Europa sigue sin ponerse de acuerdo. Las negociaciones sobre el reparto de los altos cargos de las instituciones de la Unión Europea (UE) fueron suspendidas ayer por falta de avances. Los líderes europeos confían en que hoy, finalmente, superarán las divisiones y cerrarán un acuerdo. El presidente francés, Emmanuel Macron, calificó el encuentro de los líderes de fracaso y admitió que el ambiente fue muy tenso durante toda la reunión. “A veces la fatiga conduce a la crispación, es lo que ha pasado esta mañana”, dijo ayer Macron, que confió en que los ánimos se calmen tras el descanso acordado. Las diferencias se hicieron evidentes desde la tarde del domingo, cuando tanto el Partido Popular Europeo (PPE –centroderecha) como algunos mandatarios de los países del Este criticaron la propuesta que el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, llevó a la reunión. Esa propuesta, explicó ayer el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez (foto), había sido acordada por los cabezas de lista del Partido Popular Europeo, el alemán Manfred Weber, y de los socialdemócratas europeos, el holandés Frans Timmermans, las dos formaciones más votadas en las últimas elecciones europeas. La idea, que contaba con el beneplácito de Alemania y el apoyo de Francia, España y Holanda, planteaba dejar a Timmermans la presidencia de la Comisión Europea, el puesto más codiciado de todos los que están en juego. Para el resto de cargos (la presidencia del Parlamento Europeo, del Consejo Europeo, el alto representante de la UE y el Banco Central Europeo), se proponía a políticos conservadores y liberales, con la intención de satisfacer las demandas de esos grupos. Algunos miembros del PPE se sintieron casi traicionados porque dicha propuesta cedía a los socialdemócratas la presidencia de la Comisión, pese a que el PPE había sido el más votado. También se topó con la oposición frontal del llamado grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia) debido a que Timmermans, vicepresidente primero de la actual Comisión, ha encabezado durante la legislatura las advertencias a Budapest y Varsovia por sus problemas con el Estado de derecho.

Frente a la imposibilidad de encontrar un punto medio, la canciller alemana, Angela Merkel, dijo ayer que el resultado del reparto no debería llevar a tensiones ni a una división entre los países en los próximos años, especialmente cuando el “brexit” está en el horizonte.