Desde San Miguel del Monte

Aunque no fue registrado    –al menos en apariencia– por ningún sismógrafo oficial, un temblor popular motivado por la indignación y el reclamo de justicia, minó los cimientos de la intendencia de esta localidad bonaerense y tuvo réplicas a nivel provincial y nacional. Se registró a un mes exacto de la llamada Masacre de San Miguel del Monte y fue provocado por los discursos –más el masivo acompañamiento de los vecinos– de las madres, padres y familiares de las y los cuatro jóvenes asesinados durante la persecución policial del 20 de mayo y la única sobreviviente. Susana, la mamá de Gonzalo Domínguez, que tenía en su cuerpo una bala policial, pidió castigo para quienes “mataron, ocultaron, promovieron, sustrajeron, suprimieron y tergiversaron los hechos para ocultar la verdad” de cuatro homicidios y una tentativa de homicidio. Susana calificó la manipulación de “vademécum turbio e inhumano”. Ella pidió, lo mismo que los demás familiares, “que paguen todos los responsables de estas injustas y anticipadas muertes”. El “todos” incluyó en primer lugar a la intendenta Sandra Mayol, pero las réplicas del terremoto llegaron a la gobernación y a las políticas represivas que alientan el presidente Mauricio Macri y su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.

Susana, que nunca antes había hablado en público por lo ocurrido, recalcó que la muerte de su hijo “fue cometida con alevosía”, término que utilizó cuando se espera en forma inminente un pronunciamiento judicial sobre la situación procesal de los 12 policías y el civil detenidos, acusados hoy de homicidio y de encubrimiento agravados por su condición de funcionarios públicos. El acto para recordar a los chicos y para reclamar justicia comenzó con una marcha desde el Skate Park de Monte, donde las víctimas se juntaban para jugar y rapear, hasta la plaza principal, frente al municipio, que permaneció con sus puertas cerradas y los oídos sordos a una protesta que fue masiva. Uno de los momentos más emotivos fue cuando los manifestantes rindieron homenaje a Camila, Gonzalo, Danilo y Aníbal y a la sobreviviente Rocío, frente al colegio secundario al que los cuatro concurrían. Sólo allí, por un minuto, hubo silencio.

Susana, la primera en hablar, definió que se cumplió un mes del episodio que “les cambió la vida a cinco familias y a Monte”. Se comprometió a luchar “hasta el último día” de vida “no sólo por los chicos que no están sino también por los que quedan”, para que no vuelva a ocurrir una tragedia semejante. Juan Carlos, el papá de Danilo Sansone, habló con la voz entrecortada por el dolor y el cansancio, y le dejó el lugar a su esposa, Gladys, luego de pedir que la Justicia “deje presos a todos los asesinos”. La mamá de Danilo agradeció la presencia “del pueblo unido” e hizo levantar las manos a otras madres y familiares de víctimas de la violencia institucional como Andrea Viera, Ezequiel Demonty, Andrés Núñez, Sebastián Bordón y Camila Arjona, entre tantos que se hallaban presentes. Luego, Gladys preguntó: “Hasta cuándo vamos a seguir soportando que nuestros hijos sean asesinados por la policía”. Pidió a la Justicia que “los 13 que están presos que sigan presos, no quiero ver a ninguno afuera porque el que hace las cosas mal tiene que pagar”, sin hacer distinción entre los que mataron y los que encubrieron.

Gladys, como la mayoría de los presentes, se refirió también “a los que todavía están afuera, pero que tienen el culo sucio. Esos, que se preparen, porque también vamos a ir por ellos porque ellos no van a quedar afuera”. También criticó a los familiares de los detenidos “que lloran por televisión porque sus familiares están presos y no tienen en cuenta que nosotros lloramos porque los nuestros están muertos, están cuatro metros bajo tierra, por eso queremos a los culpables”.

Yanina, la mamá de Camila López, con la voz quebrada, agradeció la presencia de los vecinos porque “es por la fuerza que me dan ustedes que puedo estar aquí presente”. Recordó que “un mes atrás, cuando veía a familiares de víctimas de gatillo fácil, me conmovía, pero no podía ponerme en sus zapatos, y ahora (dijo llorando) puedo hacerlo porque me falta una parte de mi alma, porque me la arrancaron, porque me la llevaron y no puedo decirle a Camila que la amo, que no puedo tenerla en casa, que no puedo escuchar su música y siento el vacío”. Dijo que “ahora estoy en el lugar que no quisiera, soy sincera, no quiero estar en este lugar, pero lo estoy y me comprometo a acompañarlos y a luchar para que no haya un pibe más que sea víctima del gatillo fácil”.

Compartió lo dicho por Susana y Gladys: “Quiero que caigan todos los culpables y lo digo claramente: el Estado es responsable y quiero recordar la parte de una canción que dice ‘no se quede mi pueblo dormido’, que rompamos el silencio, que no tengamos miedo, que si alguien vio algo y todavía no se presentó a declarar en la causa, que lo haga, porque todo nos ayuda para luchar porque los pibes puedan volver a disfrutar de esta plaza y puedan volver con vida a su casa”.

   Luego habló Luana, la mamá de Rocío, quien aunque no tenía necesidad pidió disculpas “por no haberlos podido acompañar antes”, cuando su hija estaba internada en grave estado en el Hospital El Cruce de Florencio Varela. “Pero desde siempre me comprometí a acompañarlos, una vez que Ro se recuperara, y lo voy a hacer, porque mi hija iba también en el mismo auto, iba con sus amigos, con Gonzalo, con Camila, con Danilo, con Aníbal y de esto no me voy a olvidar nunca”. Insistió en señalar que “el Estado es responsable” del accionar de la policía y reclamó “que se hagan cargo y que los jueces tomen en cuenta todo lo que tenemos (en la causa), para que haya justicia, castigo y cárcel”.

Hugo, el tío de Aníbal, y un hermano del joven que iba al volante del Fiat Spazio perseguido por la policía, recordaron que salió de casa y dijo enseguida vuelvo, y no volvió más por culpa de los policías”. En el marco de una concentración donde varias veces se denunciaron “presiones y amenazas” contra los familiares y testigos de la causa, Hugo dijo quebrado por el llanto que quería “dejar sentado ante todo Monte, que Aníbal no era una persona mala, ni un indocumentado, como dicen algunos”, en obvia referencia a lo manifestado, off the record, por funcionarios y policías que intentaron hacerlo responsable de lo que les pasó a los cuatro adolescentes. “El jamás alzó a los chicos para hacer una maldad, los policías son los que mataron a los chicos, no fue Aníbal como intentan hacer creer a la gente de Monte”. Reprochó a los que “nos están tratando de esa manera: Aníbal era de Misiones, era argentino como todos nosotros, porque dicen que era paraguayo, como si ser paraguayo fuera algo malo. El conocía a los chicos porque siempre llevaba a mi hijo a la misma escuela donde iban los chicos, por eso lo conocían”. Y dándose vuelta hacia la Municipalidad, reclamó: “Y los milicos que vengan ahora, no sean como los demás, como los que mataron a nuestros chicos”.

  Entre el público, luego de los aplausos que saludaron la intervención de los familiares de Aníbal, surgió un corrillo según el cual “todavía hay funcionarios que dicen que fue un accidente” de tránsito. Gladys, la mamá de Danilo, volvió a intervenir para expresar: “Que nadie me venga a decir eso, a los chicos los mataron” y entonces se dirigió “a la señora intendenta”. Sostuvo que quería decirle “una sola cosa: que se ponga las pilas y que al próximo secretario (de Seguridad) que traiga y a los policías que traiga, que investigue primero quienes son, porque nosotros a veces nos callamos por miedo, pero eso no va a pasar nunca más y vamos a ir por todos, los que están y los que faltan”. Cuando hizo mención a la intendenta Sandra Mayol, desde el público los reclamos fueron: “Que renuncie”, “Que vaya presa”.

En una intervención posterior, Adolfo Pérez Esquivel, como titular de la Comisión por la Memoria (CPM), denunció las responsabilidades políticas en la Masacre de Monte (ver aparte). La concentración frente a la plaza principal terminó con música de rap, con los chamamés que solía escuchar Aníbal, el misionero conductor del Fiat, y se cerró con consignas que, lamentablemente, siguen siendo presentes en la Argentina: “Lo sabía, lo sabía, a los chicos los mató la policía”.