Arrastrada por el desplome de la inversión y el consumo, la actividad económica registró en el primer trimestre una contracción del 5,8 por ciento con relación al mismo período del año anterior. Los datos publicados por el Indec revelan el impacto de la crisis financiera y el programa de austeridad pactado con el Fondo Monetario Internacional sobre el mercado interno. Entre enero y marzo el producto interno bruto retrocedió 0,2 por ciento frente al trimestre anterior. La caída libre de la economía junto con el deterioro laboral desarticula el relato oficial sobre el final de la recesión. La economía local atraviesa una de las mayores recesiones del mundo.

El consumo privado acumuló una caída del 10,5 por ciento durante el primer trimestre, el retroceso más profundo desde 2009 cuando la economía experimentó los coletazos de la crisis internacional. La contracción en el componente más importante en el PBI argentino está explicada por distintos factores: la baja en la capacidad de compra de los salarios, la precarización laboral, la destrucción de puestos de trabajo, el desmantelamiento de instrumentos como Precios Cuidados, las altas tasas de interés y el recorte en el poder de compra de los jubilados.   

Con el motor de la actividad paralizado, la inversión se derrumbó 24,6 por ciento en relación al mismo período del año pasado. A la caída en la demanda interna se suman el incremento en las tasas de interés y la disparada en la cotización del dólar, que operaron como una pinza sobre la formación bruta de capital fijo. El retroceso en la inversión no solo agudiza el efecto recesivo en el corto plazo sino que además incide de forma negativa sobre las posibilidades de crecimiento en el mediano plazo. La caída en la inversión privada fue así la más pronunciada en una década. 

De acuerdo al Indec, la baja en la inversión responde a la merma de 9,9 por ciento en las construcciones, un declive de 4,1 por ciento en el rubro de otras construcciones, una disminución de 31,5 por ciento en maquinaria y equipo y al decrecimiento de 56,1 por ciento en equipo de transporte. Dentro de maquinaria y equipo, el componente nacional retrocedió un 37,5 por ciento y el componente importado, un 28,5. 

El impacto directo del ajuste fiscal, por su parte, se evidencia en el retroceso del denominado consumo público. El retaceo para obras de infraestructura fue exigido como parte del acuerdo Stand-By con el FMI. Las cifras difundidas el miércoles muestran una caída del 0,2 por ciento. La escasa actualización en el fondeo destinado a obra pública está por debajo de la inflación acumulada. El correlato para el ajuste en el gasto es el incremento en las obligaciones financieras que, en su mayoría, corresponden a pasivos de corto plazo asumidos durante la gestión cambiemita. 

A nivel sectorial las mayores caídas fueron registradas en el comercio y la industria manufacturera, que retrocedieron 12,6 y 10,8 por ciento interanual, respectivamente. Las cifras están en línea con el desplome exhibido por el consumo y la inversión. Otra actividad que también mostró un fuerte parate fue la intermediación financiera, que cedió 10,3 por ciento durante el primer trimestre. Entre enero y marzo también marcaron caídas: Construcción (-6,8 por ciento), Electricidad, gas y agua (-5,2 por ciento) y Transporte (-4 por ciento). Los sectores en caída libre son, a su vez, aquellos que concentran la destrucción de empleo asalariado en el sector privado. 

Con los datos presentados hoy, la economía acumuló cuatro trimestres en retroceso. La caída del 5,8 por ciento acumulada en el primer trimestre refleja las bajas en el Estimador Mensual de Actividad Económica del 5,7 por ciento en enero, 4,7 por ciento en febrero y 6,8 por ciento en marzo. A contramano del diagnóstico ofrecido por el Palacio de Hacienda y el Banco Central sobre el final de la crisis, el derrotero de los indicadores macroeconómicos oficiales anticipa una caída mayor a la prevista por el FMI. Devenido en el principal acreedor del país, las optimistas proyecciones del organismo multilateral marcan una caída del 1,2 por ciento en 2019. De confirmarse esos pronósticos será la octava contracción más profunda del mundo, sólo superada por Venezuela, Irán, Zimbabwe, Nicaragua, Guinea Ecuatorial, Turquía y Sudán.