A cuatro cuadras de la parroquia San Juan Bautista, en Bernal, quedan las fábricas Tecno Forja y Eitar, una al lado de la otra. Ambas de los mismos dueños, hijos de los “fundadores”, pero con diferente “razón social”. La primera, pequeña (20 empleados) fabrica la materia prima de la segunda. Esta (220 empleados) con el material de la anterior, fabrica todos los implementos necesarios para electrodomésticos a gas (estufas, termotanques, hornos); en algunos casos, es la única empresa en el país que fabrica algunos implementos indispensables para proveer a las empresas fabricantes de esos productos. La gran mayoría de los que allí trabaja(ba)n son del barrio.

Pero... pero vino (una vez más) el neoliberalismo. La apertura de las importaciones provocó una drástica caída de las ventas (“¿cómo competir con productos chinos? ¡Imposible!”, nos decían). Ya en mayo de 2016 (primeras víctimas del modelo que empezaba) tuvieron un momento crítico y echaron a 50 trabajadorxs. Hubo toma de la fábrica, y –poco después– se llamó a convocatoria de acreedores. Las cosas andaban mal y tenían horarios muy reducidos de trabajo (debiéndoles incluso los medio aguinaldo y premios de fin de año). Se habló de quiebra. Y el jueves de la semana pasada, cuando ya la fábrica estaba cerrada, en la tarde-noche una camioneta entró por atrás y se llevó todas las computadoras y registros contables. Un mal pensado sospecharía que fue para evitar que quedaran constancias de malversaciones o estafas. Lo cierto es que desde el día siguiente los empleados han tomado la fábrica para evitar vaciamientos mayores y con la esperanza de poder conformar una cooperativa y poder trabajarla ellos mismos. 

“Pensar que, si se cerraran las importaciones, todo estaría solucionado”, decía Marcelo, delegado de Eitar. Ahora están allí, cocinando, durmiendo, cuidando lo que el Estado no cuidó y empresarios inescrupulosos vaciaron (“Un empresario acostumbrado a ganar no quiere ganar menos”, repetía el trabajador, el eslabón más débil de la cadena). 

Vaciaron de dignidad, de esperanzas, de trabajo y de justicia a 240 trabajadorxs (más de la mitad, mujeres). Son 240 que resisten.

* Coordinador del Grupo de Curas en Opción por los Pobres.