Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Las 12

ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
23 DICIEMBRE 2001








ENFOQUE


Devaluar no es la solución

Por Daniel Kostzer *

El actual debate acerca de las alternativas entre dolarización o devaluación esconde el origen estructural de los problemas económicos que afectan a nuestro país y, sin dudas, responde a los intereses de los sectores más concentrados de la economía. Cualquiera de las alternativas que se sugieren, elevadas a categorías mágicas por los economistas opinadores que pululan por estos lares, barren la tierra bajo la alfombra postergando un debate que se debió dar hace varios años: el problema de la productividad sistémica y el perfil productivo del país. Nadie cuenta con que el límite está dado por la viabilidad social de cualquier proyecto. La transgresión de este límite está hoy marcada por la sangre de compratriotas.
El principal signo emergente de este problema es la depresión. No es algo sui generis como desearían los exitistas vernáculos. Es una recesión de libro: desempleo, deflación, falta de inversión, quiebras de empresas, etc. Los que bregan por la devaluación aducen que inducirá a la inversión. En este contexto esperar inversiones es por lo menos ilusorio. Por muy bajos que sean los costos laborales o elevadas las prometidas utilidades, ¿quién estaría dispuesto a invertir cuando no hay a quién vender? La alternativa de la utilización de políticas monetarias expansivas a partir de encajes en medio de la actual fuga de capitales y con las expectativas devaluatorias existentes sería suicida. Las depresiones suelen ser problema de economías con ricos que no invierten ni consumen y que ahorran lo que ganan reduciendo el potencial productivo global.
La revolución de Keynes y Kalecki de los 30 se caracterizó por encontrar la única alternativa a la depresión: la redistribución del ingreso a través del gasto público. En Argentina hay que dejar de insistir con el ofertismo y comenzar a pensar seriamente en que, si la población demanda, los empresarios invierten, ya que pueden vender, y así realizar las ganancias que hoy son como una promesa de amor de vacaciones. Luego de las medidas del “corralito financiero”, con todas sus aristas recesivas, lo único que se puede –y sin dudas se debe– hacer es un programa de transferencia de ingresos a la población más necesitada. Un empleo para cada desocupado pobre. De ese modo se pueden poner en marcha los efectos multiplicadores que harán recobrar a la economía un ritmo de crecimiento que permita recuperar la productividad global.
La dolarización congelaría la actual distribución del ingreso, con muy pocas posibilidades de recuperación por parte del tercio de los argentinos que se encuentra bajo la línea de la pobreza. Por otro lado una devaluación implicaría una formidable transferencia de recursos hacia los propietarios de activos externos en detrimento de aquellos que no los poseen. Además, luego de una devaluación no habría garantías de que se expanda la inversión. Gran parte de la inversión productiva nueva tiene un elevado componente importado, que crece cuanto más contenido tecnológico tiene ésta. El problema de Argentina no es de tipo de cambio. Si fuese así, no se importaría menos del 10 por ciento del producto a pesar de tener aranceles bajos.
El problema de Argentina es más profundo, es de distribución del ingreso, es de productividad, lo que reduce la competitividad y a su vez la posibilidad de crecimiento. Las devaluaciones aquí siempre mostraron ser recesivas, inflacionarias y generaron desempleo. Si se diese una redistribución del ingreso hacia los sectores más postergados, tendríamos una mayor dinámica en el comercio de bienes de consumo ya que la propensión marginal a consumir de estos sectores es la más alta de la sociedad. Si bien es cierto que en el mediano plazo afectaría a la balanza comercial, se pueden tomar con el tiempo medidas que reduzcan este riesgo. ¿Con qué se financiaría esto? Con la potestad de señoraje que tienen los Estados y a la que Argentina renunció en 1991. Se debe emitir una moneda que sirva de medio de pago y garantice esta transferencia de recursos. Tendríamos un sistema de cambios múltiples, como de hecho hoy lo tenemos, y existirían cuentas multinominadas, como hoy también tenemos, pero habría circulante y posibilidades de consumo para los más pobres. También se debería desindexar aquellos precios monopólicos con elevadas tasas de ganancias en términos de dólares y de salarios. Todo esto conjuntamente permitirían reactivar la economía, generando los incentivos necesarios para que la productividad del conjunto de ésta permita relajar algunos de los controles impuestos, pero básicamente genere bienestar para todos.

* Economista.