En un contexto de fuerte crisis económica, que en el último año arrojó 60 mil chicos más a la pobreza en la ciudad de Buenos Aires, los comedores escolares porteños recibirán 112 millones menos de raciones anuales que en 2015. Este ajuste permanente que sostiene el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, sumado al achicamiento de las porciones del menú, la mala calidad de los alimentos y la dificultad del acceso a las becas alimentarias para los estudiantes, está vulnerando el derecho de los niños y niñas que comen en los colegios a recibir alimentos saludables, seguros y de calidad. Además, este combo explosivo deja a las escuelas muy lejos de cumplir con el rol de promotoras de entornos saludables como recomiendan organismos internacionales. Estos datos surgen del informe que elaboraron la Fundación Soberanía Sanitaria y el Observatorio de la Educación Argentina.

En la actualidad, más de 200 mil chicos y chicas se alimentan en las escuelas porteñas. El servicio está en manos de 21 empresas, a las que se suman 4 cooperadoras, una asociación civil y 2 cooperativas de trabajo, que proveen desayuno, almuerzo y refrigerio.

El médico sanitarista Jonatan Konfino, integrante de la Fundación, explicó que “Argentina tiene un problema grave de malnutrición. La Relatora Especial de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), Hilal Elver, estuvo de visita el año pasado, y el informe para el capítulo argentino consignó que hay 1,7 millones de personas subalimentadas, y que 3,8 millones de personas padecen inseguridad alimentaria grave. El aumento de precios de los alimentos hace que el acceso a la comida sea cada vez más difícil, y cuando acceden lo hacen a alimentos más baratos y de peor calidad nutricional, que  generan problemas de sobrepeso y obesidad. Entre el 35 y el 49 por ciento de los chicos de primaria tienen sobrepeso y las recomendaciones internacionales para abordar esto es mejorar los entornos escolares, que incluye no sólo la cantidad y calidad de los alimentos sino el control de los consumos informales, con kioscos saludables y reduciendo los alimentos obesogénicos, ricos en sales y azúcares y pobres en nutrientes”.

El sobrepeso aumentó de 17 por ciento a 27,8 y la obesidad de 3,2 por ciento a 6,1, y las prevalencias de sobrepeso y obesidad son mayores en los sectores de mayor vulnerabilidad.

El documento recuerda que la comunidad educativa viene alertando sobre la calidad de los menús: sándwichs con insectos, milanesas contaminadas con plástico y pastel de papas a base de lentejas en vez de la habitual carne picada. 

El sanitarista remarcó que el informe, además de señalar el impacto que tiene en la alimentación de los chicos el recorte que hace el gobierno sobre la calidad y la cantidad de los alimentos, destaca que se está dilapidando la posibilidad de que la escuela cumpla con el rol de promover hábitos alimentarios saludables a edades tempranas, que van a generar patrones de conductas que pueden prevenir el sobrepeso y la obesidad. “Los especialistas han dejado de echarle la culpa a la gente por lo que come, para trabajar en mejorar el entorno y favorecer comportamientos saludables”, agregó.

Las experiencias que van en esa dirección (sacar los saleros de las mesas, poner impuestos a las bebidas azucaradas o permitir el acceso a bebederos de agua en las escuelas, que reduce el consumo de gaseosas de los chicos, entre otras) se muestran como estrategias eficaces con beneficios para la  salud.

¿Escuelas saludables?, se pregunta en su título el informe, que recuerda que “la Organización Panamericana de la Salud (OPS) estableció el mejoramiento del entorno escolar con respecto a la nutrición y a la actividad física como una de las líneas estratégicas de su Plan para la prevención de la obesidad en la niñez y la adolescencia 2014-2019”.

Los datos duros del informe señalan que en 2015 el Gobierno de la Ciudad “propuso 189 millones de raciones anuales” para los comedores mientras en el 2º semestre de ese año el porcentaje de personas en situación de pobreza en CABA era 15,1 por ciento; en 2016, con 18,5 por ciento de pobreza, las raciones se redujeron a 84 millones y a 79 millones en 2017; para el 2º semestre de 2018, con la pobreza en 21,1 por ciento, el gobierno propone 77 millones de raciones anuales para 2019. Es decir, se redujeron más de 110 millones de raciones anuales de comida”. Los recortes tienen su correlato en el ajuste presupuestario: “Con una inflación promedio estimada en 41,5 por ciento para el 2019, el presupuesto en comedores escolares muestra una fuerte caída del 19 por ciento en términos reales respecto al presupuesto en 2018”.