En el ArtCenter College of Design de Pasadena, California, se exhiben por estos días no una, no dos, no tres Gioconda: 25 reproducciones de la mujer de eterna semisonrisa han sido dispuestos uno al lado del otro, amén de exaltar pequeña alteración al cuadro original de Leonardo Da Vinci, de 1503. Y es que todas y cada una de estas Mona Lisa han sido ligeramente retocadas por la artista y diseñadora Maggie Michella, que no se le habrá animado al ligero curvado de la boquita pero sí a otro de sus icónicos atributos: los ojos. Para esta muestra, titulada Inside Outside of Culture, la muchacha –oriunda de Indonesia, con residencia actual en Los Ángeles– quiso imaginar cómo sería la mirada de la Gioconda si hubiese nacido en distintas regiones de China, Japón, Corea, Tailandia o Vietnam. Con pretendida intención, dicho sea de paso: “refutar la racista y estereotipada noción de que ‘todos los asiáticos somos iguales’, una perniciosa idea que desensibiliza a la sociedad de nuestras sutiles diferencias y contribuye a la discriminación desenfrenada que vemos en el mundo de hoy”, en palabras de una muchacha que, con su serie, busca además “plantear cuestiones a la historia del arte eurocéntrico y ayudar al reconocimiento de que todas las personas son parte de la misma humanidad, sin importar cómo luzcamos”. “Mi propósito es educar acerca de la diversidad asiática, algo que a menudo es desatendido y que genera discriminación y bullying en tantísimos ámbitos, demasiados para detallar... El pequeño pero importante detalle de los ojos desorienta nuestra percepción frente a una pintura clásica tan popular y obliga al espectador a considerar la naturaleza misma de la diversidad de etnicidades”, explica la ascendente artista, cuya flamante obra busca, además “poner en jaque el ideal de belleza eurocéntrica”.