Luego de la derrota frente a Colombia (2-0) y el empate ante Paraguay (1-1), resultados y actuaciones que pusieron la lupa sobre las aptitudes del entrenador Lionel Scaloni, la Selección Argentina logró desahogarse este domingo con una clara victoria por 2-0 frente a Qatar que, con la derrota de Paraguay frente a Colombia en Salvador de Bahía (1-0), le permitió obtener el pasaje a los cuartos de final de la Copa América y el segundo lugar del Grupo B lo que le aseguró tener a Venezuela como rival en la próxima ronda, el viernes 28 a las 16 horas, y evitar en esta instancia cruzarse con rivales de mayor peso como Brasil –al que se podría cruzar en semifinales en el caso de seguir avanzando en el torneo–, Uruguay o Chile.

Arrancó bien el partido la Selección, tocando rápido la pelota por el frente de ataque y dando muestras de peligro a partir de la verticalidad de sus ataques. Así, cuando todavía no habían pasado los primeros dos minutos, Lionel Messi y Lautaro Martínez prendieron la luz de alerta en la defensa qatarí con dos remates que se fueron apenas por arriba del travesaño del arco de Al Sheeb. Así de rápido llegó apenas 30 segundos después el primer gol: tras un zurdazo de Lautaro que se coló contra el palo izquierdo de Al Sheeb, luego de una mala salida del defensor Al Rawi desde el fondo.


Los qataríes no se quedaron atrás. Les costaba encontrar caminos para avanzar en su ofensiva pero en la medida que Argentina comenzaba a soltarse, aprovecharon los espacios que el equipo argentino dejaba detrás de la línea de sus volantes para acercar peligro sobre el arco de Armani. De todas formas, la respuesta de la defensa argentina era buena, a partir de los trabajos de Foyth y Tagliafico.

Sobre el final de la primera etapa, la Selección sumó dos chances claras como para estirar la ventaja: un tiro libro de Paredes que cabeceó desviado Otamendi, y la otra, un cabezazo de Martínez que tapó el arquero y que Agüero no pudo aprovechar tras el rebote.

Eso sí, una cosa quedó clara antes de que los futbolistas nacionales se fueran al vestuario. No había que relajarse frente al flamante campeón asiático, que sabe aprovechar las contras y no maltrata la pelota cuando ataca. De hecho, los qataríes hilvanaron una gran jugada que no fue gol sólo porque Al Haydos no llegó a conectar el último toque, ya lanzado frente al arco de Armani; y luego, en la última jugada de la etapa, Al Rawi, con un tiro libre que atravesó la barrera entre Lo Celso y Paredes, estrelló la pelota contra el palo izquierdo de Armani, que pareció sorprenderse con el momento del disparo.

Del vértigo de los primeros minutos se vio poco en la segunda parte. Tal vez porque a esta Selección, que no termina de dar la talla, le cuesta  generar juego desde el medio y sus mejores ataques los genera cuando sorprende de contraataque. De dos tiros de esquina, llegaron a cuenta gotas un par de situaciones de gol a partir de buenos centros de Paredes. Tuvo el segundo el Kun Agüero, al conectar uno de esos envíos con un remate abajo al primer palo, que no fue gol porque el arquero Al Sheeb tapó con lo justo. Y luego volvió a ahogarle el grito a Agüero, a los 66 minutos, cuando éste intentó sorprenderlo con un remate de larga distancia.

En otro buen ataque de Argentina, que controló bien la pelota, Messi desperdició una oportunidad increíble con un remate que se le fue a las nubes, tras un centro atrás del ingresado Acuña. No había problemas en cuanto al dominio del trámite, pero a la Argentina le faltaba liquidar el trámite, cerrar el partido. Y recién lo logró a los 85, cuando habilitado por Dybala, el Kun ingresó al área con la pelota al pie y definió con un remate cruzado y abajo, como indican los manuales, para poner el 2-0 que desató la fiesta en las plateas del estadio Arena do Gremio.


En el descuento, la Selección se perdió el tercero, en otra buena jugada colectiva. No importó mucho, porque enseguida el árbitro pitó el final y para la Argentina todo fue festejo y, sobre todo, desahogo.