Se cumplen dos semanas del apagón energético más grande de la historia nacional. El secretario de Energía, Gustavo Lopetegui, se despertó tarde (era domingo) y con mirada somnolienta formuló dos promesas.  La primera, mezclada con diagnóstico, podía haber figurado en Alicia en el País de las Maravillas: no sabemos qué pasó pero no se va a repetir. 

La segunda: en quince días produciría un informe minucioso. A catorce días el informe no aparece, se asegura que Lopetegui llevará alguito al Senado el miércoles próximo. Uno imagina un simulacro o un encubrimiento, conociendo los antecedentes del Gobierno y sus lazos con las concesionarias. Investigaciones periodísticas y de especialistas en materia energética dividen las responsabilidades entre las proveedoras de energía y las distribuidoras Transener y Cammesa. La parte del león de la propiedad de dichas empresas corresponde a amigos, y ¿ex? socios del presidente Mauricio Macri o de integrantes de su equipazo.

El compromiso de no reincidencia en los cortes se quebró en La Plata donde decenas de miles de usuarios fueron privados del servicio durante varios días, hay quien lo sigue padeciendo.  La empresa Edelap es propiedad de un amigo de Macri, Rogelio Pagano (ver nota de tapa). La gobernadora María Eugenia Vidal no abrió la boca, posiblemente porque está prófuga desde la masacre de San Miguel del Monte.

El intendente de La Plata, Julio Garro, se ufanó porque las personas que padecieron cortes de luz no abonarán el servicio respectivo durante un mes. Le impuso a Edelap una multa de valor mezquino. De rescindir la concesión ni una palabra.  

Las cifras indemnizatorias para usuarios son ínfimas, insultantes si se las compara con las mega ganancias que cosecharon las concesionarias, mimadas y beneficiadas por el modelo macrista. Los tarifazos llevaron las boletas a niveles exorbitantes, coadyuvaron al record de quiebras de pymes, fuerzan a gente de a pie a endeudarse pagando tasas feroces (aún superiores de las de los bancos y ya es decir), a usureros barriales o “mutuales” onda El mercader de Venecia.

Poco y nada se dice acerca de los padeceres de decenas de millones de argentinos durante el mega apagón. En ocasiones análogas (aunque de mucha menor magnitud) se les pidieron pruebas documentadas para reclamar algo más que una mini devolución de tarifas por servicios no prestados. 

La crónica, eventualmente, ayuda más que las elucubraciones. ¿Cómo se comprueba que se arruinó la comida guardada en el frízer, a veces desde meses atrás? ¿Cómo se verifica y se cuantifica la malasangre por no poder celebrar en condiciones pasables el Día del Padre o de reunirse, incluso? 

La radio neuquina LU 5 AM 600 reporteó a un ciudadano electrodependiente quien, para sobrevivir, se auto conectó a la batería de su auto durante quince horas. Tuvo suerte, estaba cargada. ¿Se habrá tomado la molestia de llamar a un escribano público para labrar un acta?  Difícil. Lo acuciaban otras urgencias. Además, como fallaban las compus y los celulares tal vez hubiera debido recurrir a señales de humo.

Una clave de la etapa es la voracidad de las concesionarias, la feroz transferencia de ingresos a su favor en detrimento de pequeñas empresas, organizaciones sociales, comedores solidarios, municipios y hasta provincias. El sucedido comprueba la parcialidad del Gobierno, su sesgada ineficiencia. El desguace del Estado y el arrasamiento de los órganos reguladores y de control completan el cuadro. Los tasadores oficiales no ponderaron cuánto se perdió con los cortes, que acarrearon mortandad de peces entre otros daños. Siempre los estiman cuando hay paros generales y no mala praxis oficial.

Entre tanto, la Unión Cívica Radical (UCR, el partido del alcalde Garro) propone que se suspendan las Primarias Abiertas (PASO) a menos de dos meses de su fecha de realización y cuando existen internas por dilucidar en la mayoría de las provincias. Baja calidad institucional, alta cortina de humo. En fin.

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Impiedades invernales: El invierno ahonda necesidades y magnifica carencias. La tarifa social para la garrafa de gas aumentó esta semana: la ley de la oferta y la demanda por encima de cualquier otro parámetro. Son numerosas las escuelas que carecen del servicio. 

El Movimiento Barrios de Pie estudia y revela que las raciones de los comedores escolares carecen de alimentos frescos o de carne y que abusan de los hidratos de carbono: arroz, harinas, pan. La leche escasea en la comida de los alumnos. También en los hogares porque la inflación para alimentos básicos supera a la exorbitante media de aumento de precios al consumidor. Los medicamentos, otro tanto.

El diputado peronista Daniel Arroyo, ex funcionario y especialista en políticas sociales, publicó una columna en este diario alertando sobre la reaparición del hambre en la Argentina y la necesidad urgente de políticas públicas al respecto. Versado y agudo, recoge experiencias de economía popular, producción de alimentos saludables. El punto, añade uno con su propia jerga, es articularlas y potenciarlas desde el Estado, tarea ignota para un gobierno adorador de “los mercados”.  

El oficialismo reincide en su contabilidad social creativa. La inflación registra incrementos mensuales altos. El dialecto macrista aduce que “bajó” cuando la trepada es menor que la del mes precedente. Ajá. “Está bajando”. Con la vista clavada en la cotización del dólar, el pensamiento dominante no repara en los daños colaterales: desempleo, fábricas que cierran, aumento de personas en situación de calle.

Mientras se ahonda la catástrofe social y económica, el senador Miguel Pichetto acusa a Axel Kicillof de ser comunista. La Guerra Fría resucita en estas pampas para desnudar ideologías y eludir debates más candentes y dolorosos. 

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Opinión publicada: Opineitors afamados alertan que el gobierno atravesará un mal momento en septiembre cuando se difundan los últimos indicadores de pobreza e indigencia. Modo curioso de razonar: un pensamiento humanista, empírico o (colmo de los colmos) nac & pop aclararía que el problema ya existe, todos los días y se potenció a medida que transcurría el mandato de Macri.

Quizás la pobreza y la indigencia sean el quid de la cuestión; no el momento en que se cuantifican. El sufrimiento es cotidiano, se propaga entre millones de argentinos. No tienen acceso al Fútbol para todos (era un exceso populista, ahora dicen) pero tampoco a un sueldo que llegue a fin de mes, a la misma cantidad de carne que ingerían hace cuatro años, a vestimenta, a libros, al bien que usted imagine o detalle.

Esas cuestiones sobrevolaron los encuentros de candidatos opositores con enviados del Fondo Monetario Internacional (FMI) expresados de modo genérico. Los emisarios son ajenos a tales complejidades, clavan la mirada en otros indicadores y se mueven por otros parajes. No hay motivo para pedirles más: son quienes son y cumplen su trabajo. Otro cantar rige para los virreyes que los reverencian acá, ungidos como autoridades estatales.

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Charlas a fondo: Una comitiva de enviados del FMI, encabezada por Alejandro Werner, dialogó con dos precandidatos a presidentes opositores, ambos peronistas y ex ministros: Alberto Fernández y Roberto Lavagna. Los dos señalaron, en sus respectivos estilos, que la deuda contraída por el gobierno actual es impagable en sus términos actuales, que impide el crecimiento de la Argentina y hasta la posibilidad de una sociedad vivible. La necesidad de reestructuración fue otro factor común en los paliques que los circunstantes argentinos describieron como corteses.

Desde la vereda de enfrente, más cercana a Washington (sede de la Casa Blanca y el FMI), el ministro de hacienda Nicolás Dujovne ninguneó la magnitud del endeudamiento y su impacto nocivo. Los datos duros lo desmienten: la relación entre la deuda con organismos internacionales y el PBI es colosal, acaso la mayor de la historia argentina, otro record aciago en el medallero macrista. 

Fernández se había informado sobre la biografía del interlocutor, hijo de argentinos y nacido en nuestro país. Conversaron algo sobre circunstancias familiares o personales pero el núcleo se centró en que, si Fernández llega a la Casa Rosada, las relaciones cambiarán. En el diálogo el presidenciable evocó las decisiones adoptadas por el presidente Néstor Kirchner: renegociación primero, apartamiento de las condicionalidades asfixiantes impuestas por el organismo y desendeudamiento después. Sin gritos ni sobreactuaciones se subrayaron diferencias sustantivas, antagónicas, entre el actual proyecto oficialista y el que impulsa la principal fuerza opositora. 

La prensa dominante demoniza a Fernández todo lo que puede (esto es, mucho y siempre), violando incluso el valioso precepto de no agredir a su familia. El fin todo lo justifica, en el ideario de esos medios.

El estilo de Fernández se aviene bien a esos encuentros y forma parte del diseño de campaña. Sus adversarios o enemigos lo sindican como seguro Chirolita de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Remembranzas de tiempos idos: el ex presidente Eduardo Duhalde –se aventuraba antaño– sería el Míster Chasman de Kirchner y luego éste el de Cristina. De momento, Alberto F y Cristina dividen tareas y auditorios. “Ella” refuerza a los sectores propios en el insólito formato de presentadora de un libro. El articula con los gobernadores, recorre provincias. Según sus confidentes registra adhesiones impensadas en la calle y compromisos de los jefes territoriales.

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Exitos y promesas: Macri le promete al FMI acelerar las reformas laboral y previsional, otra ofrenda que supuestamente atraerá la demorada lluvia de inversiones. El Fondo sigue volcando fortunas que sofrenan la cotización del dólar a cambio de propiciar la bomba de tiempo de las Leliq. El riesgo es tremendo, solo no lo registran los oficialistas y sus mentores externos. Los costos también: el crédito bancario se torna prohibitivo.

Los técnicos del FMI se ufanan de encarnar una comprobada racionalidad instrumental. Paradojas te da la vida: el gran propulsor del apoyo económico es el “populista de derecha” Donald Trump. La injerencia de Estados Unidos en la política argentina es un tercer record de la época: jamás vista.

Llegó el invierno, será cruel para la mayoría de los argentinos. Lopetegui prolonga una tradición del macrismo: las promesas incumplidas, fechadas. Brotes verdes, segundo semestre, pobreza cero. Ahora juran que empieza el repunte económico, bien desde el sótano. Podrían jurarlo “por la luz que me ilumina”.

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