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Jueves 3 de Junio de 1999
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Un enviado SOLDADO

A impulso de melodías otoñales y versos oscuros, El Soldado concibió Alas Rotas, su segundo disco. Después de una aparición pública iluminada por la presencia redonda (hasta el Indio Solari prestó la voz en un par de temas), el hombre de Palermo Viejo repite sus canciones folk, modera el tono hasta la languidez, y aborda cuestiones religiosas: “No es que Dios perdió el camino / El siempre estuvo acá”, canta en “Fe”. “Voló al cielo a pedir perdón, / Claro que el Señor no lo pudo atender / Le dijeron El te va a ver en la cruz... te verá en la cruz”, susurra en “El Perdón”, una balada sombría y arreglada por un cuarteto de cuerdas, que marca un poco el sonido del cd.
“Este disco es más versátil. El primero era más homogéneo, de canciones folk”, apunta El Soldado sentado a la mesa de un bar que bordea la placita Cortázar. “No hay un gran cambio, pero algo se nota”, dice. La declaración es acertada: no hay casi cambios, y mucho menos riesgos. Sí hay un acercamiento a otros sonidos, como el country y el pop, pero El Soldado sigue prefiriendo el rock, el blues y el folk en tonos graves. “El primer disco era más americano”, sigue. “Este creo que es más inglés, y también, a pesar de tener cosas acústicas, tiene bastante de eléctrico. En cuanto a las letras, traté de tener más vuelo, no decir las cosas de manera tan directa. Sin llegar a ser abstracto o subliminal, es más ambiguo”.
Después de vender unas 10 mil copias de su debut Tren de Fugitivos (el efecto redondo), El Soldado se rodeó de una banda integrada por “Conejo” Jovilet en guitarra, Diego Dall en bajo, Rubén Fernández en batería y Leonora Arbiser en acordeón. Y como para deshacerse de una vez por todas de los fantasmas ricoteros, declara: “Uno va buscando un sello personal, un estilo. No se trata de inventar nada nuevo, pero sí de encontrar cierta personalidad. Y creo que eso lo voy consiguiendo. De a poco”.
P.P.


García López vuelve con su banda

Aca estoy

”Seguro que alguno pensó que había largado la viola y me había puesto una ferretería”, bromea Carlos García López. Es que, desde fines de 1997, cuando dejó (por segunda vez) la banda de Charly García, poco se ha sabido del virtuoso guitarrista: apenas que grabó en el disco de Fito Páez y Joaquín Sabina y que, de vez en cuando, despuntaba el vicio de las seis cuerdas junto a su propio grupo, la García López Band. Pero, para El Negro, es tiempo de volver “en serio”. Por eso ya tiene registrados los demos para un segundo cd (el primero, Da Cruz, salió en 1993) de su trío, que ahora completan Andrés Dulcet en bajo y Pablo Maturana en batería. Y como para entrar en calor, este sábado adelantará algunos de sus nuevos temas en el teatro Santa María del Buen Aire, como parte de un ciclo que la GLB continuará en el mismo escenario el 10 de julio, el 7 de agosto y el 11 de setiembre.
–¿Cómo es volver a empezar de cero después de haber tocado con alguien como Charly García?
–La primera vez que me fui de la banda de Charly habíamos tocado hasta en el Ritz de Nueva York, o sea que veníamos con un glamour de aquellos. El golpe es medio fuerte, pero tiene su encanto, porque ésta es “mi” banda. Y eso me da la fuerza para levantar el bajón de no tener el mismo público ni tanto glamour ni tanta producción. Hay que hacerla a pulmón. No vamos a pegar los afiches en la calle, pero si tuviéramos que hacerlo, lo haríamos. Sucede que, en este momento, lo mejor que me puede pasar es tocar.
–Hace poco, Andrés Calamaro dio a entender que García había perjudicado a sus músicos y que nadie pudo “sobrevivir” a esa experiencia. “Fijate dónde están los que tocaron con Charly”, declaró.
–Bueno, yo estoy acá, y estoy bárbaro. Podría estar tocando con cualquiera de los grandes, como siempre lo hice, pero quiero hacer conocer mi música. Con Charly tuvimos problemas por cuestiones de laburo, pero lo arreglamos entre nosotros; yo no le hice juicio ni nada. Tocar con él durante nueve años me abrió la cabeza musicalmente. Por ejemplo, ahora compuse dos temas acústicos, cosa que ni se me hubiera ocurrido cuando estaba en La Torre. Y también empecé a darle más bola a las letras, que antes no me preocupaban tanto. Para mí, Charly es el más capo. Por eso me jode que vengan algunos y me pregunten: “Che, ¿está tan loco Charly?” Está tan loco como capo, boludo. Si no te gusta que se pinte, jodete. Por algo es Charly, hace lo que se le canta el culo y sigue creando expectativa. Eso no lo consigue un loco, sino un talento.
–Pero hoy no volverías a tocar con él.
–Ni con él ni con nadie. Le aposté todas las fichas a la García López Band.
R.C.


CAZA DE BRUJAS

“Mucha gente olvida (o nunca se dio cuenta) de que empecé mi banda como una crítica a estos símbolos de desesperación e hipocresía. El nombre Marilyn Manson nunca ha celebrado el triste hecho de que EE.UU pone a los asesinos en la tapa de la revista Time, dándoles tanto notoriedad como a nuestras estrellas de cine favoritas. Desde Jesse James a Charles Manson, los medios han convertido a los criminales en héroes. Y han creado dos nuevos cuando publicaron esas fotos de Dylan Klebold y Eric Harris en la tapa de cada diario. No se sorprendan si cada chico presionado tiene, de pronto, dos nuevos ídolos.
Cuando hay que echarle la culpa a alguien acerca de los asesinatos en la secundaria de Littleton, Colorado, tiren una piedra y encontrarán al culpable. Nosotros somos los que toleramos que los chicos tengan armas, y los que sintonizamos un canal y vemos minuto a minuto lo que hacen con ellas. Creo que es terrible cuando muere alguien, en especial si es un ser querido. Pero lo más ofensivo es que, cuando estas tragedias suceden, a la mayoría no le importan más que el último episodio de la temporada de Friends o The Real World. Yo estaba enmudecido al ver a los medios hacer lo que hicieron, sin perderse una lágrima, entrevistando a padres de chicos muertos, televisando los funerales. Después vino la caza de brujas.


Los periodistas responsables han dicho que Harris y Klebold no eran mis fans –es más, que odiaban mi música–. Pero aún si hubieran sido fans, eso no es una excusa, ni significa que la música tenga la culpa... ¿Ustedes creen que Kip Kinkel también fue inspirado por la música, o acaso no es culpa de su padre, que le compró el arma que usó para matar a sus compañeros en Springfield, Oregon? ¿Y que es lo que le inspira a Bill Clinton a bombardear a la gente en Kosovo? ¿Fue algo que le sugirió Monica Lewinsky? ¿Por qué justificamos un asesinato y el otro no?”

Extracto de una nota firmada por el mismísimo Marilyn Manson, a propósito de su supuesta “culpabilidad” intelectual sobre los asesinatos de Denver, aparecida en la edición norteamericana de la revista “Rolling Stone”. Por si hacía falta, el texto deja en claro la lucidez de el/la performer.