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1 Saqueos
y represión
Escuchado estos días en programas de TV: Los que no
tienen nada avanzaron, empujados por su angustia y por el
espíritu de la Navidad que lleva la frustración a
la superficie contra todo el que tenía algo (un
político). Esto fue lo que ya nos cansó: no
dormir más tranquilos; tener que utilizar tranquilizantes
para dormir. Ya no es vida, sobresaltados con ruidos, piedrazos,
gente que amenaza (dueña de supermercado). Mucha
gente no pudo dormir temiendo que fueran invadidas sus propias casas
(locutora). ¿La realidad supera a la literatura? En este
caso, una obra maestra anticipó estas situaciones, aunque
muy posteriores a su propia realidad. En la Riqueza de las Naciones,
escribía Adam Smith: La abundancia de los ricos despierta
la indignación de los pobres, que con frecuencia se ven llevados
por la necesidad, o impulsados por la envidia, a atropellar las
posesiones de aquéllos. Sólo bajo el cobijo del magistrado
civil puede dormir una sola noche tranquilo el propietario de esas
propiedades. Se encuentra en todo momento rodeado de enemigos desconocidos
a los que, aunque nunca haya provocado, nunca tampoco puede apaciguar,
y de cuya injusticia sólo puede ser protegido por el brazo
poderoso del magistrado civil alzado de una manera continua para
castigar aquélla. La autoridad civil, en cuanto es una institución
destinada a asegurar los bienes y las propiedades, se instituye
en realidad para la defensa de los ricos contra los pobres, es decir,
de quienes poseen algo contra los que nada poseen. Una economía
de mercado, con un Estado que se desentiende de los que nada poseen,
necesariamente incuba violencia. En el mercado sólo se adquieren
bienes incluidos los necesarios para la vida contra
entrega de otros bienes o dinero. Si se pretende que una economía
de cambio funcione para todos (y sólo en este supuesto puede
hablarse de una Nación), sin excluidos, todos tienen que
poseer algo para dar al mercado. Si las condiciones económicas
impiden que el que ofrece trabajo halle empleo, y con él
un salario para comprar, alguna otra cosa dinero o bienes
negociables por alguna vía, debe ingresar a su patrimonio
para permitirle participar en las transacciones de mercado. Si el
mercado, por sus imperfecciones, impide que todos posean algo, el
Estado debe intervenir y entregar medios de vida mínimos
y extraerlos de quienes los poseen en medida excesiva.
2 El
mecanismo monetario
El ciudadano común tiene hoy la impresión de estar
saliendo de una ciénaga demencial, a la que fue arrojado
contra su voluntad. Igual que se ha sentido instrumento de las ambiciones
de la corporación política, en estos días se
sintió una marioneta de las cambiantes regulaciones bancarias.
De haber sido amo del dinero, pasó a verse como su sirviente.
El que cobraba sus honorarios en cheques, ya no pudo convertirlos
en efectivo: sólo le quedó depositarlos y luego ver
cómo los transfería en pagos. El que cobraba mediante
cajeros automáticos, luego de largas colas y mucha espera,
sólo podía retirar pequeñas cuotas semanales,
que en el mes estrictamente sumaban el valor de una canasta familiar
mínima mensual; el resto podía gastarlo, si por casualidad
encontraba al comerciante poseedor del bien que necesitaba y además
el aparatito para vender con tarjeta de débito; o bien transferirlo
a otras cuentas, del mismo banco u otros. El empleado en negro (nada
menos que un 40 por ciento de todo elempleo) quedaba como Adán
en el Día de la Madre, sin cuenta de ahorro ni tarjeta de
débito. Mil otras situaciones podrían referirse. En
todas, lo que antes se hacía mediante dinero, ahora debía
hacerse por medio de sucedáneos más o menos próximos
del dinero, en mayor tiempo y en la mayoría de los casos
con alguna pérdida de valor, ya sea por impuestos (al uso
del cheque) o comisiones bancarias. El dinero, el bien líquido
por excelencia, se había sustituido por formas menos líquidas,
cuyo empleo como dinero suponía considerables
demoras para convertirse en liquidez o bien descuentos en el valor
nominal de los activos. Los instrumentos de liquidez, impedidos
de circular en toda la economía a raíz del eufemísticamente
llamado corralito, establecido por el gobierno, se habían
metamorfoseado en instrumentos torpes e inhábiles. Se cortó
el sistema de pagos. En este caso, como en otros, la lectura de
los clásicos es iluminadora. Decía Stuart Mill en
sus Principios de Economía Política: En la economía
de la sociedad no puede haber cosa tan intrínsecamente insignificante
como el dinero, excepto en su carácter de un artificio para
ahorrar tiempo y trabajo. Es una máquina para hacer con rapidez
y comodidad lo que a falta de ella se haría con menos rapidez
y comodidad; y como muchas otras clases de maquinaria, sólo
ejerce una influencia propia e independiente, cuando no funciona.
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