"A la iglesia le corresponde unirse a las voces de una mayoría que muchos quieren silenciosa, siempre humillada y siempre oprimida", sostiene en una carta dirigida a su feligresía el pastor Américo Jara Reyes, obispo de la Iglesia Metodista Argentina. El documento lleva por título "La revolución pendiente: una necesaria justicia social y personal".

El obispo metodista argumenta que éstas "son las voces que resuenan en los profetas visibilizando una realidad de injusticia y oprobio contra el pueblo, y anunciando el tiempo nuevo que esperamos".

Dice Jara Reyes al inicio de su carta que "hoy desperté entonando Adagio en mi país, que resuena en mi vida en la inconfundible voz de Alfredo Zitarrosa" porque "sin duda, en sueños fui perseguido por la descripción que hace al cantar en mi país, qué tristeza, la pobreza, y el rencor...".

En su diagnóstico el religioso sostiene que son "tiempos difíciles los que nos corresponden vivir", signados por "un cuadro de opresiones e injusticias que nos rodea, nos desafía y nos convoca a no permanecer mudas y mudos, sino a levantar la voz". Por eso, agrega, "somos convidados a creer por los que no creen, amar por los que no aman, soñar por los que no sueñan, hasta que lo que esperamos se torne realidad, como lo afirma el Credo Hispano".

Y señala que "como parte del pueblo metodista afirmamos que el Cristianismo es una religión esencialmente social" y por tal motivo "tenemos que alumbrar con nuestras acciones, haciendo toda clase de bien a mujeres y hombres".

En su texto el obispo metodista dice también que "el lugar de la teología para la iglesia son los pueblos anhelantes de salvación y liberación, sus alegrías y necesidades, sus esperanzas y anhelos, sus frustraciones y demandas" porque "en calles, plazas y mercados es donde palpita el corazón de nuestra gente y donde ha de encarnarse la Buena Noticia del Reino de Dios".

Jara Reyes termina su carta invitando a sus feligreses a formar "comunidades pioneras de nueva humanidad con la enorme capacidad de evidenciar los valores alternativos del Reino de Dios", a "sustituir las relaciones patriarcales y de poder, por lazos de sororidad y fraternidad", a "denunciar la idolatría y los poderes ocultos de un sistema de dominación, levantando propuestas nuevas y humanizadoras en donde se incuben cambios sociales profundos" y a "reverenciar y honrar la vida; encendiendo una vela antes que maldecir la oscuridad".

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