La firma del acuerdo entre UE y Mercosur disparó un debate sustancial para entender los tiempos en que vivimos: cómo Argentina se insertará en un mundo turbulento y cómo se generarán oportunidades para el progreso, la empleabilidad, la inclusión y el combate contra la pobreza. No debemos tampoco olvidar que el acuerdo no solo genera competencia sino oportunidades para la asociación y complementaridades frente a los nuevos desafíos.

Durante las últimas décadas las cosas cambiaron en Argentina y en el mundo. Estuvimos (y estamos) entretenidos en hablar del campo vs. la industria, y los sistemas productivos ya no se organizan de esa manera. La incorporación del conocimiento, vía bienes y servicios, hace los límites más difusos e innecesarios. Por ello, muchos hablamos desde hace años de “ecosistemas” que describen mejor la dinámica de la creación de empleo y el valor. Hace un tiempo me comentaba el presidente de Toyota, que la decisión de invertir en una fábrica de camionetas en Argentina se debió, en gran parte, a la existencia de un sector agrícola vigoroso. Gracias al acuerdo, quizá en el futuro, podremos exportarle estas camionetas a la UE, como hoy lo hacemos hacia otros lugares del mundo. Podríamos pensar que lo mismo ocurrirá con la metalmecánica, la electrónica, las tecnologías espaciales aplicadas a la agricultura u otras actividades, y muchos más. Los ejemplos son y serán los que la imaginación y, sobre todo, la capacidad de innovar e invertir nos limiten.

También tenemos una idea lineal sobre el valor agregado, sin percibir que el valor se puede crear en los productos y también en los procesos. Las formas de agregar valor son múltiples , radiales, y requieren una mirada sistémica. Por ello mi punto de vista es que si seguimos analizando el mundo con las anteojeras del pasado, es probable que sigamos consolidando la matriz de pobreza que venimos construyendo, sin percibir las enormes oportunidades que aparecen para nuestro país.

No es que piense con inocencia sobre lo que viene, no estamos condenados al éxito. Lo que sugiero es que coloquemos nuestras preocupaciones dentro de la matriz del futuro y nos pongamos a trabajar colectivamente para resolverlas. Mas allá de que el acuerdo se apruebe o no , o se implemente, las ideas y esfuerzos que implica nos servirán de cualquier manera.

Si bien hoy no estamos preparados para competir, nuestro éxito dependerá de múltiples iniciativas y nos da el tiempo necesario para llevarlas adelante. Desde el sector privado: la inversión en I+D, la innovación, la eficiencia y la calidad, la integración al mundo, la construcción de modelos de negocios y organizacionales adaptados a estos tiempos. Desde el sector público, una serie de reformas como la del Estado, la impositiva, la previsional, la educativa, y la del trabajo, entre otras. No imagino reformas que vayan contra los derechos, sino que justamente faciliten el acceso al empleo y su sustentabilidad, habida cuenta de que la dinámica global es una tensión entre su creación y destrucción. Si nos quedamos haciendo lo mismo el tren nos pasara por arriba más temprano que tarde. Esto ya ocurre y ocurrirá, independientemente del tratado comercial.

Desde mi punto de vista, el tratado UE Mercosur nos da la oportunidad de evitar o reducir estos problemas ya que baja sustancialmente las trabas para la exportación de productos industrializados al disminuir el escalamiento arancelario o ampliación de cupos de exportación. En el caso de la agroindustria, contrariamente a lo que se supone, este tratado hace posible la “industrialización de la ruralidad” (CFK dixit) o “el supermercado del mundo” (MM dixit). Hasta ahora es solo una expresión de deseos o utopía.

También pensar que alguien es ganador (empresa o sector) y lo seguirá siendo, es por lo menos discutible por la evidencia de los hechos. Muchos ganadores rápidamente perdieron, y viceversa. Por ello calificar las opiniones según vengan de teóricos ganadores o perdedores es perjudicial para la riqueza de la conversación.

El debate sin prejuicios ni ataduras, sobre ideas y no sobre las personas, es el camino. Como también la calidad en la ejecución del camino consensuado. Este sendero debe ser fruto de un proceso colectivo, que integre las mayorías y esté basado en valores que apreciamos la mayoría de los argentinos: el país de la inmensa clase media, con movilidad ascendente, vocación de progreso en el sentido más amplio, integrado al mundo desde su propia cultura, siendo parte de un colectivo occidental y abierto a todos los credos, que aprecia la diversidad y recibe a todas las personas de buena voluntad.

Hace poco manifesté que “… el principal problema que tenemos por delante es hacer que haya más sectores nuevos que aparezcan. Tiene que haber más nuevos que viejos que dejen de existir”. No lo dije pensando en algún sector en particular ni desde el interés personal o sectorial. Desde hace años, sin que exista el acuerdo UE Mercosur, hay empresas que no siguen más y hay sectores que se transforman o mueren. Los ejemplos están a la vista: el correo, las fotos en papel, la música en discos, los fabricantes de máquinas de escribir, etc, etc., y seguirán por muchos años más. Hay muchos académicos que lo describen, el más famoso es Schumpeter que hablo de la “destrucción creativa”. Los hinduistas creen que si no se destruyen ideas, cosas o prejuicios es mas difícil construir, por ello tienen dioses que construyen y destruyen.

No creo que haya sectores o empresas condenadas de antemano, es más, creo que el éxito o fracaso de cada uno depende de su capacidad de innovar e invertir y, por supuesto, poder competir en igualdad de condiciones. Mi experiencia me lo indica, cambié varias veces en mi empresa la forma de hacer negocios y lo sigo haciendo con esfuerzo y entusiasmo.

Creo que el acuerdo abre un debate de máximo interés que debería trascender la lucha política eleccionaria y ser una cuestión de Estado. Creo que también se lo debe llenar de contenido, sin prejuicios ni descalificaciones. Quienes tenemos alguna responsabilidad, por mínima que sea, debemos ponernos al servicio de las ideas y las acciones, sin especulaciones ni hipocresía. Celebro que haya intercambios como los que tengo con el Chino Navarro, con respeto, sin concesiones, escuchando para aprender, dispuestos a cambiar de ideas.

La lucha por la búsqueda del progreso, la inclusión y el combate a la pobreza se nos abre a partir de este acuerdo y otros que vendrán. La oportunidad es histórica, los riesgos, si nos distraemos, también. Es mi punto de vista, con humildad y compromiso.

* Empresario agropecuario.