"La democracia es la erupción de la parte de los que no tienen parte"Jacques Ranciere 

Es muy cierto que el ajustado triunfo electoral de la presidencial de 2015 fue consolidado ya en el poder por el abrumador respaldo que el nuevo gobierno recibió de poderosos grupos económicos, del sistema financiero, del gobierno de los EEUU, de Comodoro PRO y del sistema mediático, todos ellos complotados para provocar una cruel redistribución regresiva del ingreso e impedir todo intento de regreso del "populismo". 

Semejante bloque hegemónico tiene pocos antecedentes. En los años ´50 del siglo pasado enfrentó a Perón en el poder para luego derrocarlo mediante la fractura del ejército y la movilización de vastos sectores de clase media y recluirlo en el exilio por 18 años. 

Pero el mencionado bloque empezó a mostrar grietas en su desempeño apenas emergieron en el tejido social y productivo los daños ocasionados por la brutal implementación de políticas depredadoras del salario y de las condiciones de vida de los sectores populares, incluidos aquellos que, seducidos por la promesa que se iban a mantener las conquistas pero a desalojar a "los ladrones", huyen ahora despavoridos de ese engendro fantasmal en que se ha transformado Cambiemos. 

Así, y con la notoria ausencia de la CGT, a la que el gobierno de Cambiemos disciplinó racionando la entrega de fondos de las Obras Sociales congelados en el gobierno anterior, pero con el acompañamiento de los gremios leales a la doctrina justicialista que reagruparon a lo mejor de las conducciones sindicales combativas fue creciendo la protesta social y la movilización de distintos colectivos dañados por las políticas oficiales. Es por ello que nos permitimos afirmar que si pudiera reconocerse una herencia imperecedera del peronismo, esa es la cultura política que Perón consolidó con el ejercicio sistemático de la movilización popular. 

Se dijo y se dice tantas veces que el obstáculo esencial que tiene el neoliberalismo en este país, para bajar drásticamente la participación de los asalariados en la distribución de la renta, es que "por aquí pasó el peronismo". Y así parece ser. 

Pero no se trata sólo de oponerse a las políticas oligárquicas. La movilización popular ha sido en la historia latinoamericana una herramienta esencial del ejercicio democrático del poder y debe acompañar la gestión del próximo gobierno popular de nuestro país.  

El pueblo en las calles es el diferencial que se debe esgrimir para contrarrestar el imponente despliegue de recursos, la capacidad de corrupción del poder económico y financiero, y el uso despiadado de servicios de inteligencia que operan clandestinamente y responden a conocidas embajadas. 

A este fin, debe darse especial importancia al análisis de su desenvolvimiento, al reconocimiento de sus postulados y aprender de la capacidad de organización del movimiento feminista de Argentina, ejemplo a nivel mundial de batallas sucesivas por la igualdad de género a conquistar en el marco de una sociedad más justa y sin discriminaciones ni opresiones. 

No son las únicas, aunque si las que han demostrado mayor claridad e inteligencia para plantear sus reivindicaciones sin violencia y que, probablemente, resume buena parte de la experiencia de más de 40 años de lucha de la Madres de Plaza de Mayo. 

Nadie debe fastidiarse por el reclamo social que es siempre justo. El próximo gobierno popular debe tener un diálogo abierto y comprensivo, explicar y justificar debidamente lo que se hace y porqué se hace. Y construir un entramado de organizaciones populares que resulten referencia obligada del debate de a dónde vamos. 

Venga a cuento el concepto peronista de la Comunidad Organizada y el de unas organizaciones libres del pueblo activas y politizadas que generen conciencia en torno a la estrecha vinculación que hay entre las políticas públicas y los intereses de los sectores populares. 

Que combata el individualismo reaccionario que trata de imponer la idea de que cada uno tiene la vida que "supo conquistar", al margen del destino colectivo que sufrimos por nuestro origen social. 

La organización y movilización popular es, por ello, la más importante de las políticas públicas a implementar en la próxima etapa. De la que sabrá beneficiarse también la futura oposición democrática.  

Y nos atrevemos a decir que es la única política de Estado que merece ese nombre.