“Música beat y amor”, era la invitación del Ministerio de Cultura porteño, que además tomaba para sí el comienzo de los más directos hits de Sandro: Por ese palpitar. “Un homenaje a la exitosa música beat de los años 70 y al amor”, se anunciaba la idea, y una vez en el Rosedal de Palermo, un primer presentador ampliaba: “¡Vamos a revivir una década maravillosa!”. Sumergida en ese espíritu, comandada por Lito Vitale y con la participación de artistas de diferentes géneros, estilos y posibilidades, la oda musical a los 70 y al amor (así, reunidos) celebró el martes pasado el Día de San Valentín, ante una otrora alegre muchachada bien dispuesta a sacudir el esqueleto al ritmo de la nostalgia y el recuerdo de un pasado estricta y convenientemente recortado.   

  Tras la remada del primer presentador, que con un estilo muy arriba y bailantero lograba multiplicar y arengar a la limitada pero obediente concurrencia (“¡Ahora todos nos sacamos una selfie y la subimos con el hashtag Por ese palpitar!”, proponía, por ejemplo), llegó el conductor que daría el marco justo al recorte propuesto por el revival: Fernando Bravo. El se encargó, entre tema y tema, de recordar que hubo un tiempo que fue hermoso, ese en que usábamos pantalones patas de elefante, y las chicas botas altas y minishorts, íbamos a Mau Mau, veíamos Música en Libertad por Canal 9 y pronto, por el 13, Alta Tensión, “con un animador extraordinario”, como se permitió bromear quien ocupara ese lugar en el programa que la RCA inventó como plataforma para la promoción de sus lanzamientos.

  Lito Vitale tiene oficio en esto de los festivales que suman figuras en escena –en la última década hizo de todo tipo, y no se le cortó la racha–, y sabe resolver cualquier cosa que se pretenda homenajear, con igual presteza. También mostró esa capacidad para el Día de San Valentín, armando una banda que sonaba bien, convocando a un seleccionado de artistas con temas que le calzaban lo mejor posible a cada uno, proponiendo duetos que rendían escénicamente. Más allá de que todo el oficio del mundo no hubiera podido amortiguar el impacto del arranque del festival, que fue toda una descarga de alta tensión: Guillermo Novellis (el pelado de La Mosca) cantando (es un decir) “Salta, salta, salta, pequeña langosta”; Cucho de Los Auténticos Decadentes entonando (ídem) el himno “Qué lindo que es estar en Mar del Plata”; Gustavo de Mendonca de Los Tulipanes coreando (ibídem) “Movete, chiquita, movete”... Todo bien saltado y sin respiro. 

La cosa comenzó a encaminarse gracias a participaciones como la de Julia Zenko (que mostró toda la potencia de su voz recreando la cortina de Rolando Rivas, taxista “Ahora que soy libre”, de Juan Marcelo), o de Juan Carlos Baglietto, que sorprendió con Favio y “Ella ya me olvidó”. Patricia Sosa, Leo García, Hilda Lizarazu, Pipo Cipolatti y Roque Narvaja (directamente salido de La Joven Guardia, conservando el jopo y su súper hit “El extraño de pelo largo”), entre otros, completaron la propuesta.   

  “La reina de la canción”, “Zapatos rotos”, “Tiritando” (la de Las olas y el viento y el Sucundún-Sucundún), “Un día de paseo en Santa Fe”, fueron algunas de las canciones revividas. Las obras de Los Náufragos, Séptima Brigada, Donald, Palito Ortega, parte de las homenajeadas. Porque, como se explicó: “Durante la década del 70, una gran camada de compositores y artistas proponían canciones para pasar un momento de diversión, invitaban a bailar, distenderse y pasarla bien. Y ese es el espíritu que Por ese palpitar quiere evocar”. Lo que significó ese espíritu para este país fue bien definido por Eduardo Fabregat en una nota de opinión en este diario. Lo que significa la puesta en acto de su reivindicación, causa una mezcla de tristeza y dolor de panza, y así clausura la posiblidad de la ironía.  

  El final de fiesta fue con todos los artistas entonando “Porque yo te amo”, la canción de la que sale el nombre elegido para la feliz reunión, Por ese palpitar. Para cerrar el cuadro macanudo, el ministro de Cultura porteño, Angel Mahler, brindó una de sus pocas apariciones públicas. Se permitió subir al escenario como un artista más que es, para dejar su mensaje: “Esperamos que este momento se haya traducido en felicidad. Porque de eso se trata la vida: de momentos felices”.