Por la última jornada del Grupo F de la Copa Libertadores, San Lorenzo perdió 1-0 con Palmeiras, y terminó segundo en la zona. El resultado demostró que la chance matemática de quedarse con el liderazgo de la zona si conseguía un triunfo en San Pablo fue una efímera ilusión, porque la realidad del Ciclón está marcada por una crisis futbolística que se sigue profundizando.
Desde la asunción de Jorge Almirón se sucedieron los malos resultados en los torneos argentinos, tantos que San Lorenzo terminó la Superliga siendo uno de los penúltimos, y como si esto fuera poco, en los octavos de final de la Copa de la Superliga fue eliminado por Argentinos Juniors.
Es cierto que mientras se daba la floja performance en el ámbito local, el equipo conseguía resultados positivos en la Copa Libertadores, que le permitieron pasar a la ronda de octavos sin demasiados apremios. Lo que no mejoraba el Ciclón era su rendimiento en el campo de juego. Flojos niveles individuales se sumaban a falencias en la creatividad y sobre todo a la falta de contundencia ofensiva. Tambien pesaban lesiones de futbolistas importantes, entre otros la de su capitán y goleador, Nicolás Blandi.
Ese combo hizo que Almirón apostara en el Allianz Parque por un equipo fuerte defensivamente, con línea de tres, reforzada por dos laterales y el volante tapón. Esta opción fue suficiente para controlar durante la etapa inicial a un Palmeiras que presentó una formación alternativa. Aunque renunciaron a sus chances ofensivas (más allá de un remate de Herrera en los primeros minutos y una excursión solitaria de Reniero seis minutos antes de irse al descanso), los de Boedo cerraron bien los espacios y le aseguraron un primer tiempo relativamente tranquilo al arquero Monetti.
El plan de resistir que había ideado Almirón fue efectivo hasta el minuto 69, cuando el error de Monetti posibilitó que el remate de larga distancia del zurdo Scarpa se transformara en el 1-0 final, premio para Palmeiras, que siempre buscó, y castigo para San Lorenzo, que sólo apostó a resistir.
