“Para la vasta mayoría de las personas, tomar alcohol durante la jornada laboral es algo impensable, que solo puede ocurrir en un show de tevé como Mad Men, pero en cierto sector londinense eso sucedía hasta estas semanas”, cuenta el Wall Street Journal, informando tamaña curiosidad: que en los 142 años que lleva funcionando la Bolsa de Metales de Londres (LME, por sus siglas en inglés), era habitual que los traders fijaran precios de –por caso– el níquel gritando órdenes desde sus sofás de cuero rojos tras bajarse unas cuantas pintas. Algo que, según ha informado la propia LME, sanseacabó. Una nueva política de cero tolerancia, que podría resultar en multas o prohibiciones de infringirse la flamante regla, ha sido confirmada por la institución, responsable –dicho sea de paso– de establecer los valores de referencia mundial para metales industriales como el cobre o el aluminio. Según es tradición, los traders deberán seguir usando impolutas camisas cerradísimas hasta el último botón, estar en contacto con los icónicos sillones carmesí al momento de negociar, de ningún modo masticar chicle, tampoco leer el diario en la zona trading por excelencia; y recién desde los pasados días tampoco deberán estar bajo las influencias del alcohol al momento de laburar. Sí, sí, casi siglo y medio para prohibir lo que francamente debería ser una obviedad. Salvo en el caso de la LME, evidentemente, conforme dejaba tan claro como el vodka Nigel Farage, actual líder del partido Brexit, trader de la Bolsa en los 80s, tiempo atrás: “Trabajaba muy duro cada día, todos los días... hasta la hora del almuerzo”. Al rancio veterano, por cierto, no le ha caído en gracia la nueva medida: “Estas medidas puritanas no van a hacer que LME sea más rentable”, declaró. Cuestión que la cultura de empinar el codo, sin embargo, ya no resulta simpática a los ojos de la gente; algo que LME ha tomado en consideración al verse cuestionada crecientemente por el escrutinio público que, entre otras acusaciones, le reprocha que aún sea un sector dominado muy mayoritariamente por varones. Ergo, este intento último por mejorar su imagen y la reputación de la industria toda; que se suma, vale mencionar, a otras reglas nuevas del código de conducta: desde el pasado abril, por ejemplo, prohibido además concertar reuniones en clubs de strippers o casinos. A la Bolsa de Metales de Londres le ha llegado ¡por fin! el siglo 21.