Mientras Golden State y Toronto Raptors comenzaban con la definición de la NBA, el turco Enes Kanter disfrutó el primer fin de semana de junio de participar de un campamento y actos de beneficencia, organizados por la Liga estadounidense, tras haber perdido la final de la Conferencia Oeste con los Blazers. Pero a diferencia del resto de los extranjeros, que habitualmente llevan adelante esas actividades en sus respectivos países, el pivot de 27 años y 2,11 metros las hizo en Oklahoma, la ciudad en la que jugaba antes de llegar a Portland. ¿La razón? Si viajaba a Turquía, automáticamente hubiese quedado detenido ya que sobre él pesa un pedido de prisión por “ser miembro de una organización terrorista armada”.

Kanter es un declarado opositor del presidente turco Recep Tayyip Erdogan,a quien calificó como “dictador” y “el Hitler de este siglo”. Además, es un confeso partidario de Fethullah Gülen, un clérigo turco exiliado en Estados Unidos, al que Ankara acusa de ser el instigador del intento de golpe de Estado del 15 de julio de 2016. Por ese motivo, la fiscalía turca ya emitió un pedido de extradición contra Kanter, ya que considera a la cofradía de Güllen como una “organización terrorista” y acusa a todos sus simpatizantes de ser miembros de una “organización armada”.

Para el gobierno de Erdogan, el jugador es un enemigo público. Por eso, en Turquía no se vieron los partidos de los Blazers. Incluso, la cuenta de Twitter de la NBA en turco, que reproduce lo que publica la estadounidense, omitió mencionar al pivot, que denunció la censura a través de sus redes sociales. “El gobierno controla a la gente y eso es un problema. ¿Cómo se puede permitir esto?”, se quejó.

Esa situación motivó dos reacciones. “La cuenta de Twitter de Turquía estaba siendo administrada por un intermediario local y vamos a finalizar esa relación contractual”, destacó Mark Tatum, director de operaciones de la NBA. Y el sindicato de jugadores expresó su solidaridad con Kanter: “Estamos con Enes y, como con los demás jugadores, trabajaremos para asegurarnos de que sea tratado con respeto y ecuanimidad”.

Ya en 2017, Turquía revocó el pasaporte del basquetbolista, lo que motivó que fuera retenido en Rumania y tuviera que regresar de inmediato a Estados Unidos. Además, el año pasado no viajó a Londres para un compromiso con los Knicks, su antiguo equipo, por un problema de visado, según informó la franquicia, o “por miedo a sufrir un atentado”, de acuerdo a su versión. Y este año prefirió no volar a Canadá para jugar ante los Raptors, por temor a cruzarse con miembros del servicio secreto de su país.

Kanter no se siente seguro ni siquiera en Estados Unidos. De acuerdo a un informe que emitió la cadena ESPN, Erdogan está obsesionado con verlo “en la cárcel o muerto”. Por ese motivo, antes de su arribo a Portland, el jugador mantuvo una extensa reunión con agentes del FBI para informarles pormenores de su seguridad, además de reiterar las constantes amenazas de muerte que recibe. “Tengo que tomarlas en serio. ¿Vos no lo harías?”, se preguntó en el informe. “Esto no es lo mismo que evitar a alguien que cuestiona tu manera de defender, o que no está de acuerdo con una opinión. Uno nunca sabe. ¿Y si la persona que evito es un lobo solitario o algún loco que intenta hacer algo?”, completó Kanter en ESPN. Ante esa situación, el FBI optó por instalar un botón antipánico en su habitación. Ante cualquier inconveniente o si se siente amenazado, Kanter debe presionar el dispositivo y en cuestión de minutos los agentes se harán presente en su casa.

Pero más allá del temor y las amenazas, el pivot insistió en que seguirá su cruzada contra el régimen de Erdogan. “Nunca dejaré de expresarme. Sé que mi madre, padre y hermana están en Turquía. Sin embargo, si dejo de hablar, ¿quién lo hará por los miles y miles de personas inocentes que están en prisión? Están torturando y matando gente. Por eso, debo hablar de estos temas”, remarcó Kanter, que hace cuatro años se enfrentó con toda su familia después de que su padre escribiera una carta en la que pedía “perdón” a “la nación turca y al presidente por tener un hijo así”. “Ya avisé anteriormente a Enes, pero no dejó de escribir tuits contra nuestro presidente. La familia Kanter y yo lo repudiamos como hijo. Me disculpo con el presidente Erdogan y con el pueblo turco por haber tenido semejante hijo. El ha sido hipnotizado por el movimiento de Gülen”, escribió Mehmet Kanter en agosto de 2016.

La respuesta de Enes, en una rueda de prensa, no fue menos dura: “Perdí lo que por 24 años he llamado familia”. Desde entonces pidió que lo llamen Gülen y publicó una carta en la que dejó en claro su pensamiento: “Sacrificaría a mi madre, a mi padre y a mi entera familia por el bien del Venerado Maestro (Gülen). Daría mi cabeza, si fuese el caso. Espero que Dios reste parte de mi vida y se la dé a Valiente Maestro. Sacrificaría mi lugar en el paraíso y reiría en el infierno para dar ese servicio. El amor por mi Querido Maestro es mayor que mi amor por mi madre, mi padre, mis hermanos y hermanas y todos los demás amores”.