del siglo 16, de la escuela de Fontainebleau)…   Puestas en escena que exploran, a decir de la muchacha, las posibilidades de una relación heterosexual que desafía los rígidos roles de género, que ponen en jaque nociones rigidizadas, preconcebidas, que van contra los sesgos impuestos por la sociedad. 

“En China, donde nací y me crié, se cree que la felicidad de una mujer depende de casarse con un hombre más rico y mayor, un varón confiable, protector, casi un mentor; se les dice a las chicas que adopten un rol secundario y se relajen; algo que siempre me sentó fatal”, cuenta Pixy y agrega que, en su trabajo, busca subvertir esta perspectiva: amén de una composición cuidada donde el lenguaje corporal y el uso del color son elementos clave, la naturaleza poderosa y dominante de Liao contrasta con la pasividad y vulnerabilidad de Moro (“lindo, joven y obediente”). Aunque no es precisamente invertir los roles lo que pretende con Experimental Relationship –serie que le ha valido cantidad de premios, exposiciones, un libro-arte–, sino “acabar con el binarismo de género en su conjunto”. “Me interesa el concepto unisex, el estado andrógino del ser”, dice ella, que entiende que todo vínculo es un espacio de negociación, un juego de poder, algo que bien vale examinar para comprender cómo se construye y, a partir de esa radiografía, deconstruir y volver a barajar. 

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