Una joven que vive en un pueblo de la costa marítima de Chubut decide realizar un viaje hacia la zona cordillerana para encontrar las huellas que dejó su abuelo. El hombre, Juan Carlos Espina, fue el único médico de El Maitén, y de casi todo el Departamento de Cushamen, en el noroeste de la provincia, durante tres décadas. Falleció en 2000. Nahue es su nieta. El médico dejó un cassette con su voz y algunos relatos de las actividades que realizó entre 1942 y 1976. La protagonista no se desprendió de la grabación y decide visitar los lugares y conocer a las personas que mencionaba el abuelo en su registro de audio. De a poco, Nahue va entendiendo por qué Espina encabezó un proyecto político que buscaba contrarrestar las terribles desigualdades que presenciaba diariamente desde su lugar de trabajo. Parte del viaje, Nahue lo comparte con Fernanda, una estudiante de historia, que vive en Bariloche. En su recorrido, las dos observan la situación territorial, con latifundios en manos de empresas multinacionales y las evidencias de una continuidad de la autodenominada “Conquista del Desierto”, la matanza de indígenas impulsada por Julio Argentino Roca. Aquel contexto histórico les permite analizar el presente de Chubut y los enclaves coloniales en la Patagonia.

Esta es una apretada síntesis de Chubut, libertad y tierra, el nuevo documental de Carlos Echeverría, un cineasta que siempre cruzó el sur argentino --donde vive-- con la historia política del país: desde Juan, como si nada hubiera sucedido, uno de los mejores documentales sobre la dictadura cívico-militar, en el que Echeverría investigó el único caso de un desaparecido de Bariloche, en años en que el cine argentino no investigaba tanto sobre el terrorismo de Estado, a diferencia del despegue de los 90. Chubut, tierra y libertad se estrena mañana jueves en el Gaumont y, a partir del sábado, podrá verse también en el Malba. Echeverría conocía al doctor Espina desde su niñez porque el padre del cineasta fue el que invitó al médico a ir a El Maitén en 1945. "Después, mi viejo se fue de El Maitén, pero quedaron muy amigos", cuenta Echeverría a PáginaI12. "Cuando yo era adolescente lo íbamos a visitar cada tanto desde Bariloche. Después, en 1987, cuando se estrenó Juan, como si nada hubiera sucedido en Bariloche y empezó a haber mucha preocupación por la seguridad de quienes habíamos participado en la realización de la película, él se enteró y vino a verme. Yo vivía en Buenos Aires por entonces. Espina estaba preocupado por ver qué podía hacer. Ahí nos sentamos y estuvimos hablando toda una tarde y me contó su historia. Y ahí nació la idea de la película", recuerda Echeverría.

-¿El objeto del viaje que hace la protagonista es conocer por qué Espina se estableció en El Maitén?

-Es ir desmenuzando la situación que existe desde hace 150 años y cuál fue el rol de Espina en medio de toda esa situación a mediados del siglo XX. El se encontró con una situación inicialmente sanitaria porque fue como único médico, pero después empezó a buscar salidas desde el punto de vista político.

-La película se vale de un viaje físico que resulta de descubrimiento en más de un sentido, ¿no?

-Claro, son varias capas o varios planos que va descubriendo ese viaje. Y un poco la nieta representa al público que se va sumergiendo en toda esa realidad; incluso, en centros urbanos de la Patagonia es una realidad lejana.

-¿O sea que el recorrido que ella realiza es el que pueden llegar a hacer los espectadores?

-Exactamente, tal cual. Se van encontrando con las huellas que dejó el médico pero también las que dejó la multinacional que respondía a la corona británica y que hoy es Benetton, con la situación de los desalojos de pueblos y los distintos bloqueos al desarrollo que hubo ahí en décadas de historia.

-¿Cuáles fueron los principales descubrimientos que usted realizó de las empresas ferroviarias de la época de Espina?

-Estoy tratando que el público se encuentre con determinadas cosas al ver la película, pero uno de los principales descubrimientos que no estaba registrado en ningún lado es el hecho de que existía un movimiento político que tenía como objetivo cambiar de raíz la situación de la tenencia de la tierra en el oeste chubutense. También plantear distintos tipos de desarrollo agropecuario con riego para amplias zonas, en algunos casos, valles buenos y, en otros casos, zonas desérticas. Y otro de los objetivos era que recuperaran sus tierras los pueblos originarios. Eso, comenzando recién la década del '60, fue un hallazgo llamativo.

-¿Qué rol tuvo el hospital del doctor Espina en el sistema sanitario del sur argentino?

-Fundamental porque él armó el hospital. No había hospital sino una enfermería del ferrocarril para los pacientes ferroviarios, que eran muchísimos en ese momento porque El Maitén cumplía un poco el rol de lo que son los talleres de Remedios de Escalada, en el sur de la provincia de Buenos Aires; es decir, allí se reparaban las locomotoras, se recambiaban y se abastecían. Por lo tanto, había muchísimos trabajadores ferroviarios. Pero no había hospitales. Entonces, él armó el hospital. Y no sólo fue fundamental para El Maitén sino también para toda la zona del Departamento de Cushamen, que estaba prácticamente abandonado a su propia suerte. Lo más cercano era Esquel, a 150 kilómetros, o El Bolsón, a ciento y pico de kilómetros, y en aquella época. Lo empecé a tratar a Espina, cuando yo tenía 14 años. En marzo del 73', cuando ganó Cámpora, fuimos a verlo. Y me acuerdo que salimos de la casa y fuimos al garage porque me interesaban mucho los autos antiguos. En Chubut había antiguos autos importados porque debajo del paralelo 42 había franquicia. Entonces, había autos antiguos como en Cuba. El me mostró una camioneta que se había comprado justamente para usarla como ambulancia para traslado de heridos y enfermos. Ahí me di cuenta de que era un tipo que todo lo que hacía era en función social. Hasta la búsqueda de su auto particular para usarlo como ambulancia.

-¿El recorrido de la película es también un trabajo sobre parte de la historia argentina?

-Seguro, porque implica abordar desde aquello que estructuró en forma diferente a la Argentina, como fue la "Conquista del Desierto" hasta prácticamente nuestros días. Y es un viaje adrede intrapatagónico: de Camarones hasta El Maitén, Esquel, la zona de Corcovado y el regreso a Trelew y después a Camarones.