Que los máximos referentes de las más importantes comunidades religiosas del país se unan para emitir una declaración conjunta representa en sí mismo un hecho sumamente significativo, si bien no constituye una novedad porque existen antecedentes en el mismo sentido. Sin embargo habla a las claras de preocupaciones que son comunes y que atraviesan a todo mundo religioso dado el momento que vive el país y también pone de manifiesto la decisión de los líderes de esas comunidades para sumar esfuerzos y asumir responsabilidades en favor del diálogo, de la paz y, como dicen en el texto, de la prioridad que se reclama para “los que más sufren la pobreza y la exclusión”.

La Argentina tiene una tradición de convivencia y colaboración entre las diferentes comunidades religiosas, aún cuando el Estado le asigna a la Iglesia Católica una preponderancia que los otros recelan. Tal convivencia se da al margen de que –dependiendo de las coyunturas propias y de los contextos de todo tipo– existen entre los dirigentes importantes diferencias en cuestiones no solo de creencias, sino del orden de lo político, de lo social y de lo cultural. También hay acercamientos personales entre los líderes que facilitan los diálogos.

¿Por qué ahora? Aunque no se explicita de esa manera hay una preocupación común por la crisis de todo orden y un temor que se reitera en todos los espacios frente al clima de agresiones que puede teñir la campaña electoral. De allí el pedido y la advertencia: un llamado de atención para que la preocupación esté centrada en los pobres y en los excluidos, en los derechos sociales, y una exhortación a dejar de lado las agresividades y transcurrir la campaña con espíritu dialogal.

  Conociendo posicionamientos públicos de unos y otros, y aunque el documento no entra en precisiones, llama la atención la coincidencia expresada ahora en los grandes temas del diagnóstico (pobreza estructural, inflación, narcotráfico, etc.) y en la importancia de que sea el Estado quien desarrolle políticas para encontrar soluciones.

Vale destacar algunos de los señalamientos que se hacen como la demanda de “transparencia en el rol institucional de cada uno de los poderes” porque “el funcionamiento deficiente de los poderes produce un alto costo social” y, muy especialmente, la advertencia acerca de que “el Poder Judicial en particular no debe dejar duda alguna de su plena independencia y desvinculación del ámbito político”. Son declaraciones que abordan cuestiones de principios, pero que leídas en la coyuntura suponen posicionamiento crítico frente a situaciones que preocupan y sobre las que se quiere fijar posición.

No debería perderse de vista tampoco que este tipo de acciones conjuntas entre las diferentes comunidades religiosas y relacionadas con temas que atañen y preocupan al conjunto de la sociedad vienen siendo impulsadas y alimentadas a nivel internacional por Francisco desde que llegó al Vaticano.

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