Desde París

Argentina es el primer equipo en la historia de la FIFA que logra remontar una desventaja de tres goles e igualar un partido. La selección que tiene chances de clasificar por primer vez a octavos del Mundial, ya ganó. Estas jugadoras son parte del quiebre que marca el antes y el después en la historia del fútbol femenino en el país.

¿En qué términos el paso por Francia es ganancia? ¿Por qué le sirve a Argentina este resultado? Esta misma selección que disputa su tercer mundial estuvo dos años sin entrenar e inició un paro en septiembre de 2017 por la falta de condiciones y el poco acompañamiento de la AFA, denunciando el sexismo.

Tras el tercer puesto en la Copa América 2018 en Chile y el histórico partido por el repechaje contra Panamá en noviembre con un récord de asistencia de 11.500 personas en Arsenal, la lucha de las jugadoras cobró visibilidad. El caso de Maca Sánchez –la ex jugadora de UAI Urquiza que demandó al club para considerarse una trabajadora– llevó a otro plano la atención y cobertura mediática.

La presión de su exposición y la repercusión mundial del caso de la jugadora que embanderó la lucha, condujo a que Chiqui Tapia anunciara la profesionalización del fútbol femenino en Argentina. El presidente de la AFA se había proclamado como “el presidente de la igualdad de género” con un programa de desarrollo que pretendía saldar las desigualdades y construir una marca propia del fútbol de mujeres. Pero hasta ahora el único club que siguió las pautas de la (re)organización de la disciplina y oficializó (15) contratos profesionales fue San Lorenzo.

Es absurdo negar que en los últimos meses el ente que regula el deporte argentino no tomó cartas en el asunto. La AFA se posicionó para enaltecer la disciplina con algunas medidas: entrenamientos en el predio de AFA, giras deportivas por el interior y el exterior, presentación de la camiseta a cargo de las jugadoras (y no modelos), vínculos con dirigentes y cuerpo técnico del plantel masculino, la visita del Presidente de la Nación, además de básicos como indumentaria, viáticos y formación de juveniles. Hoy, estar del lado de las jugadoras y de su lucha tiene rédito político, y en la refundación que se vive en el fútbol de mujeres, cada cual lo capitaliza como mejor le conviene.

Para algunas jugadoras la visibilidad les abrió puertas para insertarse en el mercado de pases y dedicarse al fútbol de forma profesional. A otras les permite ser un nombre propio, reconocidas, coreadas en los estadios, con grupos de hinchas que viajan miles de kilómetros para verlas. Sus apellidos no pasan desapercibidos y ellas se transforman en ídolas para las próximas generaciones, quienes empiezan a referenciarse en el juego de mujeres, un deseo legítimo y una profesión posible.

Pero no sólo son las más chicas quienes intercambian figuritas del álbum de Panini. En Argentina se publican tres libros sobre fútbol femenino -el libro de cuentos escritos por futbolistas, Pelota de Papel 3; ¡Qué Jugadora! de Ayelén Pujol y Guerreras. Fútbol, mujeres y poder, de la arquera y socióloga Gabriela Garton-. Esta literatura también vende y crea nuevos imaginarios. Las marcas se acercan y ellas también buscan su atención como un medio de posicionamiento y promoción personal.

Así, los argumentos del sentido común que promueven que “el fútbol femenino no le interesa a nadie” quedan obsoletos. Este Mundial rompe con récords de rating y de presencia en los estadios. Los partidos cuentan con un promedio de 20 mil entradas vendidas. En el Parque de los Príncipes de París, el inaugural tuvo 45.261 asistentes. Y sólo fue superado por el encuentro entre Estados Unidos y Chile, el cual marcó récord en lo que va del Mundial de Francia con 45.594 asistentes. Para ver a Argentina en este último partido hubo más de 28 mil personas.

 

Derribar los prejuicios machistas y los mandatos por roles de género también son parte de la ganancia de este Mundial. Este escenario de conquistas crea nuevas formas de ver el juego de mujeres y habilita un fútbol que ilusiona y esperanza, más allá de los resultados (de Camerún-Nueva Zelanda y Tailandia-Chile) que podrán meter a Argentina en la nueva etapa del Mundial y de la historia.