Es difícil y arriesgado intentar opinar sobre la marcha frente a un acontecimiento político como el generado hoy por Cristina Fernández. Por lo imprevisto del anuncio pero, sobre todo, porque el mismo abre a una serie de consecuencias de todo orden, alineamientos y realineamientos, tanto en las propias filas de la oposición como del oficialismo gobernante. Todo está en movimiento y lo seguirá estando todavía por muchos días. Habrá que decantar los efectos atendiendo a la complejidad del escenario. Sin embargo, siempre hay consideraciones para hacer.

Por de pronto Mauricio Macri se quedó sin una enemiga directa a la que enfrentar. O dicho de otro modo: lo privaron de su principal argumento y motivador de discurso de campaña, teniendo en cuenta que carece de méritos y logros propios para exhibir. Hasta ahora todo lo actuado estuvo centrado en polemizar y agrandar la disputa con la ex presidenta. Cristina Fernández le corrió el arco.

Una vez más Cristina usó el efecto sorpresa como táctica política. Y descolocó a muchas y a muchos, reconfigurando el escenario.

Por otra parte, si bien el dato principal y el que gana los titulares es la instalación de la fórmula Fernández-Fernández, la presentación que durante 12 minutos hizo la ex mandataria a través de un video va mucho más allá del anuncio de un acuerdo electoral. Expuso, con su habitual claridad argumental, una propuesta de futuro mirando con realismo a la situación del país y de la ciudadanía, y apuntando hacia el futuro con criterio de gobernabilidad. Habló de la Argentina, pero no olvidó el contexto latinoamericano y mundial. Usó el hecho electoral, la proximidad de los comicios para trascender el acontecimiento puntual y señalar la tarea que viene por delante. Habló, con realismo, de la necesidad de plantear objetivos que puedan ser cumplidos. En esto también hubo -sin mencionarlo- un tiro por elevación para Macri, sus mentiras y su inalterable cuota de cinismo. Sin perder de vista el corto plazo, el mensaje superó en mucho el cortoplacismo.

Habrá que estar atentos porque la movida generará -ya en las próximas horas- reconfiguraciones y reposicionamientos de todo el escenario político. Y las novedades irán surgiendo a medida que pasen las horas y los días. Cuando los actores comiencen a recuperarse de la sorpresa del anuncio y asimilen su contenido.

Pero al margen de ello es importante valorar que, en el momento en que el escepticismo político gana lugar entre los ciudadanos, lo que hizo Cristina Fernández fue reinstalar en el centro de la escena el valor de la política. En el discurso y en los gestos. Por la política renunció a un primer lugar que podría haberle correspondido en propiedad. Por la política abrió el camino a las PASO y al debate interno para los que quieran anotarse destrabando de esta manera los bloqueos personalistas y las intransigencias convertidas en obstáculos para avanzar hacia acuerdos que permitan lo más importante: que la oposición gane las elecciones nacionales destronando la propuesta política encabezada por Mauricio Macri. Por decisión política relanzó nuevamente el diálogo ciudadano como forma de construcción, asumiendo que este es un camino que debe ser transitado todavía de manera muy intensa y creativa por las y los dirigentes, pero también por los distintos núcleos políticos, de organizaciones, de la militancia.

No habían transcurrido ni siquiera minutos de la difusión inicial del video de Cristina Fernández cuando, desde las mismas usinas de siempre, ya comenzaron a circular las comparaciones con acontecimientos que todos conocemos en la vida política argentina. Era de esperar. Sin embargo, no hay que perder de vista que cada momento de la historia es único e irrepetible, como lo son también sus protagonistas. Hay que aprender de la historia, pero nada se repite. Este es un momento inédito, como casi todos, y así hay que vivirlo. Con los aprendizajes de la historia, con la riqueza de la novedad y también asumiendo los inevitables riesgos que impone la coyuntura.

Y más allá de todo lo anterior hay que leer la propuesta de Cristina Fernández de Kirchner como una invitación ciudadana a todas y a todos para renovar la participación a fin de  garantizar un cambio de rumbo en la vida del país.

 

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